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Danotek está desarrollando nuevos aerogeneradores de accionamiento directo que venderá a fabricantes de turbinas eólicas para reducir el coste y aumentar la confiabilidad de la energía eólica.
Este es exactamente el tipo de empresa de energías renovables que esperaba la administración de Obama, para que ayude a cerrar la brecha que dejó el deterioro de las industrias tradicionales en Estados Unidos.
Sin embargo, Danotek enfrenta un futuro incierto. Las ventas por exportaciones deberían ser suficientes para sostener a la empresa aun si el mercado eólico interno se evapora.
Pero Don Naab, su presidente, dijo que la amenaza al crédito fiscal a la producción ya está golpeando a los mercados eólicos internacionales. ?Para Vestas, Siemens y Gamesa, la cuestión sobre el crédito fiscal a la producción está afectando sus pronósticos de crecimiento?, señaló.
Después de China, que se ha convertido en un mercado cada vez más difícil para las compañías extranjeras debido al desarrollo de su industria doméstica, EE UU es el segundo mercado de energía eólica más grande del mundo.
El año pasado, 28% de todas las inversiones eólicas fuera de China, por capacidad instalada, se realizaron en EE UU. El mercado eólico estadounidense está en auge.
Este año se instalarán cerca de 12.500 megavatios de capacidad, según el grupo de investigación IHS, que supera el pico anterior de 10.000 megavatios registrado en 2009.
El mercado eólico de EEUU depende del crédito fiscal a la producción, creado en 1992 y aplicado intermitentemente hasta 2005. Desde entonces, ha estado disponible ininterrumpidamente y la industria estadounidense experimentó un gran auge, con la instalación de aproximadamente 85% de la capacidad eólica actual en la red eléctrica.
El mercado eólico estadounidense resulta extremadamente atractivo para las compañías generadoras de energía eólica, incluyendo empresas tales como Next-Era Energy Resources, la propietaria de la empresa de servicios públicos con sede en Florida, MidAmerican Energy, propiedad de Berkshire Hathaway de Warren Buffet, y grupos internacionales como Iberdrola de España, EDP de Portugal y BP del Reino Unido, que está construyendo un parque eólico de 800 millones de dólares en Kansas.
También atrae a un número cada vez mayor de fabricantes de aerogeneradores. La estadounidense General Electric es la más grande, con una participación de mercado de 29% el año pasado, seguida por la danesa Vestas y la alemana Siemens.
Los principales fabricantes chinos, Goldwind y Sinovel, tienen planes de convertirse en grandes proveedores en EE UU, aunque hasta el momento no han logrado importantes avances, ya que vendieron sólo cuatro turbinas eólicas en 2011.
Pero toda esta actividad depende fundamentalmente del crédito fiscal, unos 22 dólares por megavatio hora generado, que generalmente reduce el coste de un proyecto eólico de 20% a 30%. Con el crédito y la ayuda de otros incentivos, tales como las directivas estatales tendientes a que las empresas generadoras de energía produzcan una proporción fija de electricidad renovable, el aspecto económico de la energía eólica en EE UU es favorable.
Sin los incentivos, los costes son prohibitivos, según señalan los fabricantes, promotores eólicos e inversores. ?El crédito fiscal a la producción hace una diferencia sustancial. Sin él, el tipo de oferta que tenemos se hace mucho más cara», dijo Blake Nixon, el presidente de Geronimo Wind, que es proveedora de clientes corporativos.
Si el crédito se agota, no habrá ninguna alternativa a la demanda de combustible. El hecho de que la energía eólica pueda ser competitiva sin subsidios se ha visto frustrada por la caída de los precios del gas natural en América del Norte.
En el año 2008, cuando el precio del gas alcanzó el pico de u$s 13 por millón de unidades térmicas británicas (BTU), la energía eólica constituía una opción económica para la generación de energía en estados como Texas. Ahora, el gas está a u$s 3 por millón de BTUs y a pesar de que el costo de generación de energía eólica se redujo un poco, no hay manera de que lo haga al mismo ritmo que el precio del gas.
El problema del crédito fiscal a la producción es que se ha convertido en una cuestión muy politizada en un año electoral. Los republicanos, escépticos ante la amenaza del cambio climático, hostiles a los intentos del gobierno de «elegir a los ganadores» de la industria y cercanos a los sectores del petróleo, el gas y el carbón, sostienen que el crédito no debería renovarse cuando se agote a fin de año y Mitt Romney, el candidato a la presidencia por el partido, apoya esa iniciativa.
No todas las compañías energéticas están a favor de la extensión del crédito. Desde Exelon, el grupo de Chicago que depende de las centrales eléctricas nucleares y de carbón, sostienen que se debe dejar que el crédito caduque. Por ahora, los desarrolladores se están esforzando para cumplir con los requisitos de elegibilidad para el crédito fiscal a la producción – deben estar suministrando energía a la red eléctrica antes de fin de año – razón por la cual muchos fabricantes están trabajando a toda máquina.