REVE
Vestas Wind Systems, compañía danesa de energía eólica, vendió 34 turbinas eólicas en 34 países en 2015, por lo que se ha alzado como líder en el mercado a nivel mundial y se ha puesto a la cabeza para hacer del viento una fuente competitiva de energía.
En algún momento, se guardó un proyecto para instalar cientos de turbinas eólicas en la zona de la península Fosen, en Noruega, por que no se consideró viable. Las fuertes brisas que azotan al mar pueden cambiar en forma impredecible, en tanto que los enormes acantilados y las pronunciadas depresiones crean turbulencias que desgastan el costoso equipo.
Se rescató el proyecto con mucha ayuda de los cálculos matemáticos de Vestas Wind Systems, una compañía danesa de energía eólica.
Vestas utilizó datos para averiguar cómo utilizar turbinas más potentes para el proyecto y dónde colocarlas con toda precisión. Eso significó que la empresa del servicio público que estaba desarrollando las instalaciones pudiera comprar menos turbinas, lo cual ayudó a reducir los costos y a equilibrar la economía del proyecto de mil 200 millones de dólares.
La compañía está a la vanguardia de los esfuerzos por hacer que el viento sea una fuente competitiva de energía, en lugar de solo un experimento subsidiado. Al hacerlo, se ha convertido en modelo del sector de las energías renovables, que, por momentos, ha batallado para seguir siendo viable de cara a los recortes en los subsidios gubernamentales, y en los precios volátiles del petróleo y el gas.
Vestas entiende la inconstancia del negocio de la energía renovable.
Después de la crisis financiera y la recesión mundial, Vestas batalló con los costos que eran demasiado elevados, mientras bajaban los subsidios y se hundían los pedidos de turbinas eólicas. No era el primer infortunio de Vestas, ya que casi quiebra en los 1980.
La confianza en la compañía había “tocado fondo”, reconoció Bert Nordberg, quien se convirtió en el presidente en medio de la crisis. A eso le siguió una dolorosa ronda de reducciones de costos. Vesta cerró o vendió 19 de sus 31 fábricas en todo el mundo, redujo su fuerza laboral en cerca de una tercera parte, a 15,500 empleados, y se concentró en menos líneas de turbinas eólicas.
En el 2013, contrató a Anders Runevad, un nuevo director ejecutivo, quien, al igual que Nordberg, es sueco y fue ejecutivo en Ericsson. En Dinamarca, el cual llevó el peso de los recortes, los trabajadores bromeaban sobre el nuevo enfoque “sueco” de hacer negocios.
Las medidas, combinadas con la recuperación del mercado de las turbinas eólicas, redituaron muy pronto. Tras tres años consecutivos de pérdidas, hasta el 2013, Vestas volvió a ser rentable en el primer trimestre del 2014. En agosto, reportó una ganancia de 278 millones de euros en el segundo trimestre, más del doble de los resultados un año antes. Los ingresos aumentaron 46 por ciento, a 2,600 millones de euros.
El sector más general también está en mejor forma. Los ingresos de un grupo de ocho grandes fabricantes de turbinas, incluido Vestas, aumentaron 17 por ciento el año pasado, a 27 millones de euros, según David Vos, un analista en energía renovable en Barclays, en Londres.
También se está abaratando la producción energía eólica. En algunas partes del mundo, como en la India, establecer una granja eólica para alimentar a una fábrica o una ciudad cercana puede ser hasta más práctico que los métodos convencionales, como construir un gasoducto.
Es competitiva respecto de los combustibles fósiles hasta en sitios ricos en petróleo, como la región norte de Texas, en Estados Unidos, que es el mercado más grande de la compañía.
La naturaleza mundial del sector favorece a las fortalezas de una compañía como Vestas.
A diferencia de sus rivales como General Electric, que se centra en América Latina, Vestas vende en toda una zona más amplia del mundo. Vendió turbinas eólicas en 34 países el año pasado y domina el mercado de turbinas eólicas tierra adentro en todo el mundo, salvo por China (donde dominan las piezas claves internas).
“La ventaja a escala que tienen es fenomenal”, dijo Vos.
Crucial en ese progreso ha sido la recopilación de datos, lo cual Vesta ha estado haciendo durante años, a gran escala.
“Cuando trabajas en colocar y vender plantas de energía eólica, necesitas saber, exactamente, las condiciones climatológicas del sitio donde quieres poner una turbina”, dijo en una entrevista Lars Christian Christensen, el vicepresidente para soluciones de plantas de la compañía, en las oficinas centrales, en las afueras de Aarhus, un puerto en la península de Jutland, en Dinamarca.
Vestas ha estado puliendo las técnicas matemáticas para pronosticar la velocidad, la variabilidad y otras características del viento durante más de una década. En el 2006, la compañía compró unas cuantas computadoras para probar los beneficios de casar las proyecciones eólicas con sitios potenciales para las turbinas. Cuando a los clientes les gustaron los resultados, Vestas se extendió a una supercomputadora en el 2008. Ha actualizado la tecnología y agregado un equipo de meteorólogos para ayudar en la adaptación de modelos climatológicos.
Eso significa que la compañía puede, por ejemplo, pronosticar cómo es factible que se comporte el viento en cualquier fragmento de 10 metros cuadrados en la Tierra durante los 20 años de vida de una turbina eólica. Al meter otras variables, como el precio de una turbina, el costo de rentar el terreno y la tarifa que se le pagará al cliente por la electricidad, Vestas puede, rápidamente, proporcionarle a un comprador el rendimiento financiero probable de una locación dada.
Los modelos también permiten que la compañía resuelva dónde deberían colocarse la turbinas y cuáles de ellas producirían el mayor rendimiento. Como sus rivales, Vestas diseña ahora para sitios con vientos ligeros tanto como para donde son fuertes. Puede identificar los periodos de calma cuando se pueden apagar las turbinas para darles mantenimiento con el mínimo de pérdida en los ingresos.
En el caso de Fosen, ello significó que la compañía pudo ayudar a Statkraft, la empresa noruega de servicios públicos que estaba armando el proyecto, a ahorrar dinero y salvar la operación. Le ofreció turbinas más potentes que todavía no salían al mercado, lo que significó que Statkraft pudo comprar menos aparatos y conseguir que Fosen ahorrara en los costos de instalación, la cual es capaz de producir un gigavatio de electricidad _ lo que es comparable a la producción de algunas plantas de energía nuclear _ cuando el viento sopla con la fuerza suficiente.
“Están muy avanzados”, dijo Espen Hagstrom, un gerente técnico en Statkraft. “Es probable que sean los mejores”.
http://www.elfinanciero.com.mx