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Ocho compañías europeas han hecho hoy un llamamiento para el establecimiento de un marco regulatorio firme en Energía y Cambio Climático en el seno de la UE para 2030, basado en herramientas y metas que se refuercen mutuamente y que incluya un ambicioso objetivo de obligado cumplimiento de más del 30% de energía renovable en el mix de energía.
En conjunto, estas empresas representan 176.000 empleos y más de 250.000 millones de euros de facturación y proporcionan tecnologías europeas de generación limpia, equipamiento y energía en más de 70 países.
Necesidad de una señal clara para la inversión
Europa debe permanecer en la senda que ha elegido y prepararse para un 2030 que ya está llamando a la puerta. El sector energético implica inversiones a largo plazo y las decisiones a adoptar en los mercados energéticos liberalizados europeos requieren toda la estabilidad regulatoria posible.
Un marco regulatorio independiente, estable y predecible para 2030, con ambiciosos objetivos obligatorios en renovables, junto con objetivos también vinculantes en reducción de emisiones y un precio fuerte del CO2, son claves para minimizar los costes.
Unos objetivos coordinados y que se refuercen mutuamente minimizarán de manera significativa la incertidumbre, reduciendo el riesgo de la inversión, y disminuirán los costes de capital y, por consiguiente, el nivel de apoyo financiero adicional que requieren los proyectos renovables. Este marco contribuirá a la competitividad de Europa, impulsando la innovación y el liderazgo tecnológico, así como la creación de puestos de trabajo. Las facturas eléctricas se reducirán y se contribuirá a la eliminación en un futuro del apoyo económico a las renovables. Los ciudadanos y la industria europea tendrán asegurado un suministro de energía limpia, fiable y de bajo coste.
Necesidad de reducir los riesgos y precios energéticos
Un desarrollo sostenido de las energías renovables incrementará la seguridad del suministro energético en la UE. En la actualidad, la dependencia energética europea se sitúa en un 53%, incluyendo un 40% de importaciones de carbón, además de las de petróleo y gas. Los precios energéticos en Europa vienen determinados en los mercados mundiales de combustibles fósiles, sobre los que la UE apenas tiene capacidad de influir. En 2011 la factura energética neta por importación de combustibles fósiles ascendió a 388.000 millones de euros, lo que supone más del 3% del PIB europeo.
Las rutas de importación de estos combustibles son limitadas y están expuestas a un alto riesgo geopolítico, que impacta tanto en los precios como en la disponibilidad de estos combustibles. Adicionalmente, hay que tener en cuenta el avanzado estado de obsolescencia del parque energético europeo: se estima que en 2023 hasta 110 GW deberán dejar de operar por acabar su vida útil. Todos estos factores refuerzan la necesidad de mejorar la seguridad de suministro energético en Europa.
El establecimiento de un objetivo vinculante de desarrollo renovable minimizará la exposición de la UE a la volatilidad de los precios de los combustibles fósiles. Teniendo en cuenta las estimaciones que consideran que la dependencia energética europea en gas y petróleo se incrementará hasta más del 80% en 2035, resulta crítico establecer mecanismos de cobertura que mitiguen esta dependencia. La calidad de vida de los ciudadanos y la competitividad de la industria europea son cuestiones demasiado importantes para dejarlas expuestas a factores externos como los inestables mercados de gas y petróleo y la volatilidad de los precios internacionales.
Establecer un objetivo vinculante de desarrollo renovable para 2030 permitirá también continuar con la reducción en los costes de generación de las tecnologías renovables, gracias al incremento de la industrialización y la explotación de economías de escala, tal y como han venido demostrando las tecnologías renovables más maduras durante la última década. Asimismo, un objetivo renovable para 2030 permitiría tanto a la industria como a los hogares europeos recoger los beneficios de la Política Energética europea y de su apuesta por fuentes de energía limpias y autóctonas.
Alcanzar un mercado justo
A partir de 2020 varias tecnologías renovables serán capaces, de forma gradual, de poder competir sin necesidad de depender de retribuciones adicionales a las propiamente recibidas por su participación en un mercado realmente justo y que funcione correctamente.
Las primas que actualmente reciben las tecnologías convencionales deberán ser eliminadas, y los mecanismos de fijación de precios deberán estar basados únicamente en la dinámica del mercado. De este modo se conseguirá un mercado justo y competitivo, abierto por igual a todas las tecnologías, y se restaurará la validez de los precios como señales para el mercado y se conseguirán los beneficios de una auténtica competencia.
Con este fin, el Sistema de Comercio de Emisiones (ETS) debe ser revisado para que las externalidades negativas de las energías convencionales se computen en el precio de mercado, permitiendo que la competencia se base en los costes reales de cada tecnología.
Necesidad de un sistema energético coherente y global
Un marco regulatorio coherente para 2030 permitirá llevar a cabo las inversiones necesarias para la completa integración de las energías renovables junto a las fuentes convencionales de generación. Esto exigirá inversiones para mejorar la flexibilidad del sistema, tales como refuerzo de redes, gestión de la demanda, almacenamiento y provisión de servicios de ajuste.
Finalmente, este cambio no será posible sin un verdadero mercado único europeo energético, que debe completarse. Todos los esfuerzos se deben centrar en la finalización de las conexiones transfronterizas esenciales y el desarrollo de mecanismos de intercambio internacional de energía, asegurando al tiempo la viabilidad de otros elementos del sistema energético.
De este modo, Europa maximizará su consumo de energías limpias renovables, reducirá su enorme dependencia energética así como el precio final de la energía para los ciudadanos.