Estamos seguros de que el nuevo Gobierno estudiará el problema del déficit tarifario con rigor y no como lo están planteando los presidentes de Unesa e Iberdrola. El nuevo Gobierno deberá analizar si lo que más le interesa al país es fomentar la inversión privada, atraer capital extranjero a nuestra economía, generar empleo y reforzar el posicionamiento de nuestra industria en el exterior, además de cumplir los compromisos vinculantes con la Unión Europea para la mitigación del cambio climático, o defender las cuentas de resultados de dos o tres empresas que cometieron el error de instalar más ciclos combinados de los que, a todas luces y nunca mejor dicho, se han demostrado innecesarios. Esas empresas están tratando a toda costa de convertir su problema, fruto de sus propias decisiones con su correspondiente riesgo empresarial, en un problema nacional.
También estamos seguros de que el nuevo Gobierno no comprará al señor Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, el sofisma de que, como la cifra del déficit tarifario se parece a las primas recibidas por las renovables, estas son las culpables del déficit. ¿Qué les parecería esta otra forma de presentarlo? Como los beneficios anuales de las eléctricas son similares al déficit tarifario, los beneficios de las eléctricas son los responsables del incremento anual del déficit.
Los enormes beneficios de las eléctricas son parte del coste del sistema, igual que lo son las primas a las renovables, pero mientras las primas a las renovables tienen un importante efecto de reducción de los precios del pool y, por tanto, de reducción de lo que se paga a los productores, los beneficios de las eléctricas constituyen una contribución neta a dicho déficit. Según un reciente estudio de Deloitte para APPA, las renovables habían producido un efecto neto acumulado de más de 9.000 millones de euros de reducción del déficit hasta finales de 2010. O sea que, en contra de lo que de forma simplista quieren vender a la opinión pública, las energías renovables no han contribuido al déficit sino a paliarlo. Otro tema más difícil de explicar es por qué no se ha repercutido esta bajada de los costes de generación en el recibo de la luz a los consumidores. Las subastas Cesur tienen la respuesta y están siendo objeto de investigación en estos momentos. Sin embargo las industrias que tienen indexados sus costes de electricidad al precio del pool sí han visto reducida su factura y, por tanto, han incrementado su competitividad en estos últimos años gracias a las renovables.
Es significativo que quien más levanta la voz para cercenar una pujante industria nacional es aquel que quiso ser el líder en termosolar hace dos años pero que fracasó al no recibir ninguna de las preasignaciones solicitadas a las centrales termosolares que estaba promoviendo (salvo la de Puertollano, que ya estaba construida pero no estaba inscrita). También parece que no le iban bien las cosas en los concursos autonómicos de energía eólica en los últimos años y ha alentado un real decreto -que afortunadamente se ha paralizado- en el que, generando incertidumbre sobre la retribución, trataba de impedir la financiación bancaria de los proyectos, para que solo pudieran materializarse los que se hicieran con financiación corporativa y poder jugar así con ventaja.
El nuevo Gobierno tiene que decidir si seguir apoyando una industria nacional, con gran impacto en el PIB, en la recaudación fiscal y en el empleo y cuyas primas serán progresivamente decrecientes hasta no ser necesarias en muy pocos años -reduciendo la dependencia energética del exterior, reforzando el liderazgo de nuestras empresas en el emergente mercado mundial y contribuyendo a la convergencia económica entre las regiones de España- o, por el contrario, defender el que dos o tres empresas sigan ordeñando la vaca de instalaciones amortizadas, sin nuevas inversiones productivas y con pingües beneficios, manteniendo las elevadas importaciones de gas que tanto daño producen en nuestra balanza comercial.
El nuevo Gobierno tendrá ante sí otras muchas decisiones difíciles sobre cómo superar la crisis económica. Sin embargo, por lo que respecta a las energías renovables, y a la termosolar en particular, lo tiene muy fácil.
Valeriano Ruiz / Luis Crespo. Presidente y secretario general de Protermosolar