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La empresa de energías renovables Abengoa da prioridad a México y Chile. Abengoa desarrolla la eólica en México y Uruguay.
El grupo reducirá su participación en la filial Abengoa Yield en un 40% los próximos meses.
El consejero delegado de Abengoa, Santiago Seage, ha asegurado que el peso en España «claramente se reducirá» del 12% que tenía en 2014. La economía del país sólo asciende al 5% de los pedidos de la compañía de renovables. «Nos encantaría hacer más en España», ha asegurado Seage, al tiempo que confía en que a corto plazo «se vuelvan a hacer cosas» en el sector eléctrico, aunque «a un ritmo probablemente inferior al que se hizo en el pasado».
En cualquier caso, «el día que se pueda invertir tendremos que plantearnos si hay seguridad», porque «la experiencia del cambio regulatorio -en el ámbito de las renovables- no ha sido buena». Pese a ello, descarta una mayor incertidumbre por la nueva situación política en el país. «Es necesario que exista seguridad (…) y estoy convencido de que ese será el caso en España», ha apuntado.
Mientras tanto, Abengoa sigue volcada en la innovación para el desarrollo de tecnología propia en los sectores en los que opera, entre ellos los biocarburantes de segunda generación -los que se producen a partir de biomasa-, que según Seage «capaces de competir con el crudo» en unos años.
Por otro lado, prevé «culminar» el proceso de transformación de la compañía este año, un punto desde el que estará «bien posicionada para crecer». «Hay muchos países con grandes oportunidades de crecimiento en las infraestructuras que nosotros hacemos y, una que vez que vamos terminando este proceso de readaptarnos, vamos a tener muchas oportunidades para crecer», ha subrayado.
Entre esos mercados destaca México -que «está acometiendo una gran transformación de su sector energético», lo que proporciona oportunidades en renovables, gas o redes eléctricas- o Chile, que «tiene un recurso solar de los mejores del mundo», en el que las tecnologías del grupo español «son especialmente eficientes», según ha declarado Seage a Efe.
De hecho, el conjunto de «las Américas» constituye actualmente entre un 60% y un 65% del negocio y se mantiene como un mercado con «grandísimas oportunidades de crecimiento», al igual que «ciertas zonas de África o Asia».
Seage, vinculado a Abengoa desde hace años, tomó las riendas del grupo de ingeniería hace apenas un mes de manos de Manuel Sánchez Ortega, un cambio «natural» que no alterará los planes de transformación del grupo.
«Hace dos años iniciamos un proceso que lo que perseguía era hacer lo mismo», es decir, «desarrollar y construir infraestructuras de renovables, generación convencional, líneas de transmisión y agua» con tecnología propia- aunque «con menos inversión por nuestro lado y, por lo tanto, con una deuda más baja».
Para lograr este objetivo, el grupo ha creado filiales, en las que ha entrado capital de otros inversores, a la que venden los proyectos en desarrollo o terminados con el objetivo de liberar recursos para emprender nuevos proyectos.
Así, su filial Abengoa Yield, que cotiza en los Estados Unidos y se hace con los proyectos terminados, ha adquirido ya varios bloques de activos y la matriz prevé venderle en los próximos meses un cuarto paquete, principalmente compuesto por termosolares españolas.
Además, el grupo reducirá, tal y como había avanzado, su participación en la filial hasta alrededor del 40% «en los próximos meses», a través de diluciones o la venta de «una participación pequeña».
La segunda filial, APW1, creada junto a un socio para hacerse con los proyectos en desarrollo, podría replicarse para poner en marcha otras sociedades con otros socios que garanticen financiación, según Seage.
Precisamente estas desinversiones han animado a la agencia de medición de riesgos Standard & Poor’s a poner la nota de Abengoa en revisión positiva, lo que para Seage significa «reconocer el trabajo que se ha hecho», que a su juicio «lleva a un perfil de crédito mejor que el que tenemos ahora mismo».
La reestructuración del grupo y la reducción de la deuda permite también dejar «atrás claramente» los «eventos de noviembre» de 2014, cuando la cotización sufrió una gran volatilidad asociada a ciertas dudas, ya resueltas, sobre la clasificación de la deuda.