Ahorrar energía en casa y en el transporte por Antonio Cerrillo

España no sólo es un país altamente dependiente de la energía obtenida en el exterior, sino que, además –y esta es la gran paradoja–, derrocha esa energía. El mal uso de estos recursos forma parte de la vida cotidiana, sobre todo en los servicios públicos o en el ámbito doméstico. No es extraño circular por carreteras con las lámparas encendidas a plena luz del día; como tampoco que los parkings de las comunidades de vecinos tengan la mayor parte de fluorescentes en funcionamiento aunque no haya nadie dentro de ellos.

Los ciudadanos que visitaban la semana pasada la Ciutat de la Justícia (en l’Hospitalet) salían sofocados a la calle tras sufrir calor a causa de una mala regulación de la calefacción. El Ayuntamiento de Madrid se gastó 384.140 euros en el espectáculo de luz y sonido organizado el 23 de diciembre del 2007 al inaugurar su nueva sede en el Palacio de Telecomunicaciones, aunque la fantasía festiva sólo duró media hora…

“En las comunidades de vecinos, la mayor parte de los ascensores tienen las luces encendidas 24 horas al día, para que, al abrir la puerta, tengan iluminación. Pero lo lógico, en pleno siglo XXI, sería que se activaran con sensores y que hubiera una normativa que prohibiera que estas cabinas permanecieran siempre encendidas”, dice Jordi Miralles, director de la fundación Terra. Miralles lamenta también que no haya otra regulación que exija mantener cerradas las luces de los parking, excepto al acceder a ellos.

Sin embargo, sólo ahora, cuando las importaciones de petróleo estrangulan la economía, el Gobierno parece haberse empezado a preocupar verdaderamente por la necesidad de ahorrar energía. España depende en un 85% de las importaciones de recursos energéticos, mientras que la media de la UE es del 60%.

En el 2008, las importaciones energéticas representaban el 45% del déficit comercial, mientras que en el año 2010 ese porcentaje se elevó al 66%. El encarecimiento del petróleo genera inflación; el déficit excesivo desacredita la economía española… Ahorrar energía es, pues, vital.

Pero “las políticas de ahorro y eficiencia con este Gobierno no han existido estos años. Y lo grave de las declaraciones de los ministros es que dicen que algunas de estas medidas se presentan como soluciones provisionales en espera de una bajada del petróleo, cuando lo que se requieren son soluciones estructurales”, dice Javier García Breva, director de la Fundación Renovables.

Pagamos la inacción anterior. García Breva recuerda que “durante el boom de la construcción no se tomaron medidas para aislar los edificios ni se aplicaron criterios de eficiencia energética en las viviendas”. El otro factor “ha sido una política urbanística y viaria que ha fomentado el uso del coche privado y el transporte de mercancías por carretera”, dice.

“El 80% del petróleo se gasta en el transporte; y por eso, las medidas más urgentes deben centrarse en este sector. Pero deben darse soluciones planificadas y no improvisadas. Por ejemplo, el transporte ferroviario es más eficiente que el de la carretera; debemos propiciar parques logísticos para evitar el transporte en el centro urbano…”, expone José Enrique Vázquez, director de Bioquat, una consultora energética y medioambiental catalana.

Vázquez sostiene que la reducción de velocidad a 110 km/hora “es una medida anecdótica”, cuyos beneficios en áreas como la de Barcelona serán más dudosos, visto que “los ciudadanos hacen aquí una media menos de 40 kilómetros al día y circulan de 50 kilómetros por hora; donde sí puede ser válida es en comunidades en donde se circula a 120km/h en autovías gratuitas”, añade.

Los expertos ven necesario actuar también en el sector de la climatización, sobre todo de los servicios públicos. “Es fundamental favorecer una cultura de la eficiencia energética y modernizar las tecnologías, sobre todo en los edificios. Eso supone externalizar los servicios energéticos; fomentar que hay empresas cuyo negocio sea ahorrar energía”, añade Vázquez. En cambio, la industria ha internalizado estos costes por la competitividad.

En la iluminación exterior de la vías, hay coincidencia en que se deben sustituir las viejas lámparas de vapor de mercurio por otras más eficientes (como las de vapor de sodio, que da luz de color amarillo). En Catalunya, el proceso de sustitución ya ha tenido un amplio desarrollo. “Las lámparas de sodio permiten que, con la misma potencia que las anteriores, se obtenga el doble de flujo lumínico; o dicho, de otra manera, la mitad de la potencia permite la misma iluminación”, dice José Maria Ollé, miembro de la organización Cel Fosc y profesor de la Universitat Rovira i Virgili. Ollé agrega que si esa sustitución se hace por lámparas de halogenuros metálicos (de color dorado) el ahorro es del 70%. Además, Cel Fosc (que promovió la ley contra la contaminación lumínica) ha elaborado un documento en el que desaconseja para estos usos las lámparas de leds por causar contaminación lumínica, entre otros efectos.

Los grupos ecologistas (Greenpeace, WWF…) y CC.OO. han lamentado que sus propuestas de ahorro energético no hayan sido atendidas estos años por el Gobierno. Entre otras iniciativas, promovían una ley de Ahorro –que incluye desgravaciones fiscales para quienes hacen uso del transporte público– y apuntalar con una ley las ayudas a las fuentes renovables.

García Breva, de la fundación Renovables, dice que para acabar con el derroche energético se necesita incentivar los menores consumos en la factura energética doméstica: “Hay que primar a los ciudadanos que consumen menos; pero las compañías sólo intentan arrebatarse clientes unas a otras para así facturar más”, dice. “Sin incentivos fiscales, cualquier plan de ahorro no es creíble. Hay que favorecer fiscalmente las medidas de ahorro y penalizar el derroche”, insiste antes de destacar que las petroleras españolas son las que tienen más márgenes de beneficios antes de impuestos de la UE.

Ideas para ahorrar energía en casa y en el transporte

El transporte o el hogar son algunos de los principales focos de consumo. He aquí algunos consejos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía.

Transporte público. El consumo energético en el transporte ha aumentado considerablemente hasta el año 2009, con una participación cada vez mayor del transporte por carretera. En viajes urbanos, el coche consume hasta seis veces más por kilómetro y pasajero que los medios de transporte colectivo (tren y autocar).

Compartir el coche. Más del 75% de los desplazamientos urbanos se hacen en vehículos privados con un índice de ocupación de 1,2 personas por vehículo. Y el 50% de esos viajes son para hacer menos de 3 kilómetros.

Conducción eficiente. Busque la fluidez en la circulación evitando frenazos, aceleraciones y cambios de marchas innecesarios. En la detención, para el coche sin reducir previamente la marcha siempre que la velocidad y el espacio lo permita. Y en las paradas prolongadas, de más de 60 segundos, apague el motor.

Aislamientos en la casa. Ventanas, cristales o invernaderos bien orientados permiten que la radiación penetre directamente en la casa y calentarla en invierno, lo que ahorra calefacción. Y en verano, toldos, voladizos, persianas y porches pueden evitar más calor y reducir la factura del aire acondicionado.

Uso de electrodomésticos. Compre aparatos con el etiquetado de la clase A, pues ahorran energía y dinero. No compre un equipo más grande del que necesita. Apague el televisor, pues en el modo espera (sin imagen en la pantalla y el piloto encendido) puede gastar hasta un 15% del consumo en condiciones normales.

Confort en invierno. Un temperatura de entre 19 y 21 grados es suficiente para tener sensación de confort, aunque sea subjetiva. Además, por la noche, en los dormitorios, basta tener una temperatura de 15 a 17 grados para sentirnos bien. Si hay habitaciones vacías, la temperatura se puede bajar o incluso cerrar la válvula del radiador o apagar el equipo del calefactor.

Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.

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