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Alemania apuesta por las energías renovables, como la eólica y la fotovoltaica, para reducir las emisiones de CO2, la dependencia de los combustibles fósiles y abandonar la energía nuclear. Alemania es un ejemplo para otros países con mucha más radiación solar.
Alemania lidera la producción mundial de energía solar y cubre más del cinco por ciento de su demanda de energía gracias a la industria fotovoltaica. Pero científicos visionarios y parte de la sociedad civil quieren más.
Hasta ahora, las instalaciones cuentan con una capacidad de alrededor de 30 gigavatios. Y el escenario futuro previsto por el Ministerio Alemán de Medio Ambiente aspira a instalaciones de 60 gigavatios. Pero la industria fotovoltaica y no pocos visionarios abogan por imprimir velocidad al cambio de modelo energético.
A más tardar en el año 2040, Alemania podría cubrir su demanda energética exclusivamente con energía renovable, asegura Christan Breyer, director del Instituto Reiner Lemoine en Berlín, dedicado a la investigación científica aplicada a impulsar el cambio energético. Pero, ¿qué fuentes renovables de energía conformarían esta matriz energética soñada para el 2040?
«Parece un reto enorme, y lo es. Tenemos que hallar soluciones definitivas al cambio climático y al previsible agotamiento de fuentes de energías fósiles. Alrededor de un cuarto y hasta un tercio de la energía provendrá de la fotovoltaica. El resto, será seguramente energía eólica. La fotovoltaica se emplea ya en Alemania principalmente durante el día. Es algo que funciona. Lo vemos en regiones del sur del país. Y las redes eléctricas lo soportan bien», ilustra Breyer.
Reto máximo: el almacenamiento
El mayor reto, sin embargo, está en el almacenamiento. Según la empresa francesa de energía RTE, un gigante mundial, las redes de energía más grandes en todo el globo necesitarán inversiones por 700.000 millones de dólares en los próximos 10 años. Es el costo de adaptarse a la creciente participación de energías renovables en economías maduras y a fuertes alzas de la demanda en naciones emergentes.
Alemania no es la excepción. Según los cálculos de Volker Quaschning, profesor de sistemas energéticos regenerativos en la Escuela Superior de Técnica y Economía de Berlín, la superficie techada de viviendas, granjas y fábricas alemanas es más que suficiente para cubrir la demanda. Allí podrían instalarse plantas solares con un rendimiento total de 200 gigawatt. Pero la infraestructura para colectar grandes excedentes de energía, tanto solar como eólica, aún está pendiente. Los cálculos de Quaschning preveen excedentes futuros de hasta 100 gigawatt en determinados días de la semana, mes o año, así como a determinadas horas del día. En otros momentos, sin embargo, el sol y el viento no alcanzarán para producir energía suficiente.
«Tendremos que combinar distintos acumuladores», explica Quaschning. «Para cortos espacios de tiempo podemos recurrir a baterías eficientes. Pero cuando se necesite almacenar energía a largo plazo, habrá que emplear la llamada tecnología power to gas. Se trata de transformar la energía solar, a través de una electrolisis que produce primero hidrógeno y, a continuación, metano, o sea, gas natural. Este se puede almacenar y –semanas o meses después, según la demanda– ser empleado para producir energía en plantas de gas”, aclara el experto.
¿Y el costo?
Para Volker Quaschning y Christian Breyer, la apuesta por la energía eólica y solar es también económicamente razonable. La energía eólica –entre las menos costosas de todas– cuesta actualmente unos 7 centavos de euros por kilovatio/hora. La energía solar, sin embargo, cuesta unos 16 centavos. El precio de la generación de energías verdes es lo que más preocupa a la población. Y es, además, el principal argumento del lobby de las industrias atómica y del carbón contra la aceleración del apagón nuclear y la sustitución de fuentes tradicionales por fuentes renovables de energía.
Sin embargo, la energía solar podría ser más barata en unos años que la proveniente de plantas de carbón, insiste el profesor Eicke Weber, director der Instituto Fraunhofer para Sistemas de Energía Solar en Friburgo: «Todo indica que llegaremos a los 10, 8, 5 centavos por kilovatio/hora. O sea, quedará demostrado que la fotovoltaica es uno de los métodos más baratos para producir energía», prevé.
La industria fotovoltaica alemana se halla, sin embargo, bajo una doble presión. Por un lado la competencia barata de las empresas chinas ha llevado a la quiebra a firmas como Q-Cells, Sovello y Solon. Por otro, el Estado alemán ha reducido considerablemente las subvenciones a la energía solar.
No obstante, la presión de las más diversas organizaciones de la sociedad civil –desde grupos ecologistas hasta religiosos- ha logrado que las autoridades federales y regionales alemanas se comprometan a impulsar de conjunto el cambio de modelo energético. Las medidas concretas siguen pendientes. La propia canciller Angela Merkel ha llamado a un diálogo abierto, a todos los niveles, que deberá fomentar las innovaciones tecnológicas y el apoyo político.
Autores: Gero Rueter / Rosa Muñoz Lima. Editora: Cristina Papaleo. http://www.dw.de/