Un nuevo informe de la AIE (Agencia Internacional de la Energía) aboga por diversificar la cadena de suministro de energía solar, hoy concentrada en Asia, y por aumentar la producción en otros países, como hace EGP en Catania, para cumplir a tiempo los objetivos de descarbonización.
En la última década, la cadena de suministro fotovoltaico se ha concentrado predominantemente en los mercados asiáticos, lo que ha provocado un desequilibrio que pone en peligro la transición segura hacia el objetivo de cero emisiones netas. Esta es la conclusión a la que ha llegado la AIE (Agencia Internacional de la Energía), que por primera vez ha publicado un informe sobre las cadenas de suministro fotovoltaicas mundiales titulado Solar PV Global Supply Chains.
El interés de la investigación radica en el actual contexto de crisis provocado no solo por el reciente conflicto ruso-ucraniano, sino también por la fuerte recuperación económica que siguió a la pandemia de Covid-19, con un fuerte aumento de la demanda al que las cadenas de suministro no respondieron adecuadamente, lo que provocó un aumento de los plazos de entrega y de los precios.
Los riesgos del monopolio
Según dicho informe, la cuota china en todas las fases clave de la producción de paneles solares supera ya el 80% y, en el caso de los elementos clave para la fabricación, como los lingotes de poli silicio y las obleas, está previsto que aumente a más del 95 % en los próximos años. La AIE subraya todos los riesgos de este casi monopolio, empezando por la vulnerabilidad ante posibles situaciones comerciales de ‘cuellos de botella’, es decir actividades que disminuyen el proceso de producción, lo cual genera un aumento en el coste final del producto o incluso retrasos en los plazos de entrega.
Además, para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050, la AIE calcula que la producción anual adicional de energía fotovoltaica en el mundo debe cuadruplicarse como mínimo de aquí a 2030, y que la industria china por sí sola no sería capaz de alcanzar este crecimiento.
También hay cuestiones más contingentes. En la actualidad, las fábricas chinas se alimentan en gran medida de plantas de combustibles fósiles: aunque hoy en día un panel solar solo tarda entre 4 y 8 meses (de una vida útil total de 25 a 30 años) en compensar la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos para fabricarlo, la producción en países donde el mix de generación eléctrica es más limpio reduciría aún más su huella ecológica, tanto por la fabricación como por el transporte.
Beneficios de la diversificación geográfica
El informe, titulado «Solar PV Global Supply Chains», aboga por tanto por una diversificación geográfica de la producción de paneles solares. Y formula una serie de recomendaciones, dirigidas principalmente a los gobiernos: fomentar la implantación de fábricas en los grandes polos industriales, facilitar las inversiones con políticas fiscales adecuadas, garantizar una producción que respete la sostenibilidad medioambiental y social, invertir en investigación tecnológica para mejorar el rendimiento de los paneles reduciendo sus costes, establecer normas a favor del reciclaje de materiales para reducir la necesidad de materias primas -que a menudo, en el caso de las tierras raras, proceden de Asia- y, por tanto, también de las importaciones.
Los países y las empresas que sigan estas directrices, además de hacer más fluida y resiliente la transición energética, tendrán la oportunidad de crear su propia cadena tecnológica, con importantes efectos positivos en términos económicos, empezando por el empleo. La AIE calcula que por cada gigavatio añadido de capacidad fotovoltaica se pueden crear 1300 nuevos puestos de trabajo en la industria. También según las previsiones de la agencia, las nuevas fábricas de paneles solares podrían atraer inversiones por un total de hasta 120.000 millones de dólares para 2030.
Los beneficios, tanto económicos como medioambientales, aumentarían aún más si los fabricantes de paneles solares también fueran ellos mismos productores de electricidad. Un ejemplo de ello es el Grupo Enel.
Una Gigafábrica en un futuro próximo
Con el proyecto TANGO (iTaliAN pv Giga factOry), nuestra fábrica 3Sun de Catania se transformará en la mayor fábrica de paneles fotovoltaicos de Europa. Desde hace una década, esta instalación -que también es un centro de investigación- no deja de progresar tecnológicamente. En 2017, empezamos a producir módulos de doble faz, aumentando la energía producida en un 15 %. En 2019 llegó la tecnología de heterounión (HJT) que nos permitió batir el récord de eficiencia de las células comerciales, logrando un 24,63 % de conversión de luz. En la actualidad, los esfuerzos de innovación se centran en la sostenibilidad, con la mirada puesta en la reducción de las emisiones de CO2, la trazabilidad de los materiales, el aumento de la eficiencia del proceso de producción, la limitación de los residuos y el reciclaje de los módulos al final de su vida útil. Pero nuestra investigación estrella se centra en la célula Tándem, que consiste en dos células, una de las cuales es nuestra célula industrial, sobre la que se injerta una célula de perovskita. Se abren así nuevos horizontes de eficiencia antes inimaginables.