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La diversificación en la forma de generar electricidad en Guatemala, con énfasis en energías renovables, ha contribuido a que el precio de la energía en el mercado de oportunidad en Guatemala haya bajado de US$0.15/Kwh en promedio en el 2012, a US$0.12 en el 2013, US$0.10 en el 2014, US$0.07 en el 2015 y US$0.05 en el 2016. Esto se ha traducido en importantes rebajas en las tarifas de electricidad, situación que contribuye al bienestar de la mayoría de guatemaltecos y a que muchos comercios e industrias puedan seguir operando en Guatemala.
El haber logrado esto requirió de visión de largo plazo y de acciones concretas para materializar los planes, sin embargo, es importante dar una mirada hacia adelante para analizar qué elementos pueden influir en el futuro de estas tecnologías.
Guatemala, por ser un país volcánico, cuenta con un alto potencial para generar energía geotérmica. El elemento más importante a analizar para determinar el futuro de esta tecnología será lo que derive del reciente Acuerdo Gubernativo 231-2017, donde se prorroga por 25 años más la concesión al INDE para el uso de los recursos geotérmicos del país. En esto será fundamental comprender el plan concreto del INDE para aprovechar este valioso recurso y la razón de ser de dicho acuerdo, de tal forma que el desarrollo de esta tecnología reviva de una forma eficiente y transparente.
En relación a la energía solar y eólica, también se cuenta con un enorme potencial en el país. Países como Chile le han apostado prácticamente todo su crecimiento a futuro a estas dos tecnologías, entre muchos otros ejemplos. En nuestro caso, el principal tema a evaluar será el tratamiento regulatorio que se le dé a estas tecnologías. Si se le aplica un tratamiento anacrónico y restrictivo a una de las tecnologías que más ha evolucionado en los últimos años, seguramente el resultado no será el mejor para el país. Tal es el caso de la posible aprobación de modificaciones normativas que pondrían límites restrictivos a la penetración de estas dos tecnologías en el país y limitarían la cantidad de energía que pueden inyectar en los diferentes puntos de la red eléctrica, eliminando así la posibilidad de economías de escala, elemento vital para el aprovechamiento eficiente de estos recursos.
En el caso de las hidroeléctricas, en muchas ocasiones se ha escrito cómo alrededor del mundo, los países desarrollados ya han desplegado desde hace décadas todo su potencial hidroeléctrico. En Guatemala, ha crecido menos del 20 por ciento. Aun con solo este pequeño porcentaje, en los últimos años le ha brindado una gran independencia energética al país y estabilidad a las tarifas. Con respecto a este recurso, el principal elemento que definirá su futuro es el tratamiento que se le dé al proceso de consulta que el Estado tiene que realizar de acuerdo al Artículo 6 del Convenio 169 de la OIT. Si esto no se regula de una manera adecuada, será prácticamente imposible impulsar proyectos de este tipo a futuro.
El camino se ve cuesta arriba, y algunas preguntas que surgen son ¿Si en Guatemala ya no se produce energía con sus propios recursos, cuál es la alternativa? ¿Quiénes serán los ganadores y los perdedores en esta ecuación? ¿Cómo se puede lograr una mayor participación de la sociedad para lograr un desarrollo sostenible de este vital recurso a futuro? En fin, es un tema al que definitivamente hay que prestarle atención hoy, de lo contrario, todos lo lamentaremos mañana.
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