Sin ser la energía eléctrica el uso final que mayor energía primaria consume, sí resulta el más paradigmático en cuanto a la definición del modelo energético de un país. Por ello si le preguntaran, si ¿prefiere que la energía eléctrica de España: se genere sin emisiones de CO2 y, que por tanto no contribuya al cambio climático; se haga con recursos autóctonos, evitando las importaciones, la inseguridad de suministro y el impacto en la economía de subidas de precios incontroladas; que no pueda causar catástrofes, que no contribuya a la inseguridad mundial, ni que sus residuos generen incertidumbre por millones de años? Seguramente Vd. diría: "¿Pero es posible?". La respuesta es: "Sí, y está en las energías renovables y en un uso más inteligente de la energía".
A esa conclusión están llegando los responsables políticos de países y de instituciones supranacionales, siendo la reciente Directiva de Energías Renovables de la Unión Europea, de obligado cumplimiento para los estados miembro, una elección clara hacia un futuro progresiva e irreversiblemente más renovable (y eficiente). También la Agencia Internacional de la Energía, tan nuclear y tan ‘fósil’ en el pasado, está cambiando su discurso preconizando un cambio acelerado en la utilización de las tecnologías de aprovechamiento de estas energías.
Las energías renovables ya son una realidad comercial que en el año pasado generaron más del 20% de la energía eléctrica en nuestro país, por encima del carbón y de la energía nuclear, siendo tan sólo superadas por el gas natural.
Sin embargo, usted lógicamente querría saber cuánto le va a costar, ya que habrá escuchado comentarios de que son muy caras y están subvencionadas. Efectivamente este cambio de modelo energético está siendo apoyado en España con primas a la generación del kWh renovable, pero esos apoyos fueron, por ejemplo, equivalentes a las ayudas al carbón nacional el año pasado e infinitamente inferiores, en su valor acumulado hasta la fecha, a los llamados Costes de Transición a la Competencia, adjudicados a las empresas eléctricas hace unos años y justificados por sus inversiones efectuadas mayoritariamente en centrales convencionales. Pero además, las primas que reciben las renovables dejarán de ser necesarias en pocos años, y están ya retornando a la sociedad con creces los apoyos que reciben.
Las energías renovables habrán evitado en 2009 en nuestro país cerca de 4.000 millones de euros en importaciones de combustibles fósiles, así como emisiones de CO2 a la atmósfera cuyo precio de mercado sería cercano a los 1.000 millones de euros y estarán ocupando a más de 100.000 trabajadores. Además, España es líder indiscutible en tecnología renovable a nivel mundial, especialmente en termosolar y eólica, en un momento en el que el mundo entero se dirige por este camino, abriéndose enormes expectativas a la exportación de tecnología. Pero la auténtica oportunidad histórica que las regiones españolas con buen recurso solar no deberían dejar pasar, exigiendo el mayor compromiso posible a nuestro Gobierno, viene dada por la posibilidad de exportación estadística a otros países de la UE establecida en la reciente Directiva de Energías Renovables.
Así, por ejemplo, la energía generada en plantas construidas en Extremadura o Andalucía, podría ser contabilizada en el cumplimiento de los objetivos en 2020 de Luxemburgo, Irlanda o Alemania, si estos países financiasen los proyectos o pagasen las primas. De esta forma se podrían construir muchas más centrales termosolares que las previstas sin incurrir en extracostes en nuestro sistema eléctrico.
Las regiones del sur de España no fueron favorecidas con la ‘ola de la industrialización’ y tampoco se puede decir que estén participando, en términos significativos, de la más reciente ‘ola del conocimiento’, aunque en ambos casos haya encomiables excepciones que confirman la regla. Sin embargo, con el cambio irreversible hacia un modelo energético basado en energías renovables, y más específicamente en tecnologías de aprovechamiento gestionables como las centrales termosolares, estas regiones recibirán un fuerte impulso en su desarrollo.
Y ese impulso no sería solamente económico sino también de conocimiento e industrialización ya que los ingenieros formados en sus universidades están capacitados para participar activamente en el proceso de evolución de la tecnología y las industrias de componentes se establecerían lo más cerca posible de las nuevas centrales para disminuir los costes. Por ello estas regiones tienen el legítimo derecho de reclamar que este cambio de modelo energético se produzca con la mayor celeridad posible, aun sabiendo que muchos intereses creados tratarán de poner trabas para ralentizarlo.
Las energías renovables, y en particular la solar termoeléctrica, están tocando educadamente el hombro de los sectores fósiles, de la mano de las comunidades autónomas, diciendo: "Disculpen, es nuestro turno".
Luis Crespo es Secretario General de Protermosolar.