“Incluso si consiguiéramos detener hoy nuestras emisiones de gas de efecto invernadero, lo que está aún lejos de ser el caso, los gases ya presentes en la atmósfera permanecerían en ella durante decenas de años y seguirían perturbando el frágil equilibrio de la tierra y del clima”, añadió.
Los niveles de gases efecto invernadero en la atmósfera alcanzaron un nuevo récord en 2010, un año en el que también aumentó el ritmo de su emisión, reveló ayer la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Al publicar su Boletín sobre Gases de Efecto Invernadero, en el que asimismo destaca que en la última década se produjo un importante aumento de las concentraciones de óxido nítrico (N20), lo que también tiene un efecto en el calentamiento de la atmósfera.
“El impacto que sufre la atmósfera debido a los gases de efecto invernadero generados por la actividad humana alcanzó niveles récord desde la era preindustrial”, dijo el secretario general de la OMM, Michel Jarraud.
“Incluso si lográramos detener hoy nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, algo que está lejos de ser realidad, el efecto estaría presente durante décadas en la atmósfera”, añadió Jarraud.
En su opinión, “ahora más que nunca antes, tenemos que comprender las complicadas, y a veces imprevisibles, interacciones entre los gases de efecto invernadero y la atmósfera, la biosfera terráquea y los océanos”.
La OMM indicó que entre 1990 y 2010 se incrementó 29 % en la fuerza de irradiación (el efecto del calentamiento atmosférico en el clima) derivada de los gases de efecto invernadero y que el dióxido de carbono (CO2) es el responsable del 80 % de ese aumento.
El CO2 es hoy el gas de efecto invernadero más presente en la atmósfera y representa en torno al 64 por ciento del total de las causas de variación del clima.
Desde el principio de la era industrial en 1750, según la OMM, su presencia en la atmósfera aumentó en 39 por ciento, hasta las 389 moléculas de gas por millón de partículas de aire limpio.
Entre 2009 y 2010 aumentó en 2.3 unidades por millón, superando las cifras de la década de 1990, cuando fueron de 1.5 unidades por millón y de la pasada década, cuando la concentración se situó en 2 unidades por millón.
Durante los 10 mil años anteriores al inicio de la era industrial, la presencia atmosférica de CO2 se mantuvo en torno a las 280 moléculas por millón.
Después del CO2, el metano (CH4) contribuye con el 18 % de la fuerza de irradiación, con un incremento del 158% con respecto a la era pre-industrial, cuando la presencia de este gas en la atmósfera terrestre era de 700 moléculas por cada mil millones de partículas de aire limpio.
Este fuerte incremento se debe sobre todo a la ganadería, la producción de arroz y la explotación de los combustibles fósiles. La actividad humana es la responsable del 60% de las emisiones de metano, mientras que el 40 por ciento restante procede de fuentes naturales, como las tierras húmedas.
En el caso del metano, la OMM advierte de que “después de un periodo de relativa estabilización de sus niveles entre 1999 y 2006, su presencia en la atmósfera ha vuelto a aumentar”.
Por último, el óxido nítrico contribuye con un 6 por ciento a esa fuerza de irradiación y está un 20 por ciento por encima de los niveles previos a la revolución industrial.
El óxido nítrico tiene su origen en causas naturales -los océanos- y actividades humanas -el uso de fertilizantes y biomasa y otros procesos industriales.
El problema es que su impacto sobre el clima, tomando como referencia un siglo, es 298 veces superior al de las emisiones en igual cantidad de dióxido de carbono.