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El gobierno cubano, que hace esfuerzos por modificar la matriz energética de la isla para dejar de depender del combustible fósil, busca hoy socios para la inversión extranjera en el desarrollo de fuentes de energía renovable (FER).
«La energía renovable es uno de los sectores en los cuales nuestro país está haciendo un énfasis importante», dijo el ministro cubano de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, al presentar hace unos días nueva versión de la Cartera de Oportunidades de Negocios en Cuba.
Ese portafolio recoge 395 proyectos por un monto superior a los 9.500 millones de dólares, con varias propuestas que permitirían a la isla modificar la dependencia del petróleo.
En la actualidad, la isla produce casi toda la energía que consume mediante el petróleo y gas, y sólo el 4,3 por ciento de la generación eléctrica se hace con energía renovables, una cifra que el gobierno pretende aumentar hasta 24 por ciento para 2030.
La citada Cartera de inversiones detalla 16 proyectos por un valor de 90 millones de dólares para la producción de energía en plantas bioeléctricas que funcionarán durante más de 200 días al año, a partir de los desechos de la caña de azúcar durante la cosecha y de otros residuos vegetales.
La electricidad generada por esas plantas, que estarán asociadas a centrales azucareros, se empleará en el trabajo de las refinerías del dulce, y la sobrante se destinará a la red nacional.
Las 19 bioeléctricas deben producir más de 1.900 gigawatts (GW) anuales, y dejarán de emitir a la atmósfera aproximadamente un millón 700.000 toneladas de dióxido de carbono.
Más ambicioso resulta el plan de levantar diez parques solares en el occidente de la isla, cada uno con una capacidad de generación de 10 megawatts (MW) y un costo de 200 millones de dólares.
La isla, que por radiación solar puede generar cada día unos cinco kilowatts (KW) por metro cuadrado, no cuenta con parques fotovoltaicos, aunque están desplegados paneles solares en casi 10.000 instalaciones del país, donde además funcionan más de 10.500 calentadores solares.
Para 2030, se espera que esos parques solares produzcan más de 1.000 GW anuales, lo que evitaría la emisión a la atmósfera de más de 800.000 toneladas de dióxido de carbono.
Entre las propuestas también aparece la construcción de 13 parques eólicos, los que producirán unos 1.000 GW anuales, con lo que la isla dejaría de emitir más de 900.000 toneladas de dióxido de carbono.
También a partir de las presas y del agua disponible en canales y lagos del país, se elaboró un programa para la construcción de 74 pequeñas centrales hidroeléctricas para generar más de 56 MW.
Una vez instalada toda la potencia proyectada, el programa producirá 274 GW anuales, lo que permite dejar de emitir a la atmósfera 230.000 toneladas de dióxido de carbono.
Por otro lado, el desarrollo de las producciones porcina, vacuna y avícola deja desechos orgánicos por más de 490 millones de metros cúbicos, por lo que el gobierno busca socios extranjeros para evitar la contaminación y generar electricidad de esa forma.
Todos esos proyectos permitirán a la isla depender menos del petróleo, pues en la actualidad tiene una producción del hidrocarburo y gas cercana a los 4 millones de toneladas anuales (unos 25 millones de barriles), de las cuales 3 millones corresponden a un crudo pesado y el resto a gas natural.
Esa producción local cubre cerca de la mitad de las necesidades de la isla, que completa con la compra de unos 100.000 barriles diarios a Venezuela, aunque en los últimos tiempos esa cifra ha disminuido.