Con la excusa de los "recortes presupuestarios", espoleados por ola anti-Gobierno del Tea Party y por los "intereses especiales" (con mención de honor a los multimillonarios hermanos David y Charles Koch), los convervadores han torpedeado el Capitolio desde todos los flancos posibles.
"Nunca he visto nada que se parezca remotamente a esto", admite Sean Hecht, director ejecutivo del Centro para las Leyes Ambientales de la Universidad de UCLA. "El alcance de todas estas medidas es abrumador".
El principal objetivo de los republicanos es sin duda la Agencia de Protección Ambiental (EPA), cuyo presupuesto aspiran a recortar en un 30%. Esta misma semana, la mayoría republicana ha votado a favor de impedir que la EPA pueda regular las emisiones de CO2 de las centrales eléctricas y de las fábricas, una de las contadísimas medidas de prevención contra el cambio climático anunciadas por el presidente Obama. Los republicanos pretenden limitar también los poderes de la EPA para velar por la calidad de las agua o regular los niveles de mercurio en las emisiones tóxicas.
A falta de una ley del clima –saboteada hace meses en el Senado- los republicanos quieren aprovechar ahora su nueva mayoría en la Cámara de Representantes para impulsar la así llamada Ley de Prevención de Tasas de la Energía.
"Vamos a impedir de una vez por todas que se pueda poner en marcha un mercado de bonos de carbono", ha declarado esta misma semana el senador James Inhofe, alineado con los ‘negacionistas’ del clima. "Vamos a acabar con el régimen regulatorio de la EPA, que está poniendo un peso extraordinario sobre las empresas y pasando factura al consumidor americano… Dejemos que sea la gente la que decida cuál la política del clima que realmente nos conviene".
La Casa Blanca ha sufrido ya de antemano los efectos de la ofensiva ‘anti-verde’. A finales de enero presentó su dimisión como asesora de cambio climático y energía Carol Browner, la última ‘empotrada’ de Al Gore en la Administración Obama. Su puesto ha desaparecido de la noche a la mañana, como ocurrió con el de ‘zar’ de ‘empleos verdes’ tras la dimisión de Van Jones (víctima prematura de la campaña conservadora).
Otra de las voces más sonadas de la ‘contrarrevolución’ republicana es la del congresista californiano Devin Nunes, que se ha atrevido a comparar los "ecologistas radicales" con el radicalismo islámico. "En el nombre de Gaia o de la Madre Tierra, estos grupos actúan como auténticos cultos, extorsionando si hace falta a nuestras comunidades", ha declarado Nunes, metido hasta el cuello en la ‘guerra del agua’ del río San Joaquín y en la disputada protección del salmón (otro programa que quieren liquidar los republicanos).
La congresista california Barbara Boxer ha sido precisamente quien más ha levantado la voz estos días contra los recortes presupuestarios de los republicanos: "Están atacando por la puerta de atrás todas y cada una de las leyes ambientales que han marcado un hito a nivel nacional".
Muchas de las iniciativas propuestas por los republicanos han de pasar por el ‘filtro’ de la mayoría demócrata en el Senado y se enfrentan en última instancia al veto del presidente Obama, que ha advertido que los recortes presupuestarios no pueden dejar desprotegido el medio ambiente. Aun así, la estrategia republicana es muy clara: bombardear al mismo tiempo por todos los frentes para poder sacar adelante el mayor número posible de iniciativas.
En Idaho, Montana y Wyoming, entre tanto, el lobo gris está a punto de perder su condición de "especie protegida". En Virginia del Oeste, se suspenderán las medidas que puso en vigor la EPA para evitar que la minería del carbón pueda destruir montañas enteras. En Pensilvania se limitarán las restricciones para la busca de gas natural en los parques nacionales. Y en Wisconsin, en plena ‘guerra’ con los sindicatos, el gobernador Scott Walker ha suspendido la financiación de los programas de reciclaje del papel y del vidrio.
Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.
Carlos Fresneda, www.elmundo.es/