Considerado “el combustible del futuro”, el “hidrógeno verde” puede tener, en Brasil, uno de sus grandes players (una referencia en un determinado segmento). Aún no es posible estimar cuánto podría agregar este producto básico a la economía del país. Según especialistas, ya se dan por sentadas las buenas condiciones en Brasil para la producción de este energético, que cada vez más despierta el interés de otros países.
El interés por este combustible -cuya principal característica es un proceso de producción no dañino para el medio ambiente- se ha incrementado debido al riesgo de seguridad energética que enfrenta el continente europeo en el actual escenario de guerra, ya que la mayoría de sus países dependen de la gas exportado por Rusia.
Para tener el sello “verde”, es fundamental que el hidrógeno se produzca y transporte sin el uso de combustibles fósiles u otros procesos nocivos para el medio ambiente. Su producción requiere el uso de mucha energía, especialmente para eliminar, por hidrólisis, el hidrógeno que se encuentra en el agua.
Recursos renovables
El término hidrógeno verde ocurre cuando la electricidad utilizada en la electrólisis del agua proviene de fuentes de energía renovables como la eólica, la fotovoltaica y la hidroeléctrica, explica el director de Tecnología de Hidrógeno de la Asociación Brasileña de Energía de Residuos e Hidrógeno, Ricardo José Ferracin, quien también es asociado profesor de la Universidade Oeste do Paraná, además de ser uno de los responsables por la implantación del Centro de Investigación del Hidrógeno en la Usina de Itaipú.
Según el superintendente ejecutivo de la Asociación Brasileña de Hidrógeno (ABH2), Gabriel Lassery, el hidrógeno verde (o renovable) también se puede obtener de la hidroelectricidad y de la biomasa residual.
“Dado el poder agrícola que tiene el país, hay mucha disponibilidad de biomasa de relaves para la producción de hidrógeno. Brasil también tiene lugares donde es posible encontrar hidrógeno natural en espera de ser extraído”, dice.
Mercado
Lassery recuerda que el gas ya es ampliamente utilizado para fines industriales en Brasil, principalmente en la refinación de petróleo y la producción de fertilizantes.
“La expansión de esta economía desarrollará otras posibilidades en el mercado interno. Algunos ejemplos están en la movilidad, para la generación de energía a bordo de vehículos electrificados; en la industria del acero, para reducir las emisiones en la producción de acero; y en la producción de energía, para mitigar las interrupciones en el área de energías renovables”, dice.
En el panorama internacional, añade, el mercado del hidrógeno se ha estructurado “a pasos agigantados”. “Los países con menor disponibilidad de energía renovable apuntan a importar hidrógeno renovable y bajo en carbono de los países productores, para descarbonizar sus matrices. Frecuentemente se discuten nuevas iniciativas para estructurar estos acuerdos”.
Según Ricardo Ferracin, la capacidad de generación instalada en el país ronda los 180 GW con solo los proyectos en análisis, pero esta capacidad se puede duplicar, dando a Brasil un papel de liderazgo en el sector.
“Obviamente hay cuellos de botella tecnológicos y de inversión que hay que analizar con cuidado, pero las expectativas positivas son altas”, dice, citando como ejemplo de cuello de botella el hecho de que el país no fabrica electrolizadores y pilas de combustible. “Se necesita desarrollar la cadena de producción de los equipos y se necesita formar recursos humanos, especialmente técnicos”.
Lassery también dice que, actualmente, la mayor parte del hidrógeno producido en Brasil se produce de forma cautiva (en el lugar donde será consumido) y que sus fuentes de energía, en general, no son renovables.
“Sin embargo, Brasil tiene un inmenso potencial para la producción de hidrógeno renovable. En varias partes del territorio, su potencial para la producción de energía solar y eólica se encuentra entre los mayores del mundo, y con frecuencia se anuncian nuevos proyectos y memorandos de entendimiento para la producción de energía eólica y solar, tanto offshore [eólica instalada en mar] y en tierra [en el continente] con el objetivo de producir hidrógeno”, añade.
Transporte
Los expertos explican que, para garantizar el sello verde del hidrógeno, también es fundamental que no se transporte en vehículos que utilicen combustibles fósiles. Según Lassery, todas las etapas del proceso de producción y transporte de hidrógeno deben utilizar exclusivamente energías renovables.
“Como el hidrógeno ya se produce y transporta hoy, se conocen las formas de manejarlo de manera segura. Sin embargo, se crean y revisan nuevas normas, códigos y estándares, a medida que se desarrolla la tecnología”, dice.
Según Ferracin, el hidrógeno verde se puede transportar a altas presiones, dentro de cilindros, y líquido, a altas presiones y bajas temperaturas. También se puede transportar en “hidruros metálicos”. En este caso, se mezcla con otros metales y luego se puede transportar en forma sólida.