El CEO del fabricante de aerogeneradores Siemens Gamesa anima a los estudiantes a optar por la ciencia para frenar el cambio climático, durante la presentación de un informe sobre los beneficios de la energía eólica.
Este nuevo informe destaca los beneficios sociales, sanitarios y económicos que conllevaría el impulso de las energías renovables
Según Markus Tacke, la falta de interés de los estudiantes en áreas como la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) podría ser un potencial obstáculo para luchar contra el cambio climático en los próximos años
Acelerar el uso de la energía eólica reduciría la contaminación, salvaría vidas y preservaría recursos hídricos vitales, según un nuevo informe de KPMG, promovido por Siemens Gamesa Renewable Energy, fabricante líder de aerogeneradores.
El informe sobre la energía eólica de KPMG – ´El impacto socioeconómico de la energía eólica en el contexto de la transición energética´- destaca los significativos beneficios para la sociedad que conllevaría un incremento de las energías limpias. El informe apunta que la demanda de energía eólica podría multiplicarse por nueve para el año 2040 (pasando del 4% al 34%), y que una década más tarde, en 2050, permitiría evitar el mismo nivel de contaminación que el existente en las 80 ciudades más contaminantes (5.600 millones de toneladas de CO2). Esta reducción tendría beneficios reales para la sociedad al permitir salvar hasta cuatro millones de vidas al año y reducir los costes relacionados con la salud en 3,2 billones de dólares anuales.
En respuesta, Markus Tacke, CEO de Siemens Gamesa, ha hecho un llamamiento a los estudiantes de todo el mundo para que opten por los estudios de la rama conocida como STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y las carreras relacionados con la energía renovable, y desempeñen así su papel en la lucha contra el cambio climático.
En 2019, los estudiantes han transformado el debate en torno al cambio climático, dotándolo de mayor urgencia y dinamismo. Los datos respaldan esta preocupación, con la desaparición de más del 60% de la fauna silvestre en poco más de 40 años.
Durante la presentación del informe, Tacke reconoció el impacto que los jóvenes han tenido en este tema y manifestó el firme compromiso de proporcionar energía limpia a la sociedad como parte de los esfuerzos para hacer frente a esta crisis. Tacke llamó a los jóvenes a la acción, manifestando su preocupación por el hecho de que la escasez de estudiantes que optan por carreras STEM podría dejar a la industria sin el talento necesario para impulsar el cambio. «Puedes hacer algo. Puedes elegir ser quien haga que el cambio suceda. Elige STEM», apuntó.
«Elige una carrera que transforme tu curiosidad y pasión por el cambio en soluciones. Soluciones que necesitamos ahora, y que necesitaremos todavía más mañana».
Además, Tacke destacó el papel que los reguladores, los gobiernos y las empresas deben tener en el impulso de la transformación energética.
«Todos venimos aquí hoy desde diferentes áreas, representantes de la industria, analistas, instituciones políticas, pero compartimos una misma preocupación: cómo utilizar el conocimiento y los instrumentos que tenemos ahora mismo para empezar a abordar el cambio climático, porque hay una urgencia real», dijo. «Todavía faltan incentivos financieros y políticas claras. Las barreras para una transición a gran escala hacia la energía renovable no sólo radican en los costes de la tecnología, sino también en las estrategias e inversiones a largo plazo que permitan hacer realidad estos ambiciosos planes», agregó.
El nuevo informe también identifica otros beneficios clave resultantes de la transición energética. La escasez de agua se está convirtiendo en un problema importante que afecta al 40% de la población mundial. El informe destaca que la energía eólica podría ahorrar 16.000 millones de m3 de agua en 2030 (una cantidad equivalente a cerca del 15% del agua del Mar Muerto).
Otras conclusiones del informe muestran que las energías renovables pueden ser clave para mejorar el bienestar en los países en vías de desarrollo. En todo el mundo, mil millones de personas viven sin electricidad y 2.700 millones no tienen acceso a tecnologías limpias para cocinar. Con una ambiciosa transición energética, el acceso universal a la electricidad se podría garantizar en una década.