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«La intención del centro es ayudar a brasileños y chinos a conocerse mejor e identificar proyectos que son de beneficio mutuo», expresó el director de la parte china de la institución, Liu Dehua, durante una reciente visita a Brasil.
China se ha convertido en uno de los principales socios de Brasil en el campo del desarrollo de nuevas tecnologías orientadas a las energías renovables, fruto de acuerdos entre ambos países que pretenden llevar sus relaciones más allá del ámbito comercial.
La colaboración chino-brasileña se ha extendido desde la fabricación de automóviles «ecológicos» hasta la investigación de tecnologías punteras en el marco de acuerdos entre universidades de ambos países.
La cooperación en nuevas tecnologías y energías renovables es uno de los puntos incluidos en el Plan de Acción Conjunta 2010-2014 firmado por los gobiernos de los dos países y cuyos compromisos han sido renovados con acciones concretas.
Leandro Souza, experto del área de sostenibilidad de WCI Consultoría, dijo a Xinhua que «China ha dado un giro en los últimos años en sus preocupaciones ambientales».
«China desea no sólo mejorar su imagen, sino también limpiar el aire de sus grandes ciudades, por lo que el país podría asumir compromisos más ambiciosos en la cumbre climática de diciembre en París (COP 21), y también está dispuesto a ampliar su colaboración con otros países en la materia, entre ellos Brasil», comentó el experto.
El país asiático tiene «un interés palpable» en adquirir mayores conocimientos en el área de los biocombustibles, en que Brasil es un líder mundial, y en cambio tiene para ofrecer un mayor desarrollo en el sector de energía solar, poco desarrollado en el país suramericano, y en la fabricación de vehículos eléctricos, según Souza.
Uno de los acuerdos de mayor envergadura en este campo fue alcanzado el año pasado y supuso el desarrollo de la primera fábrica de la empresa china BYD en Brasil.
BYD, fabricante especializado en vehículos híbridos y eléctricos, está invirtiendo cerca de 100 millones de dólares estadounidenses en una planta ubicada en Campinas (Sao Paulo) de montaje de autobuses eléctricos, que está ya en su fase final de obras.
La planta también fabricará baterías de fosfato de hierro y servirá además para el montaje de paneles solares, lo que exigirá inversiones por otros 40 millones de dólares, según la empresa.
Ambos países mantienen desde 2009 el Centro China-Brasil de Cambio Climático y Tecnologías Innovadoras para la Energía, con sede en Beijing y una filial en Río de Janeiro, dependiente de la Universidad de Tsinghua en la capital china y del centro de investigación Coppe de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
En sus primeros cinco años, el centro ha desarrollado investigaciones sobre energía solar, biocombustibles, captura y almacenamiento de gas carbónico, desarrollo de autobuses híbridos, así como tecnologías para la extracción de petróleo en aguas profundas con las que minimizar los riesgos de contaminación.
El centro también ha promovido el intercambio académico de ingenieros y estudiantes de ambos países y actualmente los científicos que participan en este desarrollan proyectos en el área de la producción de biodiesel, «sostenibilidad urbana», energía eólica y sistemas de calefacción por energía solar, según informaron portavoces de la unidad brasileña a Xinhua.
El Coppe y la Universidad de Tsinghua renovaron recientemente el acuerdo para mantener el centro y ampliaron las actividades de sus investigaciones a campos como vehículos eléctricos, energía solar, planificación energética y producción de energía a partir de las mareas, según la misma fuente.
La cooperación en la esfera de los biocombustibles también fue motivo de la inauguración en 2011 del laboratorio Labex, dependiente de la Empresa Brasileña de Pesquisa Agropecuaria (EMBRAPA), una institución pública de renombre que ha sido responsable del aumento de la productividad agrícola del país sudamericano y el desarrollo e impulso del etanol y del biodiésel en el país.
El jefe general de EMBRAPA Agroenergía, Manoel Souza, afirmó recientemente que las «fuertes relaciones comerciales» chino-brasileñas en el campo agrícola explican el interés mutuo por avanzar en el desarrollo de energías limpias que se aprovechen de estas actividades, tales como las basadas en la biomasa, que usa residuos vegetales como fuente energética.