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Hay tecnologías de generación de energías renovables en las que el círculo virtuoso volumen-precio ha tenido especiales circunstancias para reducir los costes, tal y como hemos venido observando con satisfacción en el caso de la eólica y la energía solar fotovoltaica en los últimos 10 años.
En efecto, para esas tecnologías una instalación de 100 MW requiere, por ejemplo, el suministro de 100 aerogeneradores iguales de 1 MW o de 500.000 paneles fotovoltaicos iguales de 200 W. La instalación de las decenas de GW anuales, que es el ritmo al que las tecnologías eólica y fotovoltaica se están desarrollando a nivel mundial, está permitiendo la incorporación de las innovaciones que están realizando las empresas punteras en ambas tecnologías, al poder ser aplicadas a equipos producidos en serie que se implementarán en grandes cantidades en las nuevas instalaciones de generación.
Con la reducción de los costes de inversión de esas dos tecnologías el sector de las renovables ha llegado a una situación que hace muy pocos años nos hubiera parecido utópica: la inversión anual en nueva potencia instalada en renovables supera a nivel mundial a la correspondiente a los ciclos combinados, centrales de carbón y centrales nucleares juntas.
Quien lo iba a decir pero ya es una realidad y en el futuro esta tendencia de crecimiento de las renovables y de disminución de las convencionales no hará sino acentuarse, por motivos no solo ambientales sino también económicos.
Y en este horizonte, ¿cuál es la situación actual y el papel que le espera a la termosolar?
Comentábamos en un boletín anterior las predicciones de la Agencia Internacional de la Energía en las que, a pesar de la diferencia actual del coste del kWh, que es del orden del doble respecto a esas otras dos tecnologías, augura para la termosolar un papel predominante en determinadas regiones del mundo y equivalente a la fotovoltaica o la eólica en otras regiones soleadas a largo plazo.
Estas predicciones están fundamentadas, por una parte, en su característica de gestionabilidad, gracias a su sistema de almacenamiento o hibridación, lo que evita las necesarias inversiones en centrales de respaldo que deben hacer los países con gran crecimiento de la demanda y que apuesten por una elevada penetración de renovables no gestionables. Pero la AIE también tiene en cuenta que la termosolar está al inicio de su curva de aprendizaje.
En efecto, la potencia mundial instalada en centrales termosolares es poco más de 4 GW frente a los 400 GW de eólica o los 200 GW de fotovoltaica, y el ritmo de crecimiento es todavía de unos GW anuales frente a las decenas en las otras tecnologías. Pero, además, cada nueva central termosolar que se instala es todavía, en gran medida, diferente de las anteriores y no goza de ese efecto señalado al principio de modularidad y repetitividad que tienen los aerogeneradores o los paneles fotovoltaicos.
Desde nuestra asociación observamos con sana envidia la apuesta sistemática que sobre la tecnología termosolar está haciendo la administración americana con un programa como el SunShot, al que dedica unos cientos de millones de dólares anualmente para conseguir llegar al objetivo de llevar el coste de generación termosolar a los 6 c$/kWh en 2020. Otras administraciones como la australiana también tienen en marcha un programa, ASTRI, de apoyo al desarrollo tecnológico con el mismo racional y objetivos aunque con una dotación inferior, 100 millones de dólares hasta 2018.
La tecnología termosolar necesita todavía un apoyo adicional y la construcción de algunas nuevas e innovadoras centrales en España que sirvan de referencia ante el emergente mercado que se abrirá a medio plazo a nivel mundial. Además, la pérdida de firmeza en el sistema con el cierre inmediato de varios ciclos combinados y, más pronto que tarde, de las obsoletas y contaminantes centrales de carbón de los 70, requiere que en la planificación de nuevas renovables se dé la debida prioridad a la gestionabilidad.
Cuando está tan claro que las energías renovables ya están ganando la partida a las centrales convencionales en nueva potencia instalada en todo el mundo y que no hay futuro renovable sin tecnologías gestionables de generación ¿no tendría un gran sentido que España fuera proactiva en su desarrollo? ¿Quién será responsable en el caso de dilapidar nuestra situación de liderazgo mundial en este sector, necesario en cualquier planificación energética y tan conveniente para nuestro país?
http://www.helionoticias.es/noticia.php?id_not=1650
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