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Uruguay lidera una «silenciosa revolución» energética que promueve el uso de energías renovables y ha traído una millonaria inversión privada, destacó en entrevista con Xinhua el director Nacional de Energía, Ramón Méndez.
«Uruguay está en el medio de lo que varios organismos internacionales han catalogado como la revolución energética uruguaya (…) Lo dice el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y la CEPAL (Comisión Económica para América Latina)», señaló Méndez, un impulsor de este proceso.
El funcionario explicó que en un corto periodo de tiempo se están logrando inversiones como en ningún otro país de la región.
Uruguay, recostado en la margen oriental del Río de la Plata, ha recibido 7.000 millones de dólares en lo que va del gobierno del presidente José Mujica, quien asumió en marzo de 2010.
Esa cifra equivale a 3 por ciento del producto interno bruto (PIB) «dedicado a transformación energética», cinco veces más que el promedio en la región, enfatizó Méndez.
De esa manera se da un avance «fundamental de la soberanía energética», al tiempo que se demuestra que se pueden introducir energías renovables y reducir costos.
«Esa es la diferencia de paradigma en relación a cómo se ha desarrollado en Europa, fundamentalmente», opinó.
Uruguay se apropia así de sus recursos naturales y genera decenas de miles de puestos de trabajo.
Para 2016, el gobierno espera llevar las fuentes renovables hasta el 50 por ciento de la matriz energética local.
Hace unos días el ministro uruguayo de Industria y Energía, Roberto Kreimerman, dijo que se superó el 40 por ciento de fuentes renovables.
Dentro de tres años la matriz eléctrica del país representará más de 80 por ciento de las fuentes renovables.
Según proyecciones oficiales, la producción de energía eólica permitirá en algunos momentos cubrir la demanda total de electricidad del país en 2015.
Dentro de dos años se producirán en Uruguay 1.300 megavatios de energía con el aprovechamiento de la fuerza del viento, cifra que supera la potencia media demandada por la población.
El 55 por ciento de la matriz para ese entonces se generará a partir de la energía hidráulica, 28 por ciento de la eólica, 10 por ciento de biomasa y 7 por ciento de la térmica.
En tanto, para 2017 está previsto que la energía solar se incorpore la matriz energética del país.
Uruguay acordó en 2008 una nueva política energética, la cual ratificaron dos años más tarde todos los partidos políticos en el parlamento.
La nueva normativa permitió atraer numerosas inversiones de empresas en diferentes puntos del país.
El gobierno espera que en 2015 comience a funcionar una planta regasificadora de gas licuado en Montevideo, una obra adjudicada a la firma francesa GDF Suez con un costo de 1.125 millones de dólares.
Ese emprendimiento se proyecta mientras se realizan exploraciones en busca de hidrocarburos, recurso que hasta el momento es importado, en la plataforma marítima del oceáno Atlántico y en tierra firme en el norte del país.
Méndez resaltó que la apuesta enérgetica uruguaya reduce las emisiones de gases de efecto invernadero de Uruguay y posiciona al país para competir comercialmente en el plano internacional.
Las fuentes renovables permiten también abatir los costos energéticos.
«En el mundo, el precio de la energía crece en todos lados. Poder no solamente estabilizarlo, sino reducirlo, es realmente una meta que estamos alcanzando», indicó el funcionario del Ministerio de Industria y Energía.
«Por eso internacionalmente se visualiza como un modelo el esquema que estamos tratando de llevar adelante», concluyó.