Merkel sustituye la nuclear con eólica, Rajoy hunde el sector eólico y el resto de las energías renovables

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Alemania, al igual que España, se encuentra en un momento decisivo para su política energética futura. Pero, a diferencia de España, ha decidido dar alas al sector eólico, que considera clave para lograr su objetivo a largo plazo: contar con un mix energético sostenible en el tiempo y con un coste de la electricidad asequible para todos, y reducir la dependencia energética –fundamentalmente, de las importaciones de Rusia– desde el 61% actual (la de España es del 73%).

Alemania es el primer país europeo por potencia instalada eólica y el segundo en producción. España es el segundo por potencia y el primero en producción. Hasta la fecha, ambos países habían asumido políticas de incentivos similares y mantenido un ritmo de instalación parecido.

Sin embargo, las tornas han cambiado radicalmente. El Gobierno alemán ha aprobado el Proyecto de Ley sobre Energías Renovables (conocido como EEG), que llegará al Parlamento en agosto. Tras un intenso debate, la canciller Angela Merkel, y su ministro de Economía y Energía, Sigmar Gabriel, han salido victoriosos: no se reducirán a la baja los objetivos de energía eólica, que se mantendrán en 2.500 MW anuales. Y los parques eólicos podrán seguir disfrutando de incentivos. Eso sí, estos se irán reduciendo para las nuevas instalaciones.

Mientras tanto, España está a punto de implantar, si nadie lo remedia, la regulación más restrictiva impuesta jamás en ningún país del mundo al sector eólico, aplicándole recortes de incentivos retroactivos que ponen en jaque su futuro. Y la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha dejado claro que no se va a instalar nueva potencia al menos hasta 2018. Es decir, que Alemania va a tener la oportunidad de consolidar su liderazgo en Europa y en el mundo mientras España lo pierde.

Los parques eólicos alemanes reciben de media 89 €/MWh, mientras que los españoles en 2013 (antes de la reforma) percibían 75,55 €/MWh (ya descontado el impuesto sobre la generación del 7%). Es decir que Alemania considera a la eólica un buen negocio ahora y en el futuro, incluso cuando le cuesta un 17,8% más que a España.  En España se quiere reducir aún más la retribución a las instalaciones existentes de forma retroactiva: el 37% se quedará sin ningún tipo de incentivo tras la Reforma Energética, a pesar de que la legislación anterior  había asegurado la percepción de incentivos durante 20 años para que los inversores se animasen a hacer las instalaciones y los bancos les prestaran el capital necesario.

Esta pérdida de influencia de España ya empieza a verse en los foros internacionales. El Global Wind Energy Council (GWEC) ha presentado su informe anual sobre el sector eólico en el mundo y, a diferencia de los grandes mercados mundiales, España apenas si ocupa unas líneas. En concreto, en el apartado sobre Europa, España ocupa la última línea, en la que se dice que “el futuro del mercado eólico español es muy incierto”. De Alemania se habla en primer lugar y se le dedican tres párrafos, para indicar su sólido crecimiento en 2013 y su expectativa de que esta tendencia continúe en 2014 y las perspectivas de su nueva regulación.

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