El presidente Barack Obama reiteró su apoyo a la industria durante su reciente discurso del Estado de la Nación pero ante la persistente debilidad económica, la polarización política en Washington y una falta de interés público en las causas del cambio climático, los vitales subsidios gubernamentales podrían caducar sin ser renovados.
Promotores de las energías renovables están atemorizados del retroceso que eso podría significar para la industria, mientras los críticos de ésta señalan que el mercado es el que debe tener la última palabra.
Uno de los principales subsidios, llamado programa 1603, que permitía a las empresas de energías renovables recuperar 30% del coste de un nuevo proyecto en efectivo una vez compleataba su fase de contrucción, venció el año pasado.
Era especialmente favorable para los productores de energía solar. Más de 22.000 proyectos recibieron US$1.760 millones, según el Departamento del Tesoro.
Otro subsidio, en la forma de un beneficio al impuesto de producción, otorga un crédito de 2,2 céntimos de dólar por cada kilovatio-hora de electricidad generada durante los primeros 10 años de operación de un proyecto de energías renovables.
"Es un ejemplo de una buena política que ha mantenido esos puestos de trabajo en Estados Unidos. El país necesita esos empleos y el sector ha comprobado que los puede crear, así que el subsidio debe continuar", Erin Greeson, Renewable Northwest Project.
Según los líderes del sector, ese subsidio le permite tener precios competitivos pero, después de varias extensiones, entrará en caducidad a finales de 2012.
"Si el crédito al impuesto de producción desaparece, quedarán comprometidos cientos de miles de empleos relacionados a la generación de energía eólica", declaró Erin Greeson, gerente de comunicaciones de Renewable Northwest Project (RNP), una organización sin ánimo de lucro que promueve el "desarrollo responsable de las energías renovables" en la costa Pacífica de EE.UU.
"Es un ejemplo de una buena política que ha mantenido esos puestos de trabajo en Estados Unidos. El país necesita esos empleos y el sector ha comprobado que los puede crear, así que el subsidio debe continuar".
A los republicanos no les gusta la idea de subsidios. Abogan, además, por la industria petrolera. Pero hay algunos que sostienen que la asociación de más seres humanos vinculados a la producción de energía es prueba de su ineficiencia.
"Me río cada vez que la gente del sector de las energías renovables dice que van a crear más empleos", expresó Kenneth Green, un científico ambientalista y analista político del American Enterprise Institute (AEI), un centro de investigación conservador en Washington.
Erin Greeson recalca, sin embargo, que la mayoría de industrias en EE UU recibieron apoyo del gobierno para poder madurar, desde la agricultura hasta las vías de comunicación. La industria petrolera, según ella, es la que más se ha beneficiado y continúa haciéndolo.
"Los subsidios para la industria de hidrocaburos fueron instalados en los años 20 a perpetuidad. El pueblo estadounidense lleva casi un siglo sosteniéndola", sostuvo.
Eso, de acuerdo a la portavoz de RNP, le permitió crece y volverse muy competitiva y extraodinariamente rentable. "La razón por la cual el sector de energía renovable ha entrado en un ciclo de altibajos, de auge y colapso, es por la inestabilidad de políticas para estimular su crecimiento".
En su discurso a la nación Barack Obama se comprometió a apoyar los proyectos de energías renovables. En su reciente discurso del Estado de la Nación, el presidente Barack Obama se comprometió a invertir en proyectos de producción de energía "limpia" como una manera de crear independencia energética y generar empleo.
No obstante, el lento proceso de recuperación económica y una creciente oposición política a la idea de invertir más dinero federal hace que la probabilidad de refrendar los subsidios sea más distante.
"A quién no le gusta la idea de tener energía de fuentes gratis e inagotables y, aparentemente, menos contaminantes", dijo Kenneth Green de AEI. "Pero al enfrentar las realidades de la industria, la poca viabilidad económica y la necesidad de enormes subsidios, el entusiasmo empieza a enfriarse".
"Además", señaló, "los conservadores están en ascenso y ellos tienen la tendencia a no gustarles los subsidios".
Últimamente, los críticos de los subsidios han visto sus argumentos fortalecerse con el espectacular colapso de una empresa de paneles solares, Solyndra, que recibió un préstamo garantizado del gobierno de US$535 millones, en 2009, para quebrar y despedir a sus más de mil empleados dos años después.
"Ese caso será emblemático de un gobierno escogiendo tecnologías ganadoras y perdedoras en el mercado", manifestó Kenneth Green.
Por su parte, Erin Greeson reconoce que el caso Solyndra es de gran magnitud pero si una industria va a ser sometida a escrutinio todas también deberían serlo. "Así como hay unos ejemplos de fracasos en la industria renovable, los hay de grandes éxitos", señaló.
Uno de estos se dio en el estado de Oregon, donde las empresas de distribución de energía añadieron fuentes alternativas a su portafolio y reportaron que estas representan una opción menos costosa, de menor riesgo y mayor competitividad a largo plazo que el carbón.
"El cambio es difícil y toma tiempo. Requiere educación, consciencia, voluntad pública y liderazgo político", añadió Greeson.
"Aplaudimos el compromiso del presidente Obama, pero se necesita más concentración y voluntad en la inversión en energía renovable y a eso instamos a nuestros políticos", concluyó.