El presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, inauguró hoy el mayor parque eólico de África, ubicado cerca del lago Turkana en el remoto condado de Marsabit (noroeste), que aportará el 15 por ciento de la energía del país.
Recibido por una comitiva folclórica de residentes locales vestidos con los adornos y ropajes distintivos de las 14 etnias que pueblan este condado, Kenyatta fue arropado con bailes, palmadas y cánticos momentos antes de su discurso inaugural.
«Esta ocasión tan especial demuestra nuestro continuo compromiso de honrar nuestras promesas al pueblo de Kenia, lo que hacemos asegurando la energía necesaria para alimentar nuestras aspiraciones comunes», afirmó el mandatario en tono solemne ante un centenar de autoridades y socios empresariales congregados bajo una gran carpa.
«La transformación social y económica de nuestra tierra y nación es generada a través de formas de energía limpia, renovable y verde», añadió Kenyatta, que aterrizó en la localidad de Loiyangalani tras recorrer en avión más de 500 kilómetros desde Nairobi.
El impresionante parque Lago Turkana Energía Eólica (LTWP, en sus siglas en inglés), que ocupa una extensión de 40.000 hectáreas, tiene una capacidad máxima para generar 310 megavatios de energía eléctrica.
El LTWP consta de 365 turbinas Vestas -con tres astas de 25 metros cada una- que se distribuyen a lo largo de un paisaje semiáárido sobre el que descansa la extremidad suroriental el Turkana, el lago alcalino más grande del mundo.
El difícil acceso a esta región casi desértica e históricamente olvidada por la lejana capital de Nairobi, la ausencia de infraestructuras (hubo que construir una carretera de 200 kilómetros) y la búsqueda de accionistas, entre otras causas, hicieron que el proyecto necesitase más de diez años para acabarse.
«Hoy es un día histórico, no solo para LTWP sino también para toda Kenia», declaró a los medios internacionales, congregados a los pies de la subestación de este parque eólico, el director ejecutivo de LTWP, Rizwan Fazal.
«Celebramos la inauguración oficial de un parque eólico de 310,25 megavatios que comenzamos en 2008 y que lleva operativo desde el 25 de septiembre de 2018», concluyó Fazal, que aseguró a Efe que este proyecto «sitúa sin duda a Kenia entre los primeros países del mundo en (consumo de) energías renovables».
El coste ha alcanzado los 680 millones de euros, compartidos entre el sector público y el privado, dando lugar a la mayor inversión privada en la historia de Kenia.
El Banco Europeo de Inversiones (BEI), institución financiera de la Unión Europea (UE), aportó 200 millones de euros, mientras que la propia UE desembolsó 25 millones de euros.
«Es nuestra mayor inversión en Kenia», dijo este jueves en una rueda de prensa en Nairobi la directora del BEI para África del Este, Catherine Collin, al definir el LTWP como un «buque insignia en términos de aprovechamiento al máximo de la energía renovable».
La línea de transmisión eléctrica de alta tensión que conecta el parque con la red eléctrica nacional fue construida parcialmente por la empresa española Isolux Corsan, que entró en suspensión de pagos y no pudo completar un trabajo que acabó un grupo chino.
Esta área remota e inaccesible constituye, paradójicamente, uno de los mejores enclaves del planeta para edificar un parque eólico, pues el hecho que se mantenga ventoso durante todo el año posibilita una capacidad mucho más alta que la de otros parques eólicos.
«Este es uno de los mejores lugares del mundo. Es un emplazamiento único porque el viento es estable, (empuja) alto y es constante. El factor de capacidad que puede alcanzar este parque supera el 60 % mientras que en Europa, de media, ronda entre el 20 y 30 %», declaró a Efe un empleado de LTWP.
Esta instalación eólica está además rodeada por los montes Kulal y Njiru, que crean un «efecto túnel» que hace que el viento que reciben los molinos no sea nunca demasiado fuerte, lo que a su vez detendría las turbinas.
«El viento se va acelerando a medida que se acerca del lago, donde ya es demasiado fuerte para usarlo», matizó Fazal.
De forma simbólica, pues la instalación está operativa desde finales de 2018, Kenyatta pulsó ante los medios un botón gracias al que se activaron tres turbinas.