Chile impulsa la termosolar (Concentrated Solar Power)

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Con la primera central termosolar de América Latina, Chile pretende poner freno a su crisis energética, que amenaza con elevar aún más los altos costos de la electricidad y que intimida el crecimiento de las inversiones, principalmente en la minería.

“Tenemos un problema estructural y es que la energía en Chile es muy cara, y eso no solo representa una traba para el crecimiento económico, sino que también perjudica a los más pobres”, explicó a Tierramérica el ministro secretario general de Gobierno, Álvaro Elizalde.

“La central es capaz de generar y acumular energía y, en la práctica, significa que pueden operar las 24 horas gran parte del año, solo en base a la energía del sol”: Roberto Román.

Por lo tanto, añadió, “tenemos que, simultáneamente, aumentar la oferta energética para disminuir los precios y promover energías renovables no convencionales (ERNC)”.

La central de Concentración Solar de Potencia de Cerro Dominador está en esa línea. La compañía española Abengoa, que opera en Chile desde 1987, ganó en enero la adjudicación pública para desarrollar una central solar de tecnología de torre, con 110 megavatios de capacidad y 17,5 horas de almacenamiento de energía térmica en sales fundidas.

El proyecto, cuya construcción inició en mayo la filial local de la empresa española, Abengoa Solar Chile, entrará en operación en 2017 y tendrá una vida útil de generación de 30 años.

Su costo será de 1.000 millones de dólares, a los que se habrá que sumar unos 750.000 dólares adicionales para a la construcción de una central fotovoltaica que duplicará la potencia generada a 210 megavatios, detallaron a Tierramérica portavoces de la empresa en Chile.

Abengoa contará con subvenciones directas del gobierno de Chile y de la Unión Europea, así como financiación del Banco Interamericano de Desarrollo, el banco de desarrollo alemán KFW, el Fondo de Tecnología Limpia y el Fondo Canadiense para Iniciativas Locales.

La termosolar se emplazará en el municipio de María Elena, en la región de Antofagasta, 1.340 kilómetros al norte de Santiago, en pleno desierto de Atacama, el más árido del planeta y donde el sol brilla casi todo el año.

Para su funcionamiento, la termosolar no utilizará paneles, sino una serie de 10.600 espejos (heliostatos) de 140 metros cuadrados de tamaño, que siguen al sol en dos ejes, y que reflejarán su luz y calor a una sola torre de 243 metros de altura, que evocará a la torre de Sauron, de la adaptación cinematográfica de la novela “El Señor de los Anillos”.

Ese calor se transferirá a las sales fundidas para que produzcan vapor y accione la turbina de 110 megavatios.

Para conseguir una producción continua, la termosolar dispondrá de un sistema de almacenamiento térmico diseñado y desarrollado por la compañía española.

Según informó Abengoa, la termosolar será capaz de ofrecer electricidad limpia las 24 horas del día, algo clave en la norteña Antofagasta, donde la industria minera, en constante expansión, ya absorbe 90 por ciento de la generación para la producción básicamente de cobre.

Además, dicen sus portavoces, evitará la emisión de 643.000 toneladas de dióxido de carbono al año, equivalentes a las emisiones de 357.000 vehículos circulando durante un año. También podrá abastecer la totalidad del consumo residencial de la región.

El profesor Roberto Román, experto en energías renovables no convencionales de la Universidad de Chile, afirmó a Tierramérica que son múltiples las ventajas de la tecnología termosolar frente a otras ERNC, y en particular las fotovoltaicas.

Precisó que este tipo de termosolar “es capaz de generar y acumular energía y, en la práctica, significa que pueden operar las 24 horas gran parte del año, solo en base a la energía del sol”.

Además, “su generación se puede combinar con otros combustibles, por ejemplo gas natural, para asegurar un 100 por ciento de accesibilidad. Esto significa que se genera la potencia que se requiere según demanda del sistema en el momento que se requiere”, explicó.

Añadió que “si operan solo con energía solar tiene cero emisiones” y recordó que se trata de una tecnología en plena evolución y desarrollo, “por lo cual hay espacio para investigación, desarrollo e innovación”.

“Es lo que ha hecho España en los últimos 20 años y con lo que sueño seamos capaces de hacer nosotros aprovechando el maravilloso sol que nos sobra. Con el recurso que hay, sobra sol para abastecer a varios Chile”, afirmó el especialista.

Este país sudamericano, de 17,6 millones de habitantes, cuenta con 18.278 megavatios de capacidad bruta instalada. Del total, 74 por ciento está en el Sistema Interconectado Central, 25 por ciento en el Sistema Interconectado Norte Grande y el resto en redes medianas de las regiones australes de Aysén y Magallanes.

Chile importa 97 por ciento de los hidrocarburos que requiere y su matriz energética se compone en 40 por ciento de hidroelectricidad y el resto de combustibles fósiles y contaminantes, a través de centrales termoeléctricas.

La carencia de fuentes energéticas ha ubicado el precio de producción de un megavatio hora entre los más caros de América Latina, con un costo que supera los 160 dólares. La misma medida cuesta 55 dólares en Perú, 40 en Colombia y 10 dólares en Argentina.

Desde su retorno al poder en marzo, la presidenta socialista Michelle Bachelet ha reiterado su compromiso con el desarrollo de ERNC -eólica, geotérmica, termosolar y solar fotovoltaica-, con el fin de que 20 por ciento de la electricidad se obtenga mediante energías limpias hacia 2025.

En ese esquema, la luz solar pareciera ser el eje del desarrollo energético para los próximos años, como se plantea en la Agenda Energética lanzada por la mandataria el 15 de mayo.

El gobierno aprobó ese mismo mes 43 proyectos de energías renovables no convencionales, con participación de empresas locales e internacionales, todos en el norte de Chile y en su mayoría fotovoltaicos.

Juntos alcanzan un total de 2.261 megavatios al año, lo que incrementaría 12,3 por ciento el sistema de capacidad bruta instalada, cuando estén operativos.

Román advirtió que, en el caso de la energía termosolar, “hay muchas cosas que se deben aprender aún, como el comportamiento de los materiales y elementos en el agresivo clima desértico y cuán grave puede ser el tema de polvo y limpieza de espejos”.

Añadió que esto, sumado a otros temas relevantes, como la escasez de agua en el desierto “llevan a que el costo de inversión supere entre 2 a 4 veces la instalación de energía fotovoltaica”.

Sin embargo, puntualizó, “se produce de dos a tres veces la cantidad de energía, por lo tanto, la diferencia real en costo de la energía no es tan grande”.

“Por todo ello, lo veo como una opción fantástica. Deberíamos subirnos al carro de la investigación y desarrollo en este área, por supuesto con colaboración extranjera, y pasar a ser relevantes en lo que es desarrollo tecnológico”, concluyó.

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