El vehículo eléctrico podría evolucionar a partir de la bicicleta

Aunque los coches eléctricos ya van por su tercera generación, y las cifras de ventas del año pasado ascendieron a unas respetables 40.000 unidades en todo el mundo, lo cierto es que ni el coche eléctrico Leaf, ni el Volt, ni el iMiev parecen destinados a popularizarse. ¿Podría estar el futuro del coche eléctrico urbano en una evolución a partir, no del coche convencional como los modelos antes citados, sino de la bicicleta?

Parte del problema es que intentamos hacer un coche eléctrico como resultado de la evolución del coche convencional, con el resultado de máquinas notoriamente inferiores en prestaciones al modelo original. Seguir el camino opuesto, fabricando “superbicicletas” podría ayudar a avanzar en el camino del vehículo eléctrico.

La mayor virtud de las bicicletas eléctricas es su extraordinaria eficiencia en el transporte de personas. Si un coche transporta apenas unos gramos de humanidad por cada kilo de su peso, una bicicleta eléctrica lleva encima tres o cuatro kilos de persona por cada kilo que pesa la máquina. Esta eficiencia se traduce en unos costes muy bajos. El vehículo es diez veces más barato que un coche, y el coste del combustible por kilómetro y persona es diez veces inferior.

Si añadimos a un vehículo así una cabina cerrada (fácil de instalar en un triciclo o un cuadriciclo) ya tenemos un confort equivalente al de un coche convencional, y protección de las inclemencias del tiempo, un punto flaco de la bicicleta. Esta máquina, el vehículo ultraligero terrestre (VULT), es perfecto para el transporte urbano, ya sea público, a la demanda o privado. Por el otro lado, el de los coches de verdad cruceros de la carretera con autonomías de 600 km., habrá que esperar a la evolución de los híbridos hacia eléctricos puros y de las recargas lentas a la ultrarrápidas.

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