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Ya se habla de la revolución renovable uruguaya. Después de marcar tendencia al legalizar la marihuana, ahora el segundo país más pequeño de la región, con 3,4 millones de habitantes, está a punto de lograr otro hito: que el 100% de su energía eléctrica provenga de energías renovables. De hecho, las llamadas energías verdes ya representan cerca del 40% de la matriz energética local, cuando el promedio mundial no supera el 17%.
Ante la escasez de recursos energéticos fósiles, los principales partidos uruguayos se pusieron de acuerdo y se comprometieron con una política a largo plazo. Así, en 2008 el gobierno de Tabaré Vázquez aprobó su estrategia nacional de Política Energética 2005-2030, que fija como una de las prioridades el promover la diversificación de la oferta energética. Por ello, Uruguay invierte casi el 3% de su PIB anual en cambiar su estructura energética.
Según datos de la dirección Nacional de Energía de Uruguay, en el período 2001-2006 el petróleo y sus derivados constituían el 56% de la matriz energética nacional. Más atrás aparecía la hidroelectricidad (20%) y la leña (17%). Para 2015 el petróleo sólo representará el 39%, seguido por el biocalor (15%), la hidroelectricidad (14%), la biomasa (10%), la energía eólica (7%), el gas natural (5%), la bioelectricidad (5%) y la energía solar (1%).
Uno de los artífices de esta “revolución energética” es el físico Ramón Méndez Galain, director Nacional de Energía desde 2008. “La introducción de (energías) renovables aumenta nuestra soberanía energética. Es un tema de supervivencia de la economía. Todo esto permitió garantizar el suministro, cosa que históricamente en Uruguay no era trivial”, declaró Méndez en julio pasado al diario español El País.
El sistema está basado en la asociación del sector público y las empresas privadas. La Dirección Nacional de Energía abre subastas, que consisten básicamente en poner en licitación una cantidad de energía que debe ser producida, y se elige la tecnología más madura y rentable para el país. Hasta ahora, 53 países han adoptado el modelo.
En un informe de noviembre pasado, titulado “Líderes en Energía Limpia”, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) asegura que Uruguay “está definiendo las tendencias mundiales de la inversión en energía renovable”. Al respecto, destaca que “en 2012, ocupó el primer lugar de los cinco primeros países a nivel mundial con mayor porcentaje del PIB invertido en energía renovable. En 2013, ocupó el cuarto lugar como el país que atrajo la mayor cantidad absoluta de inversión en América Latina (en energía renovable), con alrededor de US$ 1.100 millones. En 2014, fue el país de América Latina con la mayor tasa de crecimiento de las inversiones en energías limpias”.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en la última edición de su estudio anual denominado “Climascopio”, también reconoce las políticas energéticas de Uruguay. En este informe sobre inversión en energías renovables en mercados emergentes en Africa, Asia y América Latina y el Caribe, se ubicó sexto entre los 55 países medidos, y tercer a nivel regional, sólo superado por Brasil y Chile. “Desde 2009, el país ha celebrado contratos para obtener 880 megavatios (MW) de capacidad eólica y 58 MW de proyectos solares, con el fin de incrementar el porcentual de su generación no hídrica”, recordó el BID.
Para 2015 se espera que la matriz eléctrica esté cubierta con un 93% de energía renovable. Producto de esta revolución, a partir de julio los hogares uruguayos comenzaron a pagar un 5,5% menos de tarifa eléctrica. Un alivio en un país donde la energía es cara. Según datos de diciembre de la consultora local SEG Ingeniería, el megavatio hora residencial en Uruguay cuesta US$ 271, bastante más que en Brasil (US$ 189), Chile (US$ 177) y Argentina (US$ 39).