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Ex ejecutivo de Shell dice que se acabó el tiempo de subsidiar al petróleo. Es la hora de las energías renovables, afirma.
Juan José Aranguren pasó 37 años de su vida en Shell, 20 de los cuales fue su presidente en la Argentina. Pero a tono con los tiempos, dominados por la discusión sobre cambio climático y la próxima cumbre en París, el ex hombre fuerte de la industria petrolera se descarbonizó y ahora promueve las energías que no tienen impacto en la atmósfera, particularmente la del viento. Incluso, afirma que desarrollar granjas eólicas aquí es más rentable que Vaca Muerta, el mega yacimiento de gas y petróleo shale, aún con estos bajos precios internacionales del crudo.
“Habiendo identificado el mapa eólico de la Argentina, el tiempo que lleva invertir para poder tener un desarrollo de energía eólica es más corto que lo que puede ser explotando vaca Muerta, que requiere un alto nivel de inversión. Hoy por hoy, la diversificación de la matriz ya no es un objetivo deseable. Es una necesidad”.
El ex ejecutivo, que se retiró el año pasado de la compañía anglo-holandesa, colabora actualmente en el equipo de energía de Cambiemos, aunque aclara que no está afiliado a ningún partido político. Paradójicamente, en el mismo espacio político está “Cali” Villalonga, un ex Greenpeace, organización que tiene siempre a la Shell siempre en su mira.
Estando en la Shell, Aranguren fue uno de los pocos empresarios que se atrevió a enfrentarse a Néstor Kirchner y a su ex secretario de comercio interior, Guillermo Moreno, así que sus posiciones críticas hacia el actual gobierno no deberían sorprender. Sin embargo, ahora es además un vocero contra los subsidios a las energías fósiles, empezando por el petróleo.
“El subsidio energético anda en los 3 puntos del PBI. 15 mil millones de dólares. Este año va a ser un poco menor debido a la caída de los precios. Entre 2,5 y 3 puntos del PBI. El tema que nos tenemos que preguntar es qué podríamos estar haciendo con eso. Podemos mejorar la educación, la seguridad, la vivienda, sacar a la gente de la pobreza. Estar subsidiando a la oferta no es racional”, indicó.
“Hoy, el subsidio que podría estar recibiendo la energía renovable es menor que aquel que recibe la quema de hidrocarburos líquidos para generar energía eléctrica. Ahora nos resulta más eficiente estar generando energía eólica que estar quemando viejas unidades hidrocarburo líquido, quemando gasoil importado o quemando fuel, como estamos haciendo hoy, en máquinas que son ineficientes”.
Aranguren se lamenta que no se haya hecho casi nada con la ley 26190, que tenía por objetivo diversificar la matriz energética a 2016 con el 8 por ciento de renovables. Esa ley no se cumplió. Ahora hay otra que ha sido aprobada en el Senado, que estira ese plazo a 2017. Pero el proyecto está durmiendo el sueño de los justos en Diputados y no se entiende por qué. El 87 por ciento de la generación eléctrica de Argentina se obtiene quemando combustibles fósiles, una cifra sólo superada por Rusia.
“Los ejes de política energética tienen que tener en cuenta dos cosas fundamentales: seguridad energética e impacto ambiental. Cuando digo seguridad energética, que no es soberanía energética, quiero decir energía variada, accesible y a precios razonables. Y obviamente el tema que tiene que ver con el impacto ambiental, no solamente porque lo diga el Papa o porque el mundo tenga un compromiso que se va a manifestar a fin de año en París, sino porque es nuestra responsabilidad”, sostiene.
Aranguren se queja del despilfarro de energía que ha habido en los últimos años y de la oscuridad que hay en todo lo referente a la información del sector en el Ministerio de Planificación. Sin embargo, el sostiene que las renovables tienen más sentido usar combustibles líquidos. “Hoy generar energía eólica, llevado a dólares, puede estar entre 95 y 105 dólares. Hoy por hoy, estamos quemando hidrocarburos líquidos a un costo que está 160/170 dólares el megavatio por hora y no cuento acá los equipos de energía distribuida que contratamos por unos pocos horas o días del mes”.
En la Argentina hoy está prohibido que los usuarios generen su propia electricidad o se la vuelquen a la red cuando no la usan. Pero esa transformación será posible cuando haya una noción de precios, asegura. “Esto es lo que han hecho otros países. Alemania: está ubicada en la latitud de Chubut y tiene 35 giga watts de potencia instalada”. Pero así como se ha vuelto fanático de la generación limpia, también señala que es importante llevar como política de Estado a la cuestión del ahorro. La energía más cara es la que no se tiene. Y la más barata es la que se ahorra”.
Y respecto de la central a carbón -el combustible más sucio de la tierra-, como la que acaba de inaugurar Cristina Kirchner en Río Turbio, indicó: “el mundo se está descarbonizando, no parece la mejor manera de diversificar la matriz, por más de que tengamos más de 300 años de carbón. Es una cuestión de sentido común”.
Marina Aizen, http://www.clarin.com