Eólica en Latinoamérica: ¿Tiene futuro el sector eólico en América latina?

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Los mercados eólicos de China, India y Brasil muentran mayor dinamismo que Estados Unidos y Europa.

¿Cuál es el futuro de la energía eólica en Latinoamérica?  Ese tema es debatido en un artículo que reproduce el Boletín Renova, la publicación específica de esta temática que editan los  profesionales del Instituto Nacional de Tecnología Industrial de  Argentina.

En la publicación dan cuenta de que «el Consejo Global de Energía  Eólica es optimista y considera a Argentina un «mercado interesante»  para esta temática.

Luego continúa diciendo que «las instalaciones eólicas en América  Latina van a crecer «considerablemente» hacia 2020, sobre todo en países  como Brasil, Chile y Uruguay, mientras que la Argentina es un «mercado  promisorio» en el mismo rubro.

Esto está publicado en la cuarta edición del informe Global Wind  Energy Outlook, que se publicó en noviembre pasado. Este documento se  redactado cada dos años por los expertos del Consejo Global de Energía  Eólica  (o GWEC, por su sigla en inglés) y Greenpeace Internacional.

El documento prevé –en su proyección menos optimista- que la eólica  podría aportarle a los países al sur del río Bravo unos 36 teravatios  hora de electricidad por año hacia 2030, lo que implicaría evitar la  emisión a la atmósfera de nada menos que 22 millones de toneladas de  CO2. El informe del GWEC considera que la región tiene uno de los  «mejores recursos eólicos del mundo», y que esa «tecnología está llamada  a tener un papel importante en su creciente demanda de electricidad».

Las   instalaciones eólicas en América Latina van a crecer “considerablemente” hacia  2020, sobre todo en países como Brasil, Chile y Uruguay, mientras que la Argentina  es un “mercado promisorio” en el mismo rubro. Al menos así lo asegura la  cuarta edición del informe Global  Wind Energy Outlook, que se publicó en  noviembre pasado.

Elaborado cada dos años por el  Consejo Global de Energía Eólica  (o GWEC, por su sigla en inglés) y Greenpeace Internacional, el documento  prevé –en su proyección menos optimista- que la eólica podría aportarle a los  países al sur del río Bravo unos 36 teravatios hora de electricidad por  año hacia 2030, lo que implicaría evitar la emisión a la atmósfera de nada  menos que 22 millones de toneladas de CO2. El informe del  GWEC considera que la región tiene uno de los “mejores recursos eólicos del  mundo”, y que esa “tecnología está llamada a tener un papel importante en su  creciente demanda de electricidad”.

En esa línea, explica que, entre 2010 y 2011, la potencia instalada total se duplicó hasta llegar a  casi 2.330 MW, con Brasil como dueño de dos tercios de esa  masa productiva. Más  hacia el sur, el documento detalla la actividad eólica de Uruguay –que instaló 43 MW en 2011 y  licitó otros 500 megavatios- antes de mencionar a la Argentina, que hacia fines de ese año contaba con 130   megas en operación. “El país tiene enormes recursos eólicos –dice el  documento-. Existen muchos grandes proyectos en desarrollo, y los necesita  desesperadamente para aliviar su crónico déficit eléctrico”. A continuación  explica: “Algunos analistas aseguran que los vientos en Argentina son suficientes  para proveer siete veces la demanda de electricidad de América Latina”.

Más  allá de ese análisis en particular, el Consejo Global de Energía Eólica  se juega por un diagnóstico actual: “Hay señales que indican que la energía  eólica finalmente está alcanzando una masa crítica en varios mercados de  América Latina, y que la región ha comenzado a desarrollar una industria eólica  sólida con la que complementar sus recursos hídricos y biomásicos, además de su  potencial en energía solar”.   A nivel global, el grupo formado por grandes  empresas dedicadas al rubro eólico espera que las instalaciones con esa  tecnología puedan llegar a satisfacer el 12% de la electricidad mundial en 2020, y el 20 por ciento en  2030. Además, prevé que el mercado crearía 1,4 millones de puestos de trabajo en  todo el mundo, al tiempo que reduciría las emisiones de CO2 en más de 1.500  millones de toneladas al año.

O mais grande

En el  capítulo sobre América Latina, el documento publicado por el GWEC dedica un buen párrafo a Brasil, al que caracteriza como la  “economía más grande de la región y también el líderen instalaciones eólicas”.

Instalación eólica de gran escala instalada en Brasil, potencia sudamericana en el rubro
Instalación  eólica de gran escala instalada en Brasil, potencia sudamericana en el rubro

“Luego de un arranque  relativamente lento en la primera parte de la década de 2000, el Mercado eólico  brasileño parece estar finalmente despegando: en 2011 sumó 582 megavatios, con un crecimiento del 63% en la capacidad instalada”. El informe explica también que  el país alcanzó la marca de los 2 GW en agosto de 2012 y “tiene más de 7.000 MW en lista de espera para ser  completados hacia 2016”.

En la  columna del debe, el informe señala que, aun con todo ese entorno alentador,  para conseguir un desarrollo sustentable Brasil necesita un “nuevo marco  regulatorio del sector eléctrico, que ofrezca previsibilidad en términos de  volumen en el mediano y largo plazo. Las proyecciones del gobierno vigentes  visualizan otros 16 MW eólicos instalados en el país hacia 2021.

Sobre el  otro vecino de la Argentina, Chile, el documento del  Consejo Global de Energía Eólica puntualiza el  contexto: su falta de combustibles fósiles ha generado que los precios locales  de la energía se triplicaran durante el último lustro. Al mismo tiempo, evalúa  que, los vientos chiles son buenos: su potencial eólico total está estimado en  más de 40 GW. En 2011 –dice el estudio- la capacidad eólica chilena total llegó  a 202 MW, mientras en este momento hay más de “5 MW de proyectos de energía  renovable en desarrollo, de los cuales son eólicos una buena parte: 3  megavatios”. Según explica GWEC, por el momento las energías renovables sólo ofrecen el  1% de la matriz energética chilena.

En la  presentación del informe de la “internacional eólica, el jefe de expertos en  energía de Greenpeace, Sven  Teske, ofreció una buena definición de una política para  que la energía eólica crezca: “El  ingrediente más importante para el éxito a largo plazo de la industria eólica  es una política estable, que envíe señales claras a los inversores en cuanto a  la visión de los gobiernos sobre el alcance y potencial de esta tecnología”.  Varias señales indican que eso se está dando en América Latina.