REVE
España pasa del cuarto al tercer puesto en el ranking mundial de la industria eólica tras adelantar a Alemania.
El éxito de la industria eólica española en el mundo ha quedado patente en 2015 con un nuevo récord de su saldo comercial (exportaciones menos importaciones), que alcanzó los 2.237 millones de euros, un 18,5% por encima del año anterior, según datos del Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO). Se trata de la primera vez desde 2011 que este saldo supera los 2.000 millones de euros.
El año pasado, las exportaciones del sector eólico ascendieron a 2.563 millones, tras incrementarse un 18%, y suponen el 1% del total español. Las importaciones se mantuvieron estables en 326 millones. La eólica es la única de las tecnologías renovables que tiene fabricación en España. Hoy por hoy, hay empresas en toda la cadena de valor industrial, y centros de fabricación en doce de las diecisiete comunidades autónomas, con el consiguiente efecto tractor para la economía y el empleo en todo el territorio español.
En comparación con otros sectores emblemáticos para España, la aportación a la balanza comercial española de la eólica ha sido similar en 2015 a la del vino (2.497 millones) y se ha situado muy por encima de la del sector de fruta, hortalizas y sus conservas (1.005 millones) y del calzado (283 millones), según los datos del MINECO.
En términos de saldo comercial, España sube un puesto en el ranking mundial: se sitúa en el tercer puesto tras adelantar a Alemania, según los datos de UN-Comtrade de 2014 (los últimos disponibles para todos los países). La diferencia entre ambos países está fundamentalmente en que España apenas importa tecnología eólica porque cuenta con empresas en toda la cadena de valor, mientras que el mercado alemán (el de mayor crecimiento en Europa) necesita absorber componentes de otros mercados. Por el contrario, España ha descendido un peldaño en el ranking de exportadores –hasta el cuarto lugar– a manos de China, que en 2014 superó incluso a los dos tradicionales primeros, Alemania y Dinamarca.
El éxito internacional de la industria española no enmascara sin embargo sus problemas en el mercado doméstico: en los dos últimos años, los fabricantes de aerogeneradores se han visto obligados a exportar el 100% de lo manufacturado en España ante la parálisis que vive nuestro país como consecuencia de la Reforma Energética (en 2014 se instalaron 27 MW eólicos y en 2015, ninguno). En esta tesitura, el Gobierno lanzó en octubre pasado el Plan de Relanzamiento de la Industria Eólica (PRIE), que suponía el reconocimiento de su carácter estratégico para España y la ambición de que nuestro país se convierta en un centro de suministro de tecnología eólica para diferentes mercados. El PRIE está dando sus primeros pasos pero su principal objetivo, que las fábricas, el empleo y la I+D permanezcan en España, sólo se conseguirá si se reactiva la actividad eólica en nuestro país. La consolidación del sector a nivel global y la intensa competencia en precios hace que las presiones para la deslocalización de las fábricas en España –en favor de países con menores costes laborales– sea cada vez mayor, con un riesgo real de ocurrir si el mercado nacional no se reactiva de manera cierta e inmediata.
Para ello es necesario recuperar la confianza de los inversores modificando determinados aspectos de la regulación, como la posibilidad de cambiar las condiciones económicas de los parques eólicos –y, con ellas, la rentabilidad razonable– cada seis años, así como lanzar con urgencia un calendario de subastas de nueva capacidad.