El yacimiento de Ayoluengo, en La Lora, al noroeste de Burgos, contiene unos cien millones de barriles de crudo ligero y de calidad. Así lo ha dado a conocer en fechas recientes la empresa británica Leni Gas & Oil, propietaria de esta explotación desde 2007. La noticia se ha traducido en una subida del 31% en la cotización de esta compañía en la Bolsa de Londres: su valor bursátil asciende ahora a 15 millones de euros. Según los responsables de la compañía, el sondeo ha localizado petróleo a 1.350 metros de profundidad y se pretende extraer unos 20 millones de barriles en la próxima década.
Ayoluengo es el primer yacimiento productor de petróleo descubierto en España, en 1964. El grupo estadounidense Chevron llegó a extraer 4.000 barriles diarios, pero la actividad decayó en los años setenta. Desde entonces, se han obtenido unos 17 millones de barriles con un flujo medio de unos 160 barriles diarios. El yacimiento podría volver a ser productivo si se confirman las expectativas de Leni Gas & Oil, que ahora bombea 120 barriles diarios y espera alcanzar los 5.000 barriles en 2012.
Las cifras parecen altas, pero no lo son cuando se contextualizan. Las importaciones españolas de crudo ascienden al 99,8%: la producción nacional cubre apenas el 0,2% de sus necesidades, como recuerda José Santamarta, responsable del Instituto World Watch en España. Por su parte, Pedro Prieto, vicepresidente de la Asociación para el Estudio del Cenit del Petróleo, lo compara con las cifras mundiales. En la actualidad se consumen unos 85 millones de barriles diarios. Esta empresa espera, si tiene éxito, extraer por todos los conceptos, de aquí a su agotamiento, el petróleo que consume el planeta en seis horas.
Principales prospecciones petroleras en España
Burgos no es el único lugar con posibilidades para la extracción de crudo. A partir de los datos conocidos hasta ahora, se cree que la Península puede esconder campos petrolíferos de diversa importancia, según Santamarta. No obstante, las peculiares características del subsuelo llevan a pensar en depósitos de gas como la opción más probable, en especial en la zona subpirenaica y en el Valle del Guadalquivir.
Diversos emplazamientos costeros se han convertido en objetivo de prospecciones petroleras. El más importante está en la cuenca mediterránea, frente a las costas de Tarragona y la Comunidad Valenciana. La empresa Repsol-YPF tiene allí una plataforma, de nombre Casablanca, y cuenta con permisos de exploración en diversas zonas de la costa mediterránea y cantábrica.
En el Prepirineo catalán se han depositado esperanzas. Desde finales del siglo XIX se han localizado formas degradadas de petróleo (betún y brea) que indican la posible presencia de este combustible fósil. La empresa Cepsa, controlada por la franco-belga Total Fina Elf, busca en una amplia zona de más de 160.000 hectáreas entre el este y el oeste de Vallfogona, con la colaboración de científicos de la Universidad de Barcelona.
La costa gallega es otro posible candidato, en el "Gran Burato", un cráter submarino de unos cuatro kilómetros de diámetro, ubicado a unos 140 kilómetros del litoral y a unos 1.700 metros de profundidad. La Xunta de Galicia y varias universidades y centros de investigación respaldan una campaña para localizar posibles yacimientos de hidrocarburos para su explotación comercial.
El archipiélago canario también podría convertirse en una fuente de petróleo, aunque las posibles prospecciones han estado bloqueadas. En 2001, el Gobierno aprobó un permiso a la firma Repsol-YPF, pero una sentencia del Tribunal Supremo paralizó el proyecto al considerar que no cumplía la normativa medioambiental. La compañía persiste en su empeño de solicitar nuevas autorizaciones que permitan la exploración de la zona.
Argumentos a favor y en contra
Los defensores de estas prospecciones y explotaciones petroleras en España recuerdan que a medida que los precios de los hidrocarburos ascienden, yacimientos y pozos considerados antes inviables pueden ser ahora interesantes. Además, la dependencia energética del crudo exterior es muy elevada y, por ello, cualquier posible extracción de origen nacional resulta indispensable, sostienen.
Sus detractores aducen cuestiones medioambientales y prácticas para criticar estas explotaciones. La mayoría de estos yacimientos se ubican en espacios naturales, donde una posible fuga o derrame podría causar un importante impacto. Recuerdan las complicaciones técnicas y de las prospecciones en áreas marinas y a gran profundidad, con la catástrofe del Golfo de México todavía en mente.
La organización conservacionista Oceana ha mostrado de forma pública su rechazo a estas prospecciones petrolíferas frente a las costas. Según sus responsables, las técnicas de seguridad actuales son insuficientes para prevenir accidentes de gran envergadura. Oceana señala que las prospecciones de Repsol frente a Tarragona son responsables de, al menos, dos vertidos de hidrocarburos con un volumen de cinco millones de litros de crudo como mínimo. Por ello, exigen que se sustituyan las prospecciones petrolíferas por aerogeneradores marinos, para contribuir así a la reducción de los niveles de emisión de dióxido de carbono (CO2), involucrados en el cambio climático.
En opinión de Santamarta, el balance final no merece la pena y apuesta por las energías renovables. Los vehículos eléctricos no emiten CO2 y pueden sustituir al petróleo, siempre que la electricidad provenga de renovables como los aerogeneradores de energía eólica o las distintas energías solares (fotovoltaica y termosolar). Los aerogeneradores podrán suministrar esta energía a los vehículos eléctricos, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico. En el transporte aéreo, según este experto, la alternativa son los biocombustibles, que no deberían emplearse en los vehículos, donde la alternativa es la electricidad.
Prieto considera que el problema real es el agotamiento grave y decisivo de los principales combustibles fósiles: la producción mundial de petróleo lleva dos años seguidos en caída.
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