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El pasado 6 de noviembre se ha inaugurado la 23ª Reunión de los países firmantes de la Convención Marco sobre cambio climático de las Naciones Unidas, que durará hasta el 17 de noviembre. En la cumbre sobre el clima, presidida por el Gobierno de Fiyi (uno de los países que potencialmente más puede verse afectado por el aumento del nivel del mar debido al cambio climático), los países participantes elaborarán directrices para poner en marcha medidas ya adoptadas sobre transparencia, la reducción de emisiones, financiación, creación de capacidades y tecnología.
El objetivo último es avanzar en todas estas áreas para que las directrices se determinen en la cumbre climática COP24, que se celebrará en Polonia en 2018. Una de las tareas de la COP23 es preparar las conversaciones del año que viene, en las que se revisarán las contribuciones de cada país, con el fin de cumplir los objetivos del Acuerdo de París.
La anunciada retirada de Estados Unidos, el segundo emisor de gases contaminantes del mundo, genera incertidumbre sobre el cumplimiento de los compromisos climáticos y la financiación de medidas para reducir las emisiones en los países en vías de desarrollo. Sin embargo, el pasado 3 de noviembre el Gobierno de los Estados Unidos hizo público un informe científico sobre el cambio climático (aquí). En el mismo, los científicos afirmaban que estamos viviendo el periodo más cálido en la historia de la civilización humana (con un aumento de la temperatura media global en 2016 de 1ºC), y que hay un grado de certidumbre del 95-100% de que las actividades humanas, especialmente las emisiones de gases de efecto invernadero, son la causa dominante del calentamiento global ocurrido desde la mitad del siglo XX.
El informe sobre cambio climático del Gobierno de Estados Unidos vino precedido por la nota de prensa (aquí) de la Organización Mundial de Meteorología según la cual “la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera aumentó a una velocidad récord en 2016, alcanzando el nivel más alto en 800 000 años, según el Boletín de la OMM sobre los Gases de Efecto Invernadero. Los bruscos cambios observados en la atmósfera en los últimos 70 años no tienen precedentes.”
Como se puede ver en el gráfico de la OMM, la concentración media mundial de CO2 pasó de las 400 partes por millón (ppm) de 2015 a 403,3 ppm en 2016, como resultado de las actividades humanas combinadas con un intenso episodio de El Niño. Actualmente la concentración de CO2 representa el 145% de los niveles preindustriales (antes de 1750).
Además, el lunes pasado la OMM publicó su estimación sobre la situación del incremento de las temperaturas globales según la cual es muy probable que 2017 vaya a ser uno de los tres años más cálidos jamás registrados, con numerosos episodios de efectos devastadores, como huracanes catastróficos y crecidas, olas de calor debilitantes y sequías. La temperatura media global para el período comprendido entre enero y septiembre de 2017 fue de 0,47°±0,08 °C más cálido que la media de 1981-2010 (estimada en 14,31 °C), lo que representa un aumento de la temperatura de aproximadamente 1,1 °C desde el período preindustrial.
Fuente: OMM
Como se puede ver en la imagen inferior de la OMM, además de las altas temperaturas registradas a lo largo del año hay que añadir otros fenómenos climáticos extremos atribuibles en mayor o menor medida al calentamiento global.
Según el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas: “Si no reducimos rápidamente las emisiones de CO2 y de otros gases de efecto invernadero, nos veremos abocados a un peligroso aumento de la temperatura hacia finales de este siglo, muy por encima de la meta fijada en el Acuerdo de París sobre el cambio climático”, y añadió: “Las generaciones futuras heredarán un planeta que resultará sumamente inhóspito con respecto a hoy en día”.
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