Tierra y mano de obra barata son los principales atractivos para las empresas europeas que acuden al continente africano en busca de grandes extensiones agrícolas para convertirlas en tierras de cultivo de agrocombustibles, en detrimento de las necesidades de alimento de las poblaciones locales.
Mientras la UE siga promoviendo los agrocombustibles en el marco de su política energética, continuará agravándose la situación alimentaria de las poblaciones africanas, que se enfrentan además al aumento de la aridez de la tierra y a sequías más frecuentes, especialmente en la franja del Sahel, como consecuencia del cambio climático.
Un tercio de las tierras que se venden o adquieren en África se usa para cultivos de agrocombustibles, algo que ni repercute en el bienestar de las poblaciones locales, ni contribuye a frenar las emisiones de gases de efecto invernadero. Aunque muchas empresas extranjeras defienden que sus prácticas fomentan el desarrollo sostenible a nivel local, la producción de agrocombustibles está provocando la deforestación de los bosques, la pérdida de tierras de pastoreo e incluso problemas con el suministro de agua, un bien escaso para el consumo humano en muchas regiones.
Como explica la experta Patricia Garrido del Grupo de Estudios Africanos de la Universidad Autónoma "existe la percepción generalizada de que en los países de destino de estas inversiones hay un exceso de tierras cultivables que están infrautilizadas. Pero en muchos casos, las tierras sí están siendo aprovechadas por segmentos de población desfavorecidos". "Lo que está en juego en estas transacciones no sólo es la soberanía alimentaria, sino la soberanía territorial del continente", en lo que Jacques Diouf, director de la FAO, ha denominado "neocolonialismo alimentario".
Desde Fundación Habitáfrica, IPADE y Solidaridad Internacional, exigimos un cambio en la política energética de la UE que apueste definitivamente por la eficiencia energética y las energías renovables para frenar el cambio climático y no opte por falsas soluciones a la actual crisis ambiental global invirtiendo en agrocombustibles, producidos fuera de sus fronteras.
Las próximas Cumbres de Desertificación (Corea- 10-21 oct) y Cambio Climático (Durban- 28 nov- 9 dic) de Naciones Unidas son foros claves para que la UE fomente políticas climáticas basadas en la eficiencia energética y en la gestión sostenible del suelo y el agua, en lugar de reconvertir su modelo energético a costa de la tierra de los países empobrecidos del Sur.
Junto a la extensión de los agrocombustibles, otro grave problema pasa por la desertificación, fruto entre otros factores de la sobreexplotación del suelo. Según las previsiones, la desertificación podría desplazar a más de 60 millones de personas en el África subsahariana. La comunidad internacional sigue sin invertir recursos económicos suficientes para frenar la degradación de la tierra, dando la espalda a los habitantes de las tierras secas que difícilmente encuentran alternativas para subsistir.
Con el objetivo de promover la seguridad alimentaria y contribuir a frenar el deterioro ambiental en África, desde Fundación Habitáfrica, IPADE y Solidaridad Internacional, en estrecha colaboración con organizaciones de la sociedad civil africanas, llevamos a cabo diversas acciones de cooperación con el objetivo de luchar contra la pobreza.
Además, en España, en el marco de la campaña "África Cuenta", las tres organizaciones promovemos diversas acciones formativas y de sensibilización para combatir la idea de que África es un continente pobre, sino que sufre la sobreexplotación de sus recursos naturales por parte de los países del Norte.
Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.