En medio de una montaña de incertidumbres, algunas certezas parecen escribir su propio camino en Argentina: es el caso de las energías renovables, un campo en el cual el país tiene un potencial gigante de la mano de la extensión de su territorio y del abaratamiento de las tecnologías disponibles para producir electricidad de manera sustentable.
En ese marco la energía eólica tiene su propio espacio de crecimiento. «Si todo va bien durante este año se puede convertir en la tercera potencia de América Latina en potencia eólica instalada en un año ya que el plan Renovar está funcionando bien» señaló Ramón Fiestas, el presidente del Global Wind Energy Council (GWEC) para Latinoamérica y uno de los expositores destacados de «Argentina Wind Power 2018», el evento eólico más importante y representativo de esa industria que tuvo lugar en Buenos Aires hace pocos días atrás.
En charla con Más, el especialista destacó la necesidad de profundizar la transición hacia las energías renovables de la mano de una mayor conciencia ambiental y del abaratamiento de esas tecnologías.
—¿La transición energética hacia las renovables es un hecho que los países ya no pueden eludir?
—La transición energética es la consecuencia de la conciencia que toma la sociedad sobre la necesidad de preservar el medioambiente y utilizar los combustibles fósiles para otros fines que no sean quemarlos. Esa conciencia habla de poder explotar los recursos naturales renovables que son inagotables con nuevas tecnologías que los hacen absolutamente competitivos con respecto a otras fuentes de generación de electricidad. Es muy novedoso eso respecto al estado de la tecnologías y sus costos de hace 15 años. En este siglo hubo un gran salto y esas tecnologías son muy competitivas respecto a las otras, por eso existe la necesidad de incorporarlas a la matriz con más volumen y capacidad y revertir la situación.
—Se trata de que las renovables sean las nuevas convencionales…
—Claro, las renovables deben ser las convencionales y esto ya es así en algunos países de Europa como España, donde estamos hablando de que estas tecnologías que en América Latina se conocen como no convencionales en Europa ya son convencionales.
—¿La urgencia por el cambio climático aceleró esa transición?
—Esto es fundamental para luchar contra el cambio climático ya que uno de los sectores que más contribuye a la emisión de gases es el energético, sobre todo el eléctrico por lo que representa la combustión de los fósiles sea petróleo, carbón o gas natural, o sea los combustibles que están detrás del sector del transporte que es uno de los más contaminantes. Lo bueno es que es allí donde la acción de la tecnología tiene más capacidad ya que se puede reemplazar a las antiguas con bastante facilidad desde lo económico y lo tecnológico.
—¿Cuál es el panorama de energía eólica en América Latina?
—América Latina en general es un continente al que le queda muchísimo recorrido en cuanto a su modernización energética, aunque hay casos singulares como el de Brasil que está en un proceso de inversión en eólicas muy intensivo ya que anualmente se instalan unos 2.000 megavatios de origen eólico. Uruguay también acometió una inversión muy eficiente e intensiva en la última década y hoy está a la cabeza de los países del mundo que más generación eléctrica eólica integran en su sistema. Se están produciendo desarrollos importantes, serios y con regulación en México y en Chile, un poco menos en Perú. Y está apenas empezando apenas en Colombia con una primera subasta que se hará antes de fin de año.
—¿Y Argentina?
—Si todo va bien durante este año se puede convertir en la tercera potencia de América Latina en potencia eólica instalada en un año ya que el plan Renovar está funcionando bien, ha atraído inversiones para ponerlo en marcha de forma sólida y hay aproximadamente 1.800 megavatios en construcción. Es posible que el año termine con entre 300 y 400 megavatios conectados a la red por lo que Argentina ha dado un salto de gigante. El 2019 si todo va bien se convertirá en un año muy intensivo logísticamente hablando para las eólicas porque se van a tener que concretar más de 2.000 megavatios que deberían ingresar al sistema. La cartera de proyectos es grande y se ha financiado más del 50% de la potencia adjudicada. Esperemos que a pesar de las circunstancias el proceso pueda continuar porque el mecanismo económico financiero del Renovar es sólido como para enfrentar la coyuntura. Puede aparecer un cuello de botella en el financiamiento de los proyectos pero confiamos en lo atractivo del sistema. En el caso argentino es indispensable seguir apretando el acelerador de las renovables porque precisa potencia eléctrica instalada para mejorar su suministro y además ahora dispone de una tecnología que es la más eficiente de todas. No hay muchas excusas para no avanzar en el programa de renovables, hay una necesidad de satisfacer la demanda eléctrica y una necesidad de hacerlo de forma sostenible desde lo ambiental y desde lo económico.
—Ya no se puede decir que las renovables son un lujo de sociedades ricas…
—Antes se decía que las renovables eran caras y que algunos países no podían acceder a ellas pero ese mito ya fue derribado. Hoy en muchos países es la tecnología más eficiente porque hay muchos y buenos lugares para el aprovechamiento eólico, y Argentina es uno de esos lugares. Las centrales son energéticamente muy eficientes y eso redunda en la competitividad porque se deja de pagar combustibles, el viento no se paga. Hay que hacer una inversión importante pero la diferencia es que la central convencional exige pagar el gas o el petróleo o el carbón, mientras que en las renovables los recursos son inagotables y están en la naturaleza. Esa es una ventaja muy grande una vez que se ha llegado a un punto de eficiencia competitiva.
—¿Qué opina de la apuesta por Vaca Muerta en un contexto de transición energética global? ¿Tiene sentido seguir invirtiendo en los fósiles?
—Entiendo que los sistemas eléctricos en cada territorio responden a los recursos de cada territorio y a las tecnologías disponibles, que son complementarios unos y otros y esa es una necesidad que existe, ya que las renovables tienen una gestión variable por su propia naturaleza. Las tecnologías que queman combustibles fósiles son más predecibles desde lo técnico porque el suministro es constante, entonces hace falta una complementariedad entre uno y otro. En este momento de transición energética en el que estamos hay que tener la visión de ese carácter complementario sin perder de vista hacia donde vamos y que el objetivo debe ser el aprovechamiento máximo de las renovables con el respaldo para que esto funcione de una manera segura y permanente. Cada sistema tiene sus necesidades y son todos diferentes, los consumidores son distintos y las demandas también en cada país, así como los recursos naturales. Si ahora se puede explotar el gas de Vaca Muerta hay que planificar cuánto gas hace falta para respaldar la transición, sin perder de vista que el Renovar tiene que llegar al objetivo del 20% para el 2025 de fuentes renovables.
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