Las emisiones globales de CO2 procedentes de fuentes de combustibles fósiles -el 90% de todas las emisiones de las actividades humanas- aumentarán 2,7% respecto a 2017, que a su vez representaban un alza de 1,6% respecto a 2016.
Las emisiones de combustibles fósiles están en camino de aumentar por segundo año consecutivo, principalmente debido al creciente uso de energía, según nuevas estimaciones del Global Carbon Project.
Las nuevas proyecciones llegan en una semana en la que se celebra una reunión de negociadores internacionales en la ciudad minera del carbón Katowice, Polonia, para elaborar las reglas para implementar el acuerdo climático de París. En virtud del acuerdo de 2015, cientos de naciones se comprometieron a reducir las emisiones de carbono y mantener el calentamiento global “muy por debajo” de 2 grados centígrados por encima de las temperaturas preindustriales.
“Pensamos, tal vez esperábamos, que las emisiones habían alcanzado su punto máximo hace unos años”, afirma Rob Jackson, profesor de Ciencias del Sistema de la Tierra en la Universidad de Stanford y mimebro del Global Carbon Project. “Después de dos años de crecimiento renovado, eso fue una ilusión”, añade.
El informe, titulado ‘El crecimiento global de la energía está superando la descarbonización’, se publica este miércoles en ‘Environment and Precourt Institute for Energy’, con datos más detallados publicados simultáneamente en ‘Earth System Science Data.’
El equipo estima que las emisiones globales de dióxido de carbono procedentes de fuentes de combustibles fósiles, que representan aproximadamente el 90% de todas las emisiones de las actividades humanas, alcanzarán un nivel récord de poco más de 37.000 millones de toneladas en 2018, un aumento del 2,7 por ciento sobre la producción de emisiones en 2017, frente al 1,6 por ciento de crecimiento del año anterior. Se proyecta que las emisiones de fuentes no fósiles, como la deforestación, agreguen casi 4.500 millones de toneladas de emisiones de carbono al total de 2018.
“La demanda mundial de energía está superando el poderoso crecimiento de las energías renovables y la eficiencia energética”, lamenta Jackson, quien también es miembro principal del Instituto de Bosques para el Medio Ambiente de Stanford y del Instituto de Energía Precourt. “El reloj no se detiene en nuestra lucha por mantener el calentamiento por debajo de 2 grados”, advierte.
Autos, carbón y clima frío
En Estados Unidos, se proyecta que las emisiones de dióxido de carbono aumentarán un 2,5 por ciento en 2018 después de una década de declives. Los culpables del aumento incluyen un clima inusual –un invierno frío en los estados del este y un verano cálido en gran parte de la nación incrementaron las necesidades energéticas de calefacción y refrigeración–, así como un creciente apetito por el petróleo frente a los bajos precios del gas.
“Estamos conduciendo más millas en coches más grandes, cambios que están superando las mejoras en la eficiencia de los combustibles de los vehículos”, explica Jackson. En general, el uso de petróleo en Estados Unidos está en camino de aumentar más del 1 por ciento este año en comparación con 2017.
Sin embargo, el consumo de un combustible fósil ya no está en aumento: el carbón. El estudio muestra que el consumo de carbón en Canadá y Estados Unidos ha disminuido en un 40 por ciento desde 2005. “Las fuerzas del mercado y el impulso por un aire más limpio están empujando a los países hacia el gas natural, la energía eólica y solar –celebra Jackson–. Este cambio no solo reducirá las emisiones de CO2, sino que también salvará vidas perdidas por la contaminación del aire”.
Sin embargo, el estudio muestra que las energías renovables en todo el mundo están en línea en gran medida como complementos a las fuentes de energía de combustibles fósiles, en particular el gas natural, en lugar de reemplazarlas. “No es suficiente para que las energías renovables crezcan –apunta Jackson–. Necesitan desplazar los combustibles fósiles. Hasta ahora, eso está sucediendo con el carbón, pero no con el petróleo o el gas natural”.
Con el tiempo, los investigadores advierten que el aumento en el uso del carbón en regiones donde grandes partes de la población carecen de acceso a una electricidad fiable podría eventualmente superar los fuertes recortes en el uso de carbón en otros lugares. Se proyecta que las emisiones de India, por ejemplo, crezcan un 6 por ciento este año a medida que el país compite por construir nuevas plantas de energía para las necesidades industriales y de los consumidores. “Están construyendo todo, eólico, solar, nuclear y carbón, muy rápido”, describe Jackson.
Crece la demanda de energía
La demanda de energía está aumentando en todo el mundo. “Es la primera vez en una década que las economías de prácticamente todos los países están creciendo”, señala Jackson. Según el estudio, el mayor cambio en las emisiones de carbono de este año en comparación con 2017 es un aumento sustancial tanto en el consumo de energía como en las emisiones en China. Después de cuatro años de emisiones estables en medio de la presión para mejorar la calidad del aire, el país ahora ha pisado el acelerador.
El crecimiento económico mundial ha aumentado la demanda de hierro, acero, aluminio y cemento fabricado en China. Mientras tanto, una reciente desaceleración en la propia economía de China hizo que el país cambiara su enfoque hacia el desarrollo energético. “China está impulsando proyectos de carbón que estaban en suspenso”, dice Jackson. Como resultado, se espera que las emisiones del país aumenten un 5 por ciento en 2018, en comparación con un incremento de aproximadamente un 3,5 por ciento el año anterior.
Las estimaciones de este año de alguna manera marcan un retorno a un viejo patrón, en el que las economías y las emisiones suben más o menos en sincronía. Sin embargo, la historia reciente sugiere que los dos pueden desacoplarse. Desde 2014 hasta 2016, las emisiones se mantuvieron bastante constantes a pesar del crecimiento del producto interno bruto mundial, en gran parte gracias al reducido uso de carbón en Estados Unidos y China, la mejora de la eficiencia energética y la expansión de la energía renovable en todo el mundo.
“Podemos tener un crecimiento económico con menos emisiones”, afirma la científica climática Corinne Le Quéré, de la Universidad de East Anglia (Inglaterra) y autora principal del artículo del grupo en Datos del Sistema Terrestre de la Tierra. “No hay duda sobre eso”, añade. Durante la última década, al menos 19 países, incluidos Dinamarca, Suiza y Estados Unidos, redujeron las emisiones de dióxido de carbono de fuentes fósiles mientras sus economías crecieron.
En 2019, a menos que haya una recesión económica mundial, los investigadores anticipan que las emisiones de dióxido de carbono aumentarán aún más a pesar de la urgencia de revertir el curso. “Necesitamos emisiones para estabilizar y una tendencia rápida hacia la línea cero”, afirma Jackson.