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Al menos, para los 137.000 dueños de un abono anual (de 120 euros para particulares), que efímeramente no tienen que pagar los 5,5 euros suplementarios que cuesta alquilar durante 30 minutos uno de esos vehículos, que se pueden aparcar en 867 estaciones y alimentarse en 4.540 puntos de carga eléctrica en la capital.
Esa oferta ecológica terminará a medianoche del lunes, pues se espera que para entonces se haya superado el pico de polución, causado en parte por las suaves temperaturas y la ausencia prolongada de viento y lluvia.
El Ayuntamiento de París estima que la densidad de partículas finas se situará de nuevo entre 40 y 55 miligramos por metro cúbico, por debajo del nivel de alerta, fijado en 80, y lejos de los 100 miligramos que han llegado a alcanzarse en los últimos días.
Además de no cobrar por el uso del coche eléctrico, en París se han establecido otras medidas excepcionales para incentivar que la gente deje el coche en casa.
Así, se acordó la gratuidad temporal del metro, el autobús y los trenes de cercanías de la ciudad, cuyo coste ronda los 4 millones de euros diarios, según la empresa responsable.
Este lunes también se ha prohibido circular en París y en los 22 municipios colindantes a los coches con matrícula par (salvo que transporte a tres o más personas), una iniciativa común en otras ciudades del mundo pero inédita en París desde 1997.
La multa por ignorar esa obligación, que vigilan 700 policías y que les ha valido una sanción a unos 4.000 conductores, es de 22 euros. La decisión, que también finaliza esta noche, se complementa con el estacionamiento gratuito en las zonas residenciales o la prohibición de circular a los camiones pesados.
La circulación alterna de vehículos ha logrado, entre otras cosas, reducir también los atascos en un área metropolitana en la que viven unas 12 millones de personas. Según los datos oficiales, a primera hora de la mañana había unos 114 kilómetros de atascos acumulados en la región parisina, frente a los 259 kilómetros habituales. El tráfico rodado en general ha caído un 25 %.
A pocos días de que el próximo domingo se celebre en París la primera vuelta de las elecciones municipales, la ecología gana enteros en el debate político, y las dos candidatas a la alcaldía, la socialista Anne Hidalgo y la conservadora Nathalie Kosciusko-Morizet, han llevado la calidad del aire a la campaña.
Hidalgo, favorita en las encuestas para convertirse el 30 de marzo en la primera mujer de la historia en gobernar París, propone ampliar el Autolib a toda la región capitalina, incrementar la oferta de bicicletas públicas e introducir algunas con motor eléctrico.
La candidata de la UMP y exminsitra de Transporte, que ha criticado por tardías y «cosméticas» las medidas adoptadas de urgencia por la Alcaldía, apuesta por multiplicar por cuatro las zonas peatonales y desarrollar las iniciativas para compartir vehículo privado.
Ambas quieren, además, desplazar el diésel del parque de autobuses capitalinos. La socialista apuesta por el «reemplazo progresivo» mientras que la conservadora quiere «erradicarlo».
Por su parte, el presidente de la empresa pública de transporte en París, la RATP, Pierre Mongin, comentó hoy en «Le Monde» que espera que para 2025 no haya en París ningún autobús diésel, un tipo de motor que genera gran parte de esas micropartículas que envenenan el aire.
«Quiero que en el horizonte de 2025 el conjunto del parque de autobuses sea eléctrico. Como han demostrado los debates de la campaña electoral, reforzados por el episodio de polución de partículas finas, hay una fuerte demanda de una solución de transporte neutra en emisiones de CO2», declaró.