REVE
Citó como ejemplo el proyecto, actualmente en desarrollo, para suministrar 132 turbinas eólicas, que generarán 396 megavatios eólicos para embotelladoras en Oaxaca y constituirán el mayor parque eólico de Latinoamérica.
El potencial de crecimiento regional de la industria eólica es muy elevado, con un gran apetito por las energías renovables en Centroamérica y el Caribe, y un entorno político favorable en México, dijo Adrián Katzew, gerente de la firma danesa Vestas en este país.
«Tenemos una perspectiva de potencial de mercado con muchos elementos muy atractivos», señaló Katzew.
Explicó que en Centroamérica y el Caribe no hay acceso al gas natural, por lo que su generación de energía depende principalmente del diésel y en algunos casos de fuentes hidroeléctricas, «que son muy cíclicas».
«Tienen altísimos costos de generación y (sus procesos son) sumamente contaminantes. Entonces el apetito por las energías renovables es muy alto, y tenemos mucha actividad», comentó.
Y en toda esa zona, «a diferencia de lo que observamos en Europa, lo que vemos es una alta liquidez por parte de la banca y apetito inversor; un contexto muy saludable», apuntó.
El ejecutivo precisó que Vestas, empresa dedicada al desarrollo, fabricación, venta y mantenimiento de tecnología eólica para generar electricidad, está involucrada actualmente en numerosos proyectos en Jamaica, República Dominicana, Costa Rica, Panamá y Nicaragua.
Sobre México, que el año pasado rebasó los mil megavatios de capacidad de generación eléctrica a partir del viento, dijo que hay conversaciones con las autoridades para construir una línea para la interconexión de nuevos proyectos eólicos en el estado sureño de Oaxaca, con miras a que entre en funcionamiento en 2016 con 2,2 gigavatios de transmisión.
«Lo que ha hecho Vestas es afianzar su posición de liderazgo en la región de Oaxaca, pero también ser el factor que impulsa al sector fuera de esa zona», expuso.
También se refirió al pedido de 28 turbinas para generar 50,4 megavatios en una planta eólica en Los Altos, estado occidental de Jalisco.
Este es un importante hito para la industria eólica mexicana, al ser el primer gran proyecto de esta naturaleza instalado fuera del Istmo de Tehuantepec, apuntó.
En cuanto a las protestas registradas en Oaxaca contra proyectos eólicos con el argumento de que perjudican el medio ambiente o la forma de vida local, Katzew explicó que «cuando llega una inversión tan grande en una zona que estaba tan rezagada, se genera una serie de grupos de interés».
Estos grupos pueden desempeñar un papel positivo, «pero también pueden cobrar una dinámica propia para tratar de tomar ventaja de la situación».
Indicó que los proyectos eólicos en México han recibido financiamiento de los principales bancos multilaterales, como el Banco Interamericano de Desarrollo, «que tienen procesos de análisis muy rigurosos, y que han estudiado con profundidad las cuestiones ambientales y sociales».
«Como fabricantes, que estamos un paso detrás de los desarrolladores, (eso) nos da un alto grado de tranquilidad de que se han seguido estándares muy altos para juzgar si se han tomado las precauciones necesarias para que éstas sean inversiones sustentables», abundó.
Finalmente, indicó que en las exposiciones públicas de diferentes funcionarios del Gobierno mexicano, instalado el 1 de diciembre pasado, se percibe un elevado nivel de compromiso con el apoyo a las energías renovables.
«Los mensajes que estamos escuchando son muy positivos. Tenemos mucha confianza en que se traduzcan en acciones y estamos muy abiertos a colaborar con las autoridades para que sea así», puntualizó.
De acuerdo con un estudio reciente de la firma especializada de análisis IHS Emerging Energy Research, la industria eólica tiene una oportunidad enorme de crecimiento en Latinoamérica.
El estudio prevé que la región llegue a 46 gigavatios de capacidad total instalada para 2025, con Brasil a la cabeza con 31,6 gigavatios, seguido por México con 6,6.
Se pronostica que Brasil albergue el 69 % del total de la capacidad eólica instalada en Latinoamérica para 2025, colocándose como líder en desarrollo, manufactura de turbinas e integración de cadenas de suministro.
México tiene actualmente un objetivo unilateral de reducir en 50 % las emisiones de gases de efecto invernadero a través del uso de energías renovables para 2050, tomando como base los niveles de emisión de 2002.
Adicionalmente, la Estrategia Nacional de Energía aprobada por el Congreso en 2010 establece la meta de reducir a 65 % la proporción de energía generada a partir de combustibles fósiles para 2024, a 60 % en 2030 y a 50 % en 2050.