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El nuevo plan para combatir el cambio climático lanzado por el presidente estadounidense, Barack Obama, enfrenta hoy el escepticismo y las críticas economicistas de los republicanos.
Obama consideró la víspera al cambio climático como la mayor amenaza para las futuras generaciones y lanzó su «Plan de Energía Limpia», que propone reducir para 2030 las emisiones de carbono en centrales termoeléctricas con respecto a los niveles de 2005.
Insistió en que, según el Pentágono, dicho fenómeno significa incluso un riesgo inmediato para la seguridad nacional del país.
«El cambio climático no toca sólo el futuro de nuestros hijos y nietos, sino que hoy es una realidad», afirmó Obama, y agregó: «Somos la primera generación en sentir el impacto del cambio climático y la última generación que puede hacer algo para combatirlo».
Pero tales apelaciones no le aseguran una buena acogida a dicho programa entre los adversarios del Presidente y, presumiblemente mucho menos, en sectores de la industria energética y del carbón.
Las nuevas disposiciones buscan frenar el efecto invernadero y el consecuente calentamiento global, pero diversos sectores -incluso congresistas- niegan en este país la evidencia científica de que este fenómeno está vinculado a la actividad humana contaminante.
Desde la Casa Blanca, el mandatario indicó que su plan constituye el paso más importante en los Estados Unidos para enfrentar el cambio climático, pues dichas plantas son responsables de alrededor de un tercio de la polución carbónica en este país.
Hace algunos meses, el gobierno se comprometió también a rebajar para 2015 las emisiones totales de gases de efecto invernadero entre un 26 y un 28 por ciento con respecto a 2005.
Este lunes, Obama recordó a sus conciudadanos que «solamente tenemos un hogar, un planeta. No hay un plan B» y citó la reciente encíclica del papa Francisco en que este plantea que luchar contra el calentamiento global constituye una «obligación moral».
Asimismo, se refirió a los beneficios de tales medidas para la salud, ya que estas permitirían una disminución drástica en los ataques de asma en niños pequeños y en las muertes prematuras vinculadas a la contaminación carbónica.
Para ello, el plan -que supera en unidos por ciento la meta de recorte de emisiones propuesta el año anterior por la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, siglas en inglés)- impulsará que se prioricen inversiones en fuentes renovables de energía como la eólica y la solar.
Pero desde el bando republicano no se le brindó precisamente una bienvenida a las propuestas de Obama.
El exgobernador de Florida y aspirante a la Casa Blanca para 2016, Jeb Bush, se apresuró a calificar el plan de «irresponsable» y opinó que va contra los gobiernos de los estados, donde -vaticinó- «perderán su trabajo infinidades de personas y aumentará el costo de la energía para todos».
Por su lado, el senador y también precandidato Marco Rubio consideró que esto golpeará duramente la economía y señaló que los expertos gubernamentales deberían desarrollar políticas buenas para el medio ambiente, pero también para la economía.
Otro en carrera hacia las primarias republicanas, Scott Walker, sugirió con sorna que este debería llamarse el Plan Costoso para la Energía».
Sin embargo, el propio Obama aseveró que las críticas son excusas para no hacer nada y adelantó que el plan permitirá ahorrar una media de 85 dólares anuales a los estadounidenses por concepto de electricidad y gas.
El Presidente reconoció ayer que ningún país por si solo puede frenar el calentamiento global.
Por ello intenta llevar propuestas concretas a la conferencia internacional sobre este tema fijada para París en diciembre próximo.