“Nuestra intención es demostrar que las energías renovables no sólo son capaces de asegurar un óptimo abastecimiento, sino que también generan la frecuencia y la potencia necesarias para asegurarlo”, dice Kurt Rohrig, director interino del Instituto Fraunhofer.
Para demostrarlo, los investigadores combinan diversos recursos energéticos en una central virtual: un parque eólico, dos centrales combinadas de electricidad y calefacción y dos estaciones de biogás, estas últimas con la posibilidad de empalmarse entre sí. Además, la central energética virtual está conectada a los mercados supraregionales, gracias a lo cual se puede comprar o vender electricidad. El proyecto está en marcha hace dos años, y, sin embargo, dice Kurt Röhrig, aún se enfrenta al desafío contar con la aceptación de las compañías proveedoras de energía.
Enercon: aerogeneradores para la energía eólica
En la región modelo del Harz trabajan, además del Instituto Fraunhofer, diversas empresas. Siemens, por ejemplo, se encarga del sector de comunicaciones. Las productoras de energía y la central virtual se comunican entre sí a través de un “puente energético” (Power Bridge), por el que intercambian información. La fábrica de molinos de viento Enercon, líder en el mercado, también forma parte del proyecto piloto. El lobiísta de Enercon, Teelke Oldermann, explica que proveen turbinas para la región modelo del Harz. “El parque eólico Dardesheim está provisto de instalaciones eólicas de Enercon”, dice Oldermann, “cuya técnica permite controlarlo con exactitud”.
En la feria industrial de Hannover, Enercon expone un nuevo prototipo: una góndola con hélices de 50 metros de largo que será parte de un aerogenerador.
La compañía Solarfuel también exhibe un prototipo en la feria, desarrollado conjuntamente con el IWES del Instituto Fraunhofer, que permite depositar la energía eólica bajo tierra. Stephan Rieke, del departamento de Distribución de Solarfuel, explica el procedimiento: “De la energía eólica se genera hidrógeno, el que luego es transportado hasta la central de metanización”. Dicha central genera a su vez, con la presencia de dióxido de carbono de una fuente biológica, como el biogas, el metano renovable. Éste se almacena entonces en enormes cavidades subterráneas. Si alguna vez no sopla el viento, se puede generar energía a partir del metano almacenado, y también se lo puede utilizar para impulsar vehículos a gas.
De acuerdo con Stephan Rieke, la gran ventaja de esta central de almacenaje es que se pueden usar sistemas ya existentes, como, por ejemplo, las redes de gasoductos y las instalaciones de depósito de gran capacidad. La desventaja es, sin embargo, que al transformar viento en gas se pierde hasta un 40 por ciento de energía, un poco menos, si se da uso al calor generado en la operación. Pero es mejor no aprovechar del todo la energía almacenada que tener que desactivar completamente el molino en caso de vientos fuertes.
Ya se trate de almacenamiento, instalaciones eólicas o programas para su manejo, el mercado en torno a las energías renovables es muy prometedor. Ya antes del accidente atómico en Fukushima, la Asociación Alemana de Energías Renovables (BEE) había confeccionado un estudio cuyo resultado fue que “en 2011 se invertirán 4,5 mil millones de euros en nuevas capacidades de producción, es decir, en fábricas para la producción de instalaciones. A eso se suman 1,5 mil millones en investigación y desarrollo”, dice Björn Klusmann, director ejecutivo de la BEE.
Las inversiones provienen de todos los sectores, pero el acento está puesto en el sector de la electricidad. “Allí es donde se crean nuevas factorías para producir hojas de rotores eólicos, generadores e instalaciones eólicas. También se desarrollan nuevos emplazamientos para energía solar en Alemania que se venden en todo el mundo”, señala Klusmann.
Entretanto, y debido a la catástrofe que asuela a Japón, el viento ha vuelto a cambiar en Alemania, y, si se continúa en el proceso de abandonar del todo la energía atómica, las inversiones en energías renovables, según el director de la BEE, deberían ser aún mayores.
Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.
Insa Wrede/ Cristina Papaleo, Editor: Enrique López Magallón. www.dw-world.de