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La intención de una empresa privada de energía eólica de vender a particulares puede generar un cambio histórico. Por su parte, UTE ofrece a pequeños inversores la posibilidad de comprar acciones en uno de sus parques. ¿Cuál es el beneficio?
«El viento nos dará dinero», promete UTE en una publicidad para la nueva oportunidad de negocios que lanzó. El ente autónomo ofrece, a partir de este miércoles y a cualquier persona en condiciones de invertir, la posibilidad de convertirse en su socia y ser dueña del parque eólico Valentines, ubicado entre Florida y Treinta y Tres.
Para eso realiza una emisión de acciones que se podrán adquirir a través de RedPagos. Con entre US$ 100 y US$ 2.000 se puede hacer la solicitud —que luego se adjudicará dependiendo de la demanda— y su rentabilidad está estimada en un 10% anual. Las acciones se colocarían en la sociedad anónima que administra el parque, Areaflin, y el plazo para invertir a través de la red de cobranza se extiende hasta el 20 de diciembre. Luego se habilitará un plazo para las inversiones más grandes. No es la primera vez que UTE permite a privados participar en el desarrollo de energías renovables, pero sí es la primera en que se apunta a los pequeños inversores.
En los últimos años, la energía eólica se ha convertido en la «vedette» del camino que el país transita hacia la reconversión energética. En los últimos años en que se pasó de la generación a través de combustibles fósiles a fuentes renovables, los molinos eólicos se han convertido en parte casi icónica del paisaje. Si en 2014 la energía eólica era apenas un 6% del total generado, hacia 2015 fue un 15% y este año, 20%. En total, en los últimos años, se han invertido US$ 1.848 millones en su desarrollo, según datos del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM). El país ya tiene 24 parques eólicos operativos y cuatro más en etapa de ensayo.
Los parques, ha dicho el presidente de UTE Gonzalo Casaravilla, «se financian solos». ¿Pero cuál es el negocio y cómo funciona?
La iniciativa de UTE, según el abogado Juan Manuel Mercant, de Guyer & Regules, es un negocio atractivo. Se trata, dice, de una inversión pensada para el largo plazo, con un retorno razonable. «Es una manera de financiarlo (el parque), de difundir la ventajas de un modelo muy exitoso y hacer partícipe a la gente que quiere invertir», dice Mercant, que asesora a varias empresas del sector.
La inversión en eólica tiene pocos riesgos y en este parque en particular se cuenta con la certeza de que va a ser operado por UTE, que tiene la capacidad y experiencia para hacerlo, dice Mercant. Además, hay exoneraciones fiscales importantes para las energías renovables a través de la ley de inversiones. De hecho, una gran parte de los proyectos presentados para recibir este beneficio desde 2007 tienen que ver con la energía eólica.
El negocio se da de dos maneras. Las empresas pueden tener un contrato con UTE, en el que se fijan los precios por 20 años. Eso garantiza que lo producido por los molinos siempre va a tener un comprador. La otra vía es a través del mercado spot, que no tiene ninguna de estas garantías e implica venderle a UTE al precio más caro que genera cuando el ente lo necesita. El primero es un negocio estable y el segundo implica varios riesgos, por lo que quienes optan por él son minoría.
Contar con energía suficiente para abastecerse es para el país una cuestión de autonomía. Desde hace cuatro años Uruguay no importa energía y eso quiere decir que no queda sujeto a los precios altos que se pagaron en otras épocas, cuando la sequía y la falta de fuentes alternativas hicieron crecer las tarifas. Esta semana el gobierno anunció un aumento en varias tarifas entre las que se encuentra la energía de UTE. Comenzará a regir desde enero y será de 7,3%, mientras que el aumento acumulado de la inflación para los últimos 12 meses fue de 8,1%. ¿Por qué si la diversificación ha sido tan provechosa la cuenta de la luz no parece bajar?
«Si miro la evolución de las tarifas eléctricas en Uruguay, puedo ponerme del lado de mis clientes y pensar que la energía debería haber bajado más, pero objetivamente ya ha bajado con respecto al Índice de Precios del Consumo (IPC)», dice Casaravilla. En los últimos tres años, enfatiza, los ajustes siempre han sido por debajo del IPC, que indica la variación mensual de los precios de bienes y servicios.
Si se mira la evolución del costo de la energía sin tener en cuenta la inflación, desde enero de 2010 han bajado 16%. Casaravilla espera que para el año que viene llegue al 17%. «Ahora no tenemos que estar explicando por qué, como se dio en 2012, la tarifa está un 40% por arriba del IPC, y esa es una consecuencia del cambio de matriz».
Este año cierra con una potencia instalada de 1.300 megavatios, dice el presidente de UTE. Por cada megavatio se abastece, en promedio, el consumo eléctrico de unos 500 hogares. Para 2017 el objetivo es llegar a los 1.500 megavatios.
Cuando hay humo en las chimeneas de la Central Termoeléctrica José Batlle y Ordóñez, en la empresa Ventus saben que están generando dinero. Es que para los emprendimientos del sector eólico que operan en el mercado spot (donde se fijan los precios por hora de compra y venta de energía) lo que define el precio del megavatio por hora es, en parte, el uso que UTE hace de todas sus fuentes. Cuando solo se recurre a la energía de fuentes hidráulicas, el precio del kilovatio en el mercado spot se reduce a cero. Cuando la demanda crece o la represa genera menos energía, UTE puede usar la central termoeléctrica, que tiene un costo alto. Así, el spot se beneficia.
El promedio del precio del kilovatio por hora en 2013 fue de US$ 169. En los últimos años sufrió una caída, al punto que en noviembre de este año el precio spot promedio fue cero.
El promedio interanual fue de US$ 21, según datos de la Administración del Mercado Eléctrico (ADME). Por su parte, las empresas que venden a UTE por contrato reciben US$ 69.
En el parque Libertad, en San José, la empresa Ventus tiene cinco aerogeneradores, uno de los cuales pertenece al Punta Shopping. Ventus construye, opera y realiza la ingeniería en distintos parques y afirma tener participación en el 50% de los megavatios que se generan en el país. Sin embargo, la baja del precio para el mercado spot hizo que este fuera un mal año para sus negocios. «Estamos parando parques porque no hay plata para pagar el mantenimiento», dice Francis Raquet, director de Ventus.
En un negocio que parece ser de ganar o ganar, las empresas que operan en el mercado spot son la contracara del robustecimiento de la matriz. Según explica el asesor de Dirección del MIEM, Ruben García, las lluvias han favorecido la generación de energía hidráulica y eso se suma a un buen desarrollo de la energía proveniente de la biomasa y la fotovoltaica —de hecho, en los primeros cuatro días de noviembre el país se abasteció en un 100% de fuentes renovables.
Raquet añade otro elemento a la combinación y es lo que él considera una sobreinversión en el mercado eólico. Esto se traduce en los excesos de energía que se generan y que, según explica Miguel Fraschini, directivo de la Asociación Uruguaya de Generadores Privados de Energía Eléctrica, se está vendiendo a precios demasiado bajos Argentina. En 2015, por ejemplo, el promedio fue de US$ 7.
«Las usinas de biomasa están paradas esperando a que haya precio bueno y muchos generadores de spot no están recibiendo retorno. A esos sectores hay que buscarles una salida que les mejores y rentabilidad», dice.
El exceso no debería ser, de por sí, una mala noticia. Sin embargo, al encontrar pocas vías de comercializar lo que producen, las empresas tienen pocas alternativas. Es por eso que Ventus ya firmó acuerdos con compañías del sector industrial, a quienes pretende venderles parte de la energía que produce. Eso implica que, por primera vez para el país, habría negocios de compraventa de energía entre privados.
Esta posibilidad existe desde hace algunos años, a raíz de una serie de decretos firmados en el gobierno de José Mujica que habilitan al sector privado a competir con UTE. «Nosotros, como actor de mercado, intentaríamos jugar limpio y desde la competencia comercial tratar de ofrecer mejor servicio», dice Casaravilla. La ADME aún está evaluando la concesión del permiso a Ventus.
La otra posibilidad que les queda a las empresas es exportar. Hasta ahora, solo se ha vendido a Argentina. Ventus también pretende ir por ese camino, anunció Raquet. La empresa ya tiene un acuerdo con lo que denominó «una de las comercializadoras más grandes de Argentina», que además realiza negocios con UTE. La empresa también está esperando la aprobación de las autoridades.
Casaravilla coincide en que el país ya está generando energía suficiente y dice que se está esperando a que crezca la demanda para seguir incorporando más. «El tema es que cuando se planificó el sector se previó que en determinados escenarios iba a haber una situación con valor spot bajo. Basta ver las curvas que mostrábamos en 2010 y 2011».
Tener excedentes es, en parte, una característica del nuevo modelo energético uruguayo. Desde UTE consideran que es mejor que sobre a que falte; de lo contrario, eso llevaría a los contribuyentes a tener que «sacar la billetera».
Vender energía a Brasil es una expectativa que se tiene hace varios años desde el sector energético. Para ello fue que se construyó una planta conversora de energía en Cerro Largo que implicó una inversión total de US$ 350 millones entre Uruguay y Brasil. El objetivo de la obra era poder convertir unos 500 megavatios de 50 ciclos a 60 ciclos, la frecuencia que maneja el país vecino. El negocio podrá servir a ambas partes: Brasil tiene a quien recurrir cuando aumenta la demanda y Uruguay tiene otro cliente a quien venderle sus excedentes. Sin embargo se «desinfló», según dijo el presidente de UTE, Gonzalo Casaravilla. En parte, las razones tienen que ver con la situación política y económica del país vecino. «Va a haber que esperarlos», agregó. Por otro lado, fuentes del sector argumentaron que la presión interna de empresas privadas brasileñas ha trancado el ingreso de la energía uruguaya. Para que se concrete, dicen, habrá que levantar varias barreras.
MARIANA CASTIÑEIRAS
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