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El secretario de Estado de Energía en funciones, Alberto Nadal, aprovechó la semana pasada la presentación del Balance Energético 2015 para dejar muy claro lo que opina sobre las energías renovables: “Las energías renovables son un coste, no un ahorro para el sistema; aún no pueden competir con las convencionales”. Al día siguiente, la ministra en funciones de Agricultura, Alimentación y Medioambiente, Isabel García Tejerina, afirmó en otro acto del Club Español de la Energía que la eólica y la fotovoltaica ya son competitivas. ¿En qué quedamos?
Los datos dan la razón a la ministra, puesto que todas las instituciones internacionales de energía y consultoras de prestigio dicen que las nuevas instalaciones eólicas son la opción más barata de generación eléctrica (incluso frente a las convencionales). Y no hay que olvidar el efecto reductor de la eólica en los precios de la electricidad: en febrero fue la primera tecnología del sistema, con una cobertura de la demanda del 30,2%, gracias a lo cual los hogares españoles se ahorraron 15,18 euros en la tarifa eléctrica (PVPC) para un consumo medio de 600 kWh/mes.
No fue sólo eso lo que aprovechó para decir Nadal. Explicó que un parque eólico funciona “tres mil y pico horas al año” y un ciclo combinado, 24 horas 365 días, “y el coste de generación es casi el mismo”. “En muchas áreas, las renovables aún no están en su punto de madurez tecnológica”, dijo.
El secretario de estado se olvidaba de tres aspectos fundamentales de la eólica: reduce la dependencia energética del país, no tiene emisiones de CO2 ni de ningún contaminante y no consume agua, por lo que es una de las soluciones al cambio climático y la sostenibilidad medioambiental y, además, utiliza tecnología cuya manufactura y mantenimiento se hace con mano de obra española en fábricas españolas. Unas características que la quema de gas importado no tiene.
Nadal aseguró también que la finalidad primordial de una interconexión eléctrica con Europa no ha de ser exportar energía, sino “servir de back up a nuestras renovables”. Cabe recordar que, antes de inaugurarse la reciente interconexión con Francia, ya se había instalado todo el parque eólico y no había habido nunca ningún problema de back up en el sistema eléctrico español. Lo que resulta extraño es que se utilice a las renovables ya instaladas como excusa para pedir más interconexiones –que, sin duda, son necesarias, pero por diferentes motivos–, a la vez que se echa por tierra el importante trabajo realizado por empresas españolas.
Nadal afirmó que el consumo de energía final con renovables se sitúa en el 17,4% en 2015 “y subiendo” y, “con lo que ya se ha hecho, llegaremos al 19%”, mientras otros países están por debajo: Alemania (menos del 15%), Países Bajos (6%), y Reino Unido, que “ha esperado a que le pagásemos desarrollo tecnológico” (7%). “Vamos a cumplir seguro”. Lo que no explicó es de qué manera se va a llegar a ese 19%.
Estos datos, expresados también en la presentación de la Subdirección General de Planificación Estratégica y Seguimiento en el mismo acto, son, cuando menos, chocantes: si el consumo de energía ha aumentado y la producción con energías renovables se ha reducido respecto a 2014, el porcentaje de la energía renovable final no puede haber aumentado. Por una parte, según el MINETUR, las renovables no eléctricas suponen el 6,4% de la energía final; por otra, las renovables eléctricas representan el 34,6% de toda la electricidad generada que, a su vez, supone el 24% de la energía final consumida. Esto significaría que la electricidad renovable representa algo más de una tercera parte de la aportación de la electricidad al consumo final de energía. Sumados los dos conceptos, el total sería del 14,7%, porcentaje sensiblemente inferior al 17,31% del año 2014, y lejos del 17,43% que esgrime el MINETUR. Además, ¿cómo concuerda la cifra de 17,31% de 2014 con la de EUROSTAT para el mismo año, que es del 16,2%?
Asimismo, hay una contradicción entre lo que se afirma respecto a la aportación de las energías renovables en consumo de energía primaria: un descenso de la aportación renovable del 14,6% al 13,9% en el marco de un aumento del consumo de energía primaria es incompatible estadísticamente con un incremento de las renovables en energía final mientras crece el consumo de energía final.
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