"Ahora podemos tratar de descifrar si los romanos ocuparon el suroeste peninsular a partir de su triunfo exclusivo en las guerras púnicas o por el debilitamiento de la civilización asentada y desaparecida a causa de fenómenos catastróficos como el de este tsunami", aventura el investigador principal Joaquín Rodríguez Vidal. "Tenemos señales geológicas (sedimentos) de características similares a las de los tsunamis reconocidas en Doñana, y las hemos podido datar", resume.
Los científicos han llegado a esta conclusión a partir del estudio de los sedimentos del Parque Nacional de Doñana, uno de los lugares donde se observaron evidencias morfológicas y sedimentarias no acordes con la evolución normal de una costa y que ha sido objeto de la investigación de tres tesis doctorales.
El método de trabajo se ha centrado primero en la reconstrucción del paisaje costero onubense a partir de fotografías aéreas (suministradas por el Instituto Andaluz de Cartografía de la Junta de Andalucía) y otras fotografías realizadas por los satélites de observación de la tierra Landsat y Spot (y suministradas por el Instituto Geográfico Nacional). Con estos datos "vimos cómo se posicionan las barreras de la costa, sus avances y retrocesos", explica el investigador.
El siguiente paso fue contrastar los datos obtenidos a pie de campo. Para ello, los científicos extrajeron sedimentos (arenas y conchas, principalmente) de las diferentes barreras litorales de Doñana (marismas y lagunas) y estudiaron la composición de las arenas, las turbas (restos de vegetación rica en carbono) y las conchas (residuos llegados a la costa onubense a raíz del tsunami portugués de 1755).
Con toda esta información los científicos advirtieron en los sedimentos onubenses "características similares a las de los tsunamis", aclara Joaquín Rodríguez, tras su comparación con los sedimentos estudiados hoy a raíz de los tsunamis registrados como el de Indonesia (2004). Estos geólogos se han apoyado también en los estudios realizados entorno al tsunami que tuvo lugar en Lisboa en 1755, un desastre que señaló el nacimiento de la sismología moderna por ser uno de los primeros en estudiarse.
Ahora "continuamos estudiando el fenómeno para tratar de determinar la capacidad de recurrencia (repetición) futura de los tsunamis en la costa Atlántica del Golfo de Cádiz, pues esta es una de las zonas más propicias a sufrir terremotos submarinos y que podría tener efectos en la costa onubense, portuguesa y marroquí", añade Joaquín Rodríguez.
Por ello, una de las líneas de trabajo principal del equipo de estudiosos es "averiguar nuevos datos acerca de estos desastres naturales a partir del análisis de la recurrencia pasada, con la dificultad de que hasta ahora sólo teníamos la evidencia histórica del tsunami de Portugal de 1755", añade el investigador.
Este grupo de investigación está centrado en estudiar procesos de dinámica externa de la Tierra en conflicto con el ser humano desde la perspectiva reciente y su relación con la ocupación humana del territorio, es decir, la acción de tormentas, tsunamis y cualquier otro tipo de desastre natural.
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