En los últimos tiempos la energía solar fotovoltaica ha tenido un crecimiento sin precedentes en muchos países. España es un ejemplo especialmente claro, donde desde 2019 se han instalado más de 3 GW anuales y el año pasado se instalaron 5,5 GW (sin contar autoconsumo, que añade otro buen pellizco a la ecuación).
Como consecuencia, la energía solar se está convirtiendo en una de las grandes protagonistas del mix eléctrico durante muchas horas del año. Y esto está comenzando a reducir los ingresos que la energía solar obtiene en el mercado, un fenómeno conocido como canibalización de precios.
La canibalización de precios en el mercado eléctrico ocurre cuando un aumento en la generación de energía renovable, especialmente solar y eólica, reduce los precios de la electricidad en los momentos en que estas tecnologías producen más. Esto sucede porque las renovables tienen costos marginales muy bajos, lo que desplaza a tecnologías más caras y presiona a la baja los precios en esos períodos.
Este fenómeno reduce los ingresos que los productores solares obtienen por su energía afectando su rentabilidad, especialmente en mercados con alta penetración solar.
Mientras, la eólica, aunque también se afectada en episodios de altos vientos, mantiene mejor el precio capturado por estar su generación “más repartida” a lo largo de las horas del día y coincidir en menor medida con la generación solar por la complementariedad entre ambas tecnologías.
El fenómeno de la canibalización se está dando en mayor o menor medida en todos los países que tienen una penetración renovable (y especialmente solar) relevante. Por poner algunos ejemplos y centrándonos en Europa, España, Alemania o Grecia. Os dejo el gráfico para España.
Lo explica (y visualiza) genial Julien Jomaux en su newsletter GEM Energy Analytics a la que os recomiendo mucho que os suscribáis si queréis entender mejor los mercados eléctricos. Suyo es el gráfico de arriba.
Por poner un ejemplo concreto de este fenómeno, se estima que la tasa apuntamiento en Alemania para la solar será del 66% para 2025, mientras que para la energía eólica será del 90% en onshore y del 92% en la offshore.
El apuntamiento es el ratio entre los ingresos promedio obtenidos por una planta renovable en el mercado y el precio medio del mercado eléctrico, reflejando la capacidad de la planta para capturar ingresos en relación con el comportamiento del mercado.
Y claro, a menores ingresos esperados, menor es la rentabilidad esperada, por lo que más complejo se convierte invertir en nuevas plantas solares (especialmente) y eólicas (no tanto). Y esto se está reflejando en los movimientos de los grandes players de estos mercados que hemos mencionado.
Y para muestra, un botón. El gigante italiano Enel (máximo accionista de Endesa) ha presentado recientemente su plan estratégico para el horizonte 2025-2027, donde destaca su movimiento hacia la eólica y tecnologías “flexibles”, priorizándolas por delante de la solar.
La estrategia de Enel pasa por instalar 5,7 GW de eólica en los próximos 3 años por 3,2 GW de energía solar. También prevé incorporar 2,3 GW de baterías y 0,7 GW de hidráulica.
Otro indicio claro de este cambio de estrategia es que Endesa ha vendido recientemente el 49,99% de sus activos solares a Masdar, manteniendo el control de los proyectos pero reduciendo su exposición a la mencionada canibalización. Además, poco después, ha comprado 626 MWs de hidráulica a Acciona Energía.
¿Quiere decir esto que se va a dejar de invertir en solar? Claramente no. Pero si nada cambia, en algunos mercados cada vez costará más seguir el ritmo de los últimos años.
Existen fórmulas para “esquivar” parcialmente esta canibalización e incertidumbre, como por ejemplo los PPAs a largo plazo (aunque su precio está también ligado al precio del mercado mayorista, claro).
Un PPA (Power Purchase Agreement) es un contrato en el que un productor de energía acuerda vender electricidad a un comprador (como una empresa o un comercializador) a un precio fijo y por un periodo determinado, ofreciendo estabilidad tanto para el productor como para el comprador.
Otra fórmula serían los CFDs otorgados por los gobiernos a través de subastas, comunes en muchos países de Europa pero no en España (todavía).
Un CFD (Contract for Difference) es un contrato donde productor y comprador acuerdan un precio fijo: si el mercado es más bajo, el comprador paga la diferencia; si es más alto, el productor devuelve el exceso
Y por supuesto, nos quedan también el almacenamiento y el aumento de la demanda, que tienen la capacidad de hacer que el precio suba en horas centrales del día.