Alemania no teme a la industria eólica china

Alrededor de 5.000 empresas se presentan en la Feria industrial de Hannover. Para los fabricantes alemanes esa es una excelente oportunidad de ver hasta dónde se ha desarrollado la competencia, dice Hannes Hesse, director general de la asociación del sector, VDMA, por sus siglas en alemán.

“Los chinos vienen a Hannover a exponer lo mejor que tienen, es decir, que veremos productos de última tecnología. Y debemos compararlos con los que nosotros fabricamos. Lo que aún no se sabe es si los chinos pueden fabricar esos productos en masa”, señala Hesse. Y añade que ese será un proceso que valdrá la pena seguir.

También Joachim Fuhländer, cuya compañía se dedica a la fabricación de centrales de energía eólica, observa con atención la evolución de la industria china.

“Sin duda, China nos infunde respeto, pero no miedo”, subraya. Su empresa, dice Fuhrländer, vendió hace algunos años una licencia al mayor productor chino de centrales eólicas. “La compañía tuvo mucho éxito. Pero fue nuestro concepto de formar sociedades, entregar licencias y compartir tecnología el que también tuvo éxito, ya que el que comparte nunca se empobrece”, explica el empresario.

Su empresa, de orden mediano, está en Renania-Palatinado. Ya produce en India y está planificando hacerlo en Brasil, Vietnam y Ucrania. Eso resulta de que muchos países que tienen interés en la energía eólica valoran el hecho de que se produzca en su territorio, y no en el extranjero.

“Brasil, por ejemplo, quiere que se produzca allí un 60 por ciento del total. Pero a los chinos les cuesta aceptar la idea, ya que pretenden producir en China y exportar al mundo. Alemania, por el contrario, posee una cadena de producción en diversos países, ya que la gente allí también necesita trabajar”, dice Fuhrländer.

Lo que Fuhrländer presenta en la Feria de Hannover parece, a primera vista, algo poco espectacular, y tiene la apariencia de un rotor eólico. “Lo especial de este rotor es que unimos el engranaje y el generador en un solo grupo, con lo cual ahorramos alrededor de un 60 por ciento de peso”, afirma.

Y menos peso significa más facilidad en el transporte y en el montaje, además de que se pueden utilizar basamentos más baratos. La central eólica también es interesante para países cuyas vías de transporte y cuya logística no están tan desarrolladas como en Europa.

A pesar de ser ligeras, el rendimiento de las centrales eólicas es comparable al de centrales mucho más pesadas.

La empresa Smart Hydro Power demuestra que todo se puede fabricar en tamaño aún más pequeño. El estudio de ingenieros de Baviera es una especie de start up del ramo energético y en él sólo trabaja un puñado de especialistas.

Produce una mini central hidráulica que funciona independientemente de que exista una represa. Se trata de una turbina algo similar a un submarino, de unos 300 kilogramos de peso. Si se la coloca en un río que posea una corriente lo suficientemente poderosa, con ella se puede abastecer de electricidad a pueblos enteros, explica Christina Di Santo, de Smart Hydro Power.

“La primera se instaló en Perú. Allí hay una aldea de 28 casas, y la turbina abastece a esos 28 hogares de electricidad”, dice la experta. Smart Hydro Power concibió la turbina de agua como una alternativa más económica y más ecológica a los generadores a diésel, que son muy comunes en los países en vías de desarrollo.

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