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Junto a la energía solar fotovoltaica, termosolar, geotérmica, mareomotriz y otras energías renovables no convencionales, la eólica viene creciendo cada vez más.
Un aerogenerador es una máquina que transforma el viento en electricidad, gracias a sus palas oblicuas unidas a un eje común que forman una hélice. Mediante un sistema mecánico se hace girar el rotor del generador que es el que produce la energía, que se distribuye a través de las grandes redes.
Se trata de un recurso abundante, renovable, limpio y ayuda a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero al reemplazar las que son a base de combustibles fósiles. Para que sea rentable, se instalan “parques eólicos”.
La gran ventaja es que pueden proporcionar electricidad en regiones remotas y aisladas que no tienen acceso a la red, al igual que ocurre con la solar. Hay una variedad que son los que están situados cerca de las costas porque allí el viento es más estable y fuerte que en tierra, aunque los costos de construcción y mantenimiento son mayores.
La predicción meteorológica les permite a los gestores de la red eléctrica estar preparados frente a las previsibles variaciones en los niveles de producción que puedan tener lugar a corto plazo.
Para poder aprovecharla es importante conocer los cambios diurnos y nocturnos y los estacionales de los vientos, la mudanza en su velocidad con la altura sobre el suelo, la entidad de las ráfagas en espacios de tiempo breves, y valores máximos ocurridos en series históricas de datos con una duración mínima de veinte años.
La velocidad mínima depende del aerogenerador que se vaya a utilizar pero suele empezar entre los 3 y 4 metros/segundo (10/14.40 km/h), velocidad llamada «cut-in speed», y que no supere los 25 m/s (90 km/h), conocida como «cut-out speed».
Este sistema es bastante estable y predecible todos los años, pero con variaciones a corto plazo, por lo que es necesario encontrar mayor capacidad de almacenamiento y una distribución geográfica amplia de los aerogeneradores.
A finales de 2013, la capacidad mundial instalada de energía eólica fue de 318 gigavatios, lo que representó cerca del 3% del consumo mundial. En Dinamarca, equivale al 25% y en España al 21.10%.
Para quienes les interesa esta nueva tendencia, existen diferentes empresas que desarrollan o producen estas tecnologías, muchas de las cuales están nucleadas en los ETFs que siguen el sector.
El ISE Global Wind Energy Index Fund (FAN) es el más capitalizado que hay dentro de los de energía eólica ya que cuenta con activos bajo manejo de 8.20 millones de acciones por 98.50 millones de dólares y un volumen promedio mensual de 75.014 nominales.
El 66.67% de las empresas tiene en cartera deben producir o proveer equipamientos para este tipo de generación y el 33.33% de las restante estar vinculado estar ligado en forma secundaria a este negocio.
Para esto, busca emular al índice ISE Global Wind Energy (GWE) que nuclea a compañías relacionadas con la energía eólica, aunque no tiene que ser necesariamente su actividad principal. Entre las que tienen mayor ponderación se encuentra la dinamarquesa Vestas Wind Systems (VWS), con el 9.20%, seguida por la española Iberdrola (IBE), con el 7.63% y la alemana Nordex (NDXG), con el 6.56 por ciento.
En tanto, el GWE tiene menos activos (58 compañías) entre las que se encuentran Vestas Wind Systems (8.84%), Iberdrola (7.36%), Nordex (6.76%), EDP Renovaveis (6.44%), China Longyuan Power Group (6.25%), y Gamesa Corporación Tecnológica (6.15%), entre otras.
El 11.22% son empresas de los Estados Unidos, y el resto (88.65%) de otras partes del mundo, que se dividen entre Europa (48.68%), Asia Emergente (12.61%), Japón (4.02%), Australia (2.54%), Latinoamérica (0.58%), Asia Desarrollada (0.23%) y China (12.61 por ciento).
Por sectores, la clasificación es 60.15% de firmas de servicios públicos (productoras de electricidad), un 33.93% industriales (equipamiento), el 5.16% de energía tradicional 5.16% y un 0.62% de consumo cíclico.
Si se las divide por tamaño de empresa, el 15.80% corresponde a megacorporaciones, un 19.32% a grandes empresas, el 34.73 a medianas, un 9.02% a pequeñas y el 21.01 a microemprendimientos.
Este ETF, creado en 2008 por First Trust, tiene gastos de administración que ascienden al 0.60% del valor de los activos y su rebalanceo se produce cada seis meses, al igual que el pago de dividendos. A su vez, pueden realizarse estrategias de compras con lanzamiento.
Otros instrumentos relacionados con las energías alternativas son el Solar ETF (TAN), el WilderHill Clean Energy Portfolio (PBW), el NASDAQ Clean Edge Green Energy Index Fund (QCLN), el Global Clean Energy Portfolio (PBD), el S&P Global Clean Energy Index Fund (ICLN), el Market Vectors Global Alternative Energy ETF (GEX) y el Cleantech Portfolio (PZD).