En primer lugar en la búsqueda de recursos energéticos alternativos a los combustibles fósiles, principalmente al petróleo por la volatilidad e incrementos esperados a largo plazo de su precio así como el desarrollo de nuevas tecnologías para el aprovechamiento de los nuevos recursos.
En segundo lugar la descarbonización de la energía debido a los riesgos que conlleva la emisión de CO2 y otros gases de efecto invernadero para el sistema climático mundial.
La solución a estos dos retos pasa por el desarrollo de alternativas energéticas no contaminantes y sostenibles medioambientalmente como son las energías renovables. Entre ellas cabe destacar la energía eólica como la más madura tecnológicamente y competitiva en términos económicos y de flexibilidad para su implantación.
En el caso del sector energético español los esfuerzos para reducir las emisiones de gases contaminantes y de CO2 empezaron a concretarse hace más de una década principalmente espoleados por la legislación de la UE y la delicada situación de dependencia energética del país que para entonces ya casi alcanzaba el 80%.
De las diversas energías renovables ha destacado por su pujanza la importancia manifiesta de la aportación de la energía eólica en la lucha contra el cambio climático en la que gracias a la apuesta política y regulatoria decidida por los gobiernos españoles por una energía autóctona y no contaminante como es la energía eólica, como hemos manifestado en líneas precedentes, en la primera década del siglo XXI el sector eólico español se ha convertido en un referente a nivel mundial, posicionando a nuestro país entre los primeros cuatro del mundo en cuanto a implantación, industria, y patentes de esta tecnología, sólo detrás de países como China, EE UU y Alemania.
El hecho de haber sido uno de los países pioneros en la transformación de la energía eólica desde su fase de investigación a su fase de tecnología comercial madura es una ventaja comparativa que ha permitido al sector eólico español erigirse en una importante fuente de ingresos para el país gracias a las exportaciones, alcanzar una imagen y renombre internacional para el sector y para el país, y convertirse en un factor de creación de empleos de alto valor añadido con un alto potencial de crecimiento a corto, mediano y largo plazo.
En términos de aportación a la mitigación del cambio climático el importante desarrollo de la energía eólica en España ha contribuido de forma determinante a reducir las emisiones de CO2 del país. Según datos del informe Impacto Macroeconómico del Sector Eólico, 2010 en 2009, gracias a los 36,8 TWh (el prefijo T conocido como Tera representa el equivalente a un billón de unidades a las que se hace referencia) producidos con el viento en España se evitó la emisión a la atmósfera de 20,6M (millones) de toneladas de CO2 el equivalente al 5,6% de las emisiones totales del país ese año (Datos del ministerio de medio ambiente, rural y marino). El valor de las emisiones evitadas (es decir, que no se llegaron a emitir a la atmósfera) en el mercado de derechos de emisiones europeos habría alcanzado los 270 Millones de euros; derechos de emisión que no hubo que comprar del extranjero y que en consecuencia nos hemos ahorrado.
Por otra parte, la energía eólica también contribuyó a reducir la dependencia energética del país. Según ese mismo informe la generación eléctrica eólica evitó la importación de petróleo, gas y carbón por un valor de 1.541 Millones de euros, precisamente en un año, el 2009, en que la crisis económica hacía aún más urgente no agravar el desequilibrio en la balanza comercial española.
Es reseñable también que la energía eólica cumplió en 2010 con los objetivos establecidos en el Plan de Energías Renovables 2005-2010 (PER) con un total de 20.676 MW (El prefijo Mega equivale a un millón) instalados frente a los 20.155 que se establecían en el PER, por lo que se rebasaron las predicciones.
Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.
José Segura Clavell es diputado socialista en el Congreso.