REVE
Un paso importante se concretó en 2008 con la aprobación por el gobierno de la Política Energética, ratificada en 2010 por la Comisión Multipartidaria de Energía del Parlamento.
La misma estableció los lineamientos principales en el ámbito de la energía a nivel nacional, con mirada a largo plazo, y apuesta a incorporar fuentes autóctonas en general y de modo particular las renovables.
Como parte de su diseño la diversificación de fuentes y proveedores busca reducir los costos, activar la industria nacional energética, disminuir la dependencia del petróleo y dar participación a las fuentes nacionales, según las autoridades del MIEM.
Dicha política se sustenta en ejes estratégicos como el institucional, el de la oferta, la demanda y el social, además de establecer las metas para corto, mediano y largo plazos, las acciones para lograrlas y el análisis continuo de la situación energética.
En forma general, esta estrategia va dirigida a satisfacer las necesidades nacionales, con costos adecuados para todos los sectores sociales y que aporte competitividad al país.
Esta última debe lograrse con la promoción del uso responsable y eficiente de energía, en procura de alcanzar la independencia al respecto enmarcada en la integración regional, a través de políticas económicas y medioambientales sustentables.
SALTO CUALITATIVO
Uno de los elementos más trascendentes de la apuesta uruguaya por una energía sana es la de haber logrado la transformación de su infraestructura energética con una inversión multimillonaria de siete mil millones de dólares en cinco años (2010-2014).
Ese monto público-privado representó que en cada uno de los años de ese lustro se erogara más de tres por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) a ese fundamento, cifra cinco veces superior al promedio de América Latina, según el informe Oportunidades de Inversión del 2014 de Uruguay XXI.
Hecho calificado de ‘sumamente exitoso’, de acuerdo con las autoridades, es el modelo de asociación entre el sector estatal y privado, que en la actualidad fue replicado en varios países por su eficacia.
Para el actual período de gobierno (2015-2019) el plan de infraestructura tiene concebido invertir otros cuatro mil 230 millones de dólares más en el sector energético.
La empresa estatal de la Administración Nacional de Usinas y Trasmisiones Eléctricas, por su parte, ha impulsado la política de diversificar los proyectos de inversión y financiamiento bajo distintas modalidades de asociación con inversores privados.
En ese sentido, se incluyen los emprendimientos con financiación pública, las licitaciones tradicionales, contratos de leasing (arrendamientos financieros), iniciativas binacionales y públicas con financiamiento del mercado de capitales y fondos de pensión.
También se suman los proyectos financiados por organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco de Desarrollo de América Latina y el Banco Mundial.
Un elemento a tener en cuenta, que resulta atractivo para los inversores, es que el régimen de promoción permite a los industriales financiar la generación de energía renovable hasta un 80 por ciento de la inversión con exoneraciones impositivas.
Otro elemento seductor es la capacidad de Uruguay de disponer de recursos naturales para la generación de energía solar, eólica e hidráulica, esta última a través de pequeñas centrales, a las cuales se incorpora también la biomasa con experiencias a partir de cáscara de arroz, caña de azúcar, celulosa, sorgo dulce y madera. Los especialistas consideran que uno de los desafíos más importantes de este país está asociado al aumento de la oferta energética, a fin de permitir ‘la continuidad de la dinámica expansiva y consolidar la agenda de desarrollo iniciada’.
DE IMPORTADOR A EXPORTADOR DE ENERGÍA
El déficit de infraestructura y de generación determinó que durante años Uruguay se viera obligado a importar energía desde Brasil y Argentina para cubrir su demanda energética.
Pero las medidas adoptadas por la nación sudamericana -de apenas 176 mil 215 kilómetros cuadrados y con un sistema nacional eléctrico de 770 kilómetros de 500 kilovatios-, permitieron modificar la matriz energética y también pasar de país importador a exportador neto de ese rubro.
Al anunciar este suceso en mayo último, la ministra del MIEM, Carolina Cosse, manifestó que hacía cuatro años que el país no importaba ese tipo de energía y ‘hace dos que le vende muy bien a Argentina, aproximadamente 10 por ciento de la generación nacional’, aseguró.
‘Yo creo que es un paso muy importante en la consolidación de Uruguay como exportador de energía’, destacó la alta funcionaria al informar de la venta de electricidad a Brasil a través del departamento de Rivera, fronterizo en el noreste con el gigante sudamericano.
Los datos más recientes indicaron que entre 2014 y 2016 se exportaron desde territorio uruguayo mil 122 gigavatios/hora por año, el 9,5 por ciento del total de la electricidad generada en promedio.
Mucho tuvo que ver en todo esto el aumento sin precedentes del uso de las energías renovables en la matriz energética nacional, que le permitió al país ubicarse en la vanguardia mundial y dar un salto en esta materia con el 62 por ciento de participación primaria.
De acuerdo a la estadística del pasado año, el promedio mundial de aporte está en el 19 por ciento.
El informe de 2016 de la REN21 (Red de Políticas de Energía Renovable para el Siglo XXI) indicó que Uruguay ocupa el tercer lugar global respecto al nivel de inversiones en la materia, comparado con su PIB. Se destaca en este sentido la incorporación de la energía eólica al sistema nacional eléctrico, que tan solo el pasado año cubrió el 23 por ciento del consumo, mientras en su totalidad las energías renovables aportaron el 97 por ciento, señaló la fuente.
Por otro lado, hasta el 10 de noviembre último, el país generó el ciento por ciento de su energía, durante 158 días, a partir de las renovables provenientes de la hidráulica, eólica, biomasa y solar, entretanto el combustible fósil se utilizó en el 1,6 por ciento.
Eso indica que del total generado, el 60 por ciento provino de fuentes hidráulicas, el 29,4 de eólica, el 7,4 de biomasa y el 1,6 de la solar.
El Índice de Desempeño de la Arquitectura Energética Mundial 2017, elaborado por el World Economic Forum, reveló que esta nación sudamericana está ubicada en el puesto 10.
Como parte de su estrategia, en julio del presente año las autoridades uruguayas aprobaron, además, la Política Nacional de Cambio Climático que plantea, entre sus objetivos, profundizar la diversificación de la matriz energética en fuentes de baja intensidad de emisiones de gases de efecto invernadero.
Juan Carlos Díaz Guerrero, PL