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Un informe presentado por la ONU dice que la emisión de gases de efecto invernadero no ha dejado de crecer, pese a todas las medidas prometidas por los gobiernos. Eso puede traer consecuencias para la vida en el planeta.
A poco menos de una semana del inicio de la XVIII Cumbre de Cambio Climático, que tendrá lugar en Doha, capital de Catar, la ONU emitió un informe que señala que la emisión de CO2 no solo no ha logrado ser detenida con las acciones implementadas hasta el momento, sino que se ha incrementado, llegando a máximos históricos que ponen en duda la factibilidad de cumplir con las proyecciones realizadas en estudios anteriores.
El informe se llama “La brecha en las emisiones” y fue realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Fundación Europea para el Clima, y en él trabajaron 55 científicos de 22 países. Entre sus conclusiones más impactantes está que desde el año 2000 a la fecha, la presencia de gases que provocan el efecto invernadero se ha incrementado en un 20 por ciento, lo que puede significar un alza en la temperatura promedio mundial de entre 3 y 5 grados a fines de este siglo.
Una brecha insalvable
La situación es tan grave que hoy las emisiones de gases invernadero son un 14 por ciento más altas de lo que deberían ser en 2020, cuando teóricamente los países debiesen cumplir con importantes disminuciones en su aporte de CO2 a la atmósfera. Esta realidad ominosa se ve acompañada de otras malas noticias, pues las evaluaciones económicas incluidas en el informe prevén que mientras más tiempo pase antes de que se tomen medidas, más costosas serán éstas.
En una proyección a ocho años, se espera que los países producirán 58 mil millones de toneladas de CO2, lejos de las 44 mil millones que los mismos países habían acordado alcanzar el 2020. Achim Steiner, secretario general adjunto de las Naciones Unidas, dijo que a estas alturas “debemos ser conscientes de que la transición a una economía verde baja en carbono está siendo demasiado lenta y esa meta de las 44 gigatoneladas se aleja cada año un poco más”.
Buena parte de este incremento responde al crecimiento de determinados países en vías de desarrollo, que tienden a usar energía “sucia” (carbón, petróleo) en su afán por empujar sus economías. Y aunque se tomaran las medidas más rigurosas, dice el informe, en el mejor escenario esa brecha entre lo que sería deseable y lo que es técnicamente posible llegará a 8 mil millones de toneladas en 2020.
Efectos en la vida del planeta
El secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Michel Jarraud, advirtió que todo esto tendrá un impacto negativo en la vida en nuestro planeta. “Incluso si mañana pudiésemos parar nuevas emisiones, esos gases de efecto invernadero que han estado dañando la atmósfera seguirían teniendo un efecto durante siglos”, afirmó. Una de las consecuencias que generan estos gases es la acidificación de los océanos, lo que tiene graves repercusiones en la cadena alimentaria marina.
Pero no todo es terrible. El informe dice que hay una luz de esperanza en la medida que los gobiernos asuman la gravedad de todo esto y se reduzcan de forma significativa las emisiones en el transporte, la silvicultura y la construcción. «Los gobiernos pueden negociar un nuevo acuerdo internacional, pero deben actuar de inmediato”, dice Steiner, quien afirma que “sigue siendo posible reducir esa disparidad utilizando la tecnología disponible”. Ademaás resaltó que la inversión en energías renovables, necesarias para dejar de contaminar el planeta, “ha experimentado un crecimiento notable”.
Autor: Diego Zúñiga. Editora: Emilia Rojas-Sasse. http://www.dw.de/