Durante la presentación del informe anual 2011, el presidente de Asif, Javier Anta, explicó que ni siquiera la disposición del Ejecutivo a habilitar una línea especial del ICO para la fotovoltaica ha surtido efecto, ya que la medida está pendiente de desarrollo y las garantías exigidas son "del 120% o del 130%" con respecto al coste del proyecto.
"La financiación es muy escasa y la mortalidad de los proyectos muy elevada, del orden del 25%", señaló Anta, quien además lamentó los retrasos en la publicación de los distintos prerregistros trimestrales del Ministerio de Industria de nueva potencia fotovoltaica. Este nuevo sistema contempla la instalación de 400 MW nuevos en 2011, un tercio de ellos en suelo.
El presidente de Asif también reconoció que el modelo de retribución del real decreto 661/2007 "era insostenible", pero dijo que "hay que vivir con ello" y no recortar las primas del sector a través de "la alternativa de la retroactividad".
Además, calificó de "bastante penoso" la persecución por parte de Industria y la Comisión Nacional de la Energía (CNE) del fraude fotovoltaico. Asif, dijo, defiende la máxima legalidad y estabilidad en el sector, pero también advierte de que "hay instalaciones que tienen todo en orden, y cautelarmente se les ha quitado la tarifa".
Por otro lado, la asociación calcula que en otoño se cumplirá el máximo de horas de retribución anuales contemplado en el real decreto ley 14/2010, con el que se pretende ahorrar unos 700 millones en primas anuales durante tres años. A partir de esa estación y hasta final de año, las plantas deberán ir al mercado.
Pese a la "regulación disuasoria", Anta se mostró "optimista" y aseguró que la industria fotovoltaica es "un balón bien inflado al que quieren meter en el fondo del mar, pero va a salir a flote". "El Gobierno se ha encontrado con unas circunstancias muy difíciles y con unas consignas muy claras para no acabar como Grecia. Y nosotros hemos resultado afectados", añadió.
En el informe anual de 2010 presentado por Asif y elaborado con ayuda de la consultora de renovables Eclareon, se aprecia que el empleo de la industria de fabricantes fotovoltaicos aumentó un 10% tras la creación de 12.100 nuevos puestos de trabajo, y que la retribución total para el sector durante el ejercicio ascendió a 2.870 millones, frente a 2.840 millones en 2009.
El valor del mercado español fotovoltaico fue el año pasado de 1.439 millones, el doble de los 722 millones de 2009, aunque menos de una décima parte de los 16.380 millones de 2008, cuando se produjo el ‘boom’ de instalaciones para no perder la prima del 661/2007.
Por comunidades autónomas, Castilla-La Mancha es la que dispone de una mayor potencia conectada, con 856 MW, por delante de los 713 MW de Andalucía, los 464 MW de Extremadura, los 386 MW de Castilla y León, los 335 MW de Murcia, los 257 MW de Valencia y los 186 MW de Cataluña.
La potencia instalada total a cierre de 2010 fue de 3.807 MW, casi 400 MW más que los 3.415 MW registrados en 2009. La fabricación de módulos aumentó un 160%, hasta 699 MW, mientras que la de inversores alcanzó 1.330 MW, un 490% más.
La fotovoltaica está superando todas las previsiones de crecimiento realizadas en su día, incluidas las de grupos ecologistas como Greenpeace; ninguna tecnología de generación ha experimentado un crecimiento tan rápido como el que ha atravesado la energía solar durante la última década.
Aun así, el año 2010 fue un año extraordinario para la fotovoltaica, cuyo mercado aumentó un impresionante 130% en relación al año 2009. La principal razón de este salto estriba en la recuperación de la economía global –sobre todo de las entidades financieras y el acceso al crédito– y en la aparición de nuevos actores, como Australia o Canadá, además del gran crecimiento experimentado en los mercados ya existentes, como Alemania, Italia,
Japón, China o EE UU, que duplicaron sus cifras de instalación. En el caso del primero, como ya sucedió en el año 2009, el país supuso prácticamente la mitad de todo el mercado mundial.
La fotovoltaica demostró una vez más su gran facilidad y velocidad de implantación, llegándose a conectar más de 2.100 MW sólo durante el mes de junio en Alemania. Esta característica, junto con el vertiginoso crecimiento del mercado global –con el salto de 2010 el índice anual compuesto en los últimos años ha rondado el 60%– y la también veloz tendencia a la reducción de costes –bajan más del 18% cada vez que se duplica el mercado– hacen muy difícil que los reguladores nacionales puedan acoplar la tendencia de sus mercados a la planificación prevista.
Este crecimiento tuvo su reflejo en el ajuste de las regulaciones en los principales países; ello, a su vez, incidió en el reparto del mercado global durante el ejercicio. Así, en la primera mitad, Alemania fue el mercado de referencia, con una actividad muy alta, propiciada por la reducción extraordinaria de tarifas que se produjo en verano. A partir del otoño, en cambio, el mercado se fijó en Italia, también por la proximidad de un cambio en regulatorio.
En el ámbito de la fabricación de equipos, el salto también fue fenomenal, con el Sureste asiático aumentando su ventaja sobre el resto de regiones del planeta y ratificando la dimensión global del mercado manufacturero. En este sentido, las oscilaciones del dólar frente a las demás divisas, particularmente el euro y el renminbi, tendrán cada vez más importancia en la evolución de los precios de los equipos.
No obstante, esta positiva evolución del mercado solar no se vio reflejada en las cotizaciones bursátiles de los valores fotovoltaicos. Éstas, después del gran hundimiento experimentado en 2008, estuvieron lastradas por las dudas que generaron los ajustes regulatorios en los principales mercados y por la habitual desconfianza de los inversores en negocios dependientes de subsidios y ayudas públicas. Así, las cotizaciones oscilaron durante el año y terminaron cerrando a la baja. Ni siquiera la progresiva escalada del petróleo sirvió de acicate para que las cotizaciones ascendieran, produciéndose un desacoplamiento entre la tendencia ascendente de otros valores y la tendencia plana de los valores fotovoltaicos.
Los datos recopilados por la Asociación Europea de la Industria Fotovoltaica (EPIA) revelan que el mercado global instaló 16.700 MW, lo que supone un crecimiento algo superior al 130% en relación a los 7.200 MW conectados en 2009. Aunque la gran mayoría de la potencia instalada sigue estando en los países de la UE que llevan tiempo apoyando la tecnología, otros estados europeos se sumaron con fuerza al mercado fotovoltaico comunitario.
Fuera del ámbito de la UE, que veremos con detalle más adelante, el crecimiento también fue muy significativo. Entre los países más destacados encontramos Australia, que multiplicó por cuatro su mercado (de 79 MW a 320 MW), o China, que lo multiplicó por dos (de 228 MW a 520 MW), al igual que Japón (de 483 MW a 990 MW), EE UU (de 477 MW a 878 MW) y Canadá (de 62 MW a 105 MW). Los volúmenes de estos países todavía pueden parecer pequeños en relación a su potencial, pero su tendencia es claramente a mantener el actual ritmo de crecimiento durante los próximos años.
En el resto del planeta la tendencia también es fuertemente ascendente –el volumen de instalación sin asignar a ningún país concreto también se multiplicó por cuatro, de unos 100 MW a 400 MW–, si bien son pocos los países que alcanzarán a instalar más de 1 GW en un solo ejercicio en los próximos e inmediatos años. Esta selecta categoría estará limitada a los países desarrollados o a aquellos en desarrollo y con grandes necesidades energéticas, como China, cuyo mercado podría alcanzar ese volumen ya en este mismo 2011.
En total, con la nueva potencia instalada en 2010, el volumen de la potencia total acumulada se queda al borde de sumar los 40.000 MW. Al inicio de la década, en el año 2000, la potencia total instalada globalmente no sumaba ni 1.500 MW. Durante este período el mercado ha experimentado dos saltos muy importantes antes de 2010: el primero en 2004, con la aplicación de la Ley de Renovables alemana, y el segundo en España, en 2008.
Atendiendo a la potencia instalada per cápita, el primer país sigue siendo Alemania, con 210,9 W por habitante, seguida por la República Checa, con 191,4 W por habitante. España, que ha ido perdiendo un puesto cada año, ahora ocupa el tercer lugar, con 80,5 W por habitante. A pesar del fuerte crecimiento global, la UE incrementó su cuota de mercado, desde el 77% de 2009 hasta el 81% en 2010. Por países, Alemania ocupó el primer lugar del podio, con 7.408 MW, seguida por Italia (2.321 MW), la República Checa (1.490 MW), Francia (719 MW), Bélgica (424 MW), España (392 MW), Grecia (150 MW) y Eslovaquia (145 MW).
Otros países comunitarios, aunque, por la juventud de sus mercados, no tengan volúmenes significativos, experimentaron crecimientos muy importantes, como Austria, que duplicó sus cifras (de 20 MW a 50 MW), o Reino Unido, que las multiplicó por cuatro (de 10 MW a 45 MW), o Bulgaria, que también las duplicó (de 5,5 MW a 10 MW).
En cualquier caso, el salto dado por la fotovoltaica en la UE fue de tal magnitud que, por primera vez, se convirtió en la primera fuente renovable de Europa, con un 22% de cuota, por delante de la eólica (17%) y sólo superada por el gas (52%). En total, la fotovoltaica ya supone el 3% de la potencia eléctrica instalada en el territorio comunitario.
En 2010 se han consolidado claramente dos tendencias que ya se apuntaban en años anteriores: la sobrecapacidad industrial y el predominio del Sureste asiático –particularmente, de China– en la industria manufacturera. Por otro lado, frente a un 2009 muy duro, en el que la crisis económica se tradujo en que abundantes expedientes de regulación de empleo y ajustes empresariales, 2010 fue un buen año, aunque los cambios regulatorios de los principales países auguren un 2011 más flojo, con unos márgenes comerciales más estrechos.
Sobre los dos fenómenos apuntados, la sobrecapacidad ha sido una constante durante toda la historia fotovoltaica reciente; la industria nunca ha podido utilizar toda su capacidad de fabricación. Dicha utilización ha sido ligeramente inferior al 70%, con períodos bajos (alrededor del 60%) cuando han surgido cuellos de botella por carestía de alguno de los elementos clave de la cadena de valor.
Así ocurrió, por ejemplo, a mediados de la pasada década, cuando las políticas de fomento en Alemania y España, principalmente, impulsaron tanto la demanda que no hubo suficiente suministro de silicio para satisfacerla. Esta situación ya se ha superado, pero pueden surgir otras; de hecho, durante 2010 se produjo un cuello de botella en el suministro de inversores, que se superó a finales de año.
Comparando la oferta y la demanda fotovoltaicas, de acuerdo con los datos ofrecidos por Navigant Consulting, el 56% de la oferta tuvo su origen en China y Taiwán y un 81% de la demanda estuvo en Europa. La situación es muy similar a la del año anterior; únicamente Japón perdió una parte importante de su cuota, al pasar del 16% al 10% de la oferta; en Europa también se registró un descenso, aunque más moderado, puesto que del 19% pasó al 17%.
Este desequilibrio geográfico entre la oferta y la demanda –similar a lo que ocurre en muchos otros sectores económicos– ha despertado cierta polémica en los últimos años, especialmente en la UE, principal mercado de instalación. En realidad no hay nada extraordinario, puesto que el Sureste asiático –primero con Japón y ahora con China– siempre ha sido el gran polo de fabricación de equipamiento solar.
Además, la caída de precio de los paneles solares, superior al 50% en los últimos tres años, así como la dinámica propia de los mercados fotovoltaicos, hacen que la generación de valor añadido ya no esté tan ligada al sector manufacturero y haya otros elementos generadores y diseminadores de riqueza para las sociedades y sus economías.
Así, la parte del león sigue correspondiendo a los módulos, pero el resto de componentes del sistema, como los inversores, o las labores de instalación y mantenimiento, tienen un peso relativo superior, que, además, tiende al alza para satisfacer las necesidades del parque fotovoltaico ya existente.
De este modo, en el valor añadido que los mercados fotovoltaicos aportan a los países de la UE que fomentan la tecnología, tienen un peso muy superior los componentes y servicios de origen local que aquellos importados. Aunque en la fabricación –con independencia de la nacionalidad de los propietarios de las factorías– tenga un peso muy superior el Sureste asiático, en el resto de eslabones de la cadena de valor de la tecnología, el componente principal, y los mayores retornos, son generados localmente. Según los primeros datos de un completo análisis elaborado por EPIA y AT Kerney, un mínimo del 50% – 55% del valor total que aporta el sistema solar se crea en la parte final del mercado, en la producción de otros componentes del sistema solar (BOS), la instalación, y la operción y el mantenimiento.
Durante 2010 siguió la fuerte tendencia a la baja de los precios, básicamente derivada del crecimiento de la capacidad de fabricación y de la I+D+i. Ahora bien, comienza a apreciarse una estabilización en relación a las diferencias de precios que pueden obtenerse en función del volumen de compra. Esta tendencia responde al proceso de conversión del panel solar en una commodity que muchos analistas auguran para el medio plazo.
No obstante, los mayores compradores consiguen precios que pueden ser hasta un 50% mejor que los precios obtenidos por pequeños operadores. Estos precios tan ventajosos los ofrecen generalmente grandes productores del Sureste asiático, capaces de responder ante pedidos de desarrolladores de importantes proyectos o distribuidores mayoristas. Aunque los valores medios de los precios sigan un patrón claramente global, los precios de los mercados locales todavía tienen un componente nacional fundamental, y están directamente influidos por las políticas de fomento, por los costes de tramitación de los proyectos, por la tendencia en otros mercados geográficamente próximos y por otros elementos locales difícilmente equiparables.
En un análisis detallado, por trimestres y por segmento de la cadena de valor de los generadores fotovoltaicos, se aprecia cómo las incertidumbres regulatorias en los mercados de la UE –como hemos visto, casi todos ellos adoptaron ajustes importantes– impactaron en los precios medios de todos los eslabones, si bien con más fuerza en la parte baja de la cadena –polisilicio y obleas–que en células y módulos. En esta diferente evolución de precios tiene mucha importancia el peso cada vez menor del polisilicio en el coste final de los módulos; si hace apenas tres años superaba el 70% del coste final, ahora la proporción apenas llega al 50%.
El aumento de la capacidad de producción de 2010 se ha concentrado en las tecnologías clásicas de silicio, ya sea monocristalino o policristalino. Las tecnologías de capa delgada pierden cuota de mercado y las previsiones es que su porcentaje disminuya en los próximos años. Este descenso del peso relativo de las tecnologías de capa delgada debe ser matizado en función de la tecnología concreta que se atienda, puesto que se prevé que decrezca la capa delgada de silicio amorfo, pero que haya crecimientos importantes en el caso del Telururo de Cadmio y del Cobre Indio Selenio/Cobre Indio Galio Selenio (CIS/CIGS), pero aún así inferiores al
crecimiento esperado en el silicio cristalino.
En este punto es fundamental el gran desarrollo y la madurez que ya ha conseguido la tecnología cristalina clásica, con centros de producción de enormes dimensiones y capaces de obtener muy ventajosas economías de escala, acentuadas por la aplicación de procesos innovadores. En cuanto a la eficiencia de los generadores fotovoltaicos, ésta sigue incrementándose sin pausa. En el caso de los sistemas comerciales, disponibles en el mercado, las eficiencias oscilan entre el 2% de las tintas fotoeléctricas –todavía en un estadio semicomercial– o el 4% de los peores silicios amorfos, hasta el 25% de los sistemas de concentración.
Ya en el caso de los récords de eficiencia por tecnología, conseguidos en laboratorios, en el silicio cristalino se sitúa en el 22%, mientras que en la capa delgada lo tiene el CIGS/CIS, con un 20,3%. En concentración fotovoltaica se ha superado ampliamente el 40%. Por su parte, la optimización de los materiales, especialmente la utilización media de silicio en gramos por vatio (g/W) sigue descendiendo a buen ritmo, habiendo bajado alrededor de un 50% durante la última década: En líneas generales, la tecnología, tanto tradicional como de capa delgada, sigue fielmente su curva de experiencia, con un factor que llega a alcanzar el 22%; es decir, cada vez que se duplica el mercado, el coste de producción de una unidad de producto se reduce hasta un 22%.
Ya antes de que el contexto energético mundial se complicara con las revoluciones en los países árabes y el accidente nuclear de Japón, se auguraba que la demanda fotovoltaica se triplicaría entre 2010 y 2015, aunque se daba por hecha una ralentización en 2011, fruto de los ajustes acontecidos en varios de los principales mercados. Ahora bien, tras ambos fenómenos mencionados, las expectativas sobre la energía fotovoltaica son todavía mayores. Con el paso del tiempo, entre los componentes del panel ganarán peso otros elementos distintos al silicio, como el cristal. Puesto que aproximadamente el 60% de los materiales usados para la fabricación del panel son commodities (plata, aluminio, cobre…), su evolución en los mercados internacionales tendrá gran importancia.
Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.