Resulta lógico que, un país tan privilegiado como éste en recursos solares, eólicos y de biomasa, apueste por formas de generación con menores emisiones de CO2, que disminuyan nuestra vulnerabilidad energética y protejan de los impactos negativos de las subidas incontrolables del petróleo.
Dichos agentes mediáticos tendrán seguramente que pedir disculpas cuando caigan en el error de haber estado frenando el cambio de modelo energético, que evitaría el impacto diferencial tan negativo que tendrá nuestra economía, dependiente en un 85% de las importaciones comparado con el resto de Europa que apenas pasa del 50%, si, como parece, los costes de las importaciones de combustibles fósiles no dejan de crecer, además de la seguridad del abastecimiento.
Hay que reconocer que esos sectores energéticos fósiles han sabido gestionar la comunicación para instalar en la opinión pública la imagen de que las energías renovables son muy caras y están subvencionadas. Y, efectivamente su impulso está soportado por las primas del Régimen Especial que reportaron a las centrales de energías renovables 4.600 millones en 2009.
Por cierto, el gas natural también recibió primas de unos 1.000 millones a las plantas de cogeneración y las ayudas al carbón nacional vienen suponiendo 2.500 millones en los Presupuestos. Las primas acumuladas por las energías renovables son incomparablemente menores que, por ejemplo, los incrementos en el recibo de la luz por la moratoria nuclear, los CTC que recibieron las compañías eléctricas, o los apoyos públicos dirigidos a la exploración y distribución de productos petrolíferos.
Pero lo que se evita decir, cuando se mencionan las primas a las energías renovables, es que éstas devuelven a la sociedad, en términos económicos, mucho más de lo que reciben. Un reciente y riguroso estudio realizado por Deloitte, encargado por APPA, muestra que frente a esos 4.600 millones de primas a las energías renovables en 2009, el hecho de que éstas oferten a "coste cero" (independientemente de la retribución que finalmente reciban) al mercado en el que se casa oferta y demanda cada hora, produce una importante disminución del precio. Dado que es a ese precio al que se remuneran todas las energías, el ahorro inducido por las renovables fue de 4.800 millones en 2009.
Pero aún hay más. El sector renovable presentó en 2009 una balanza fiscal neta y una balanza comercial exportadora positivas. Además evitaron unas importaciones de combustibles de 2.138 millones y unas emisiones de CO2 por valor de otros 374 millones. Estos beneficios macroeconómicos tienen un impacto de reducción del déficit público y de mejora del PIB, al que contribuyeron en 2009 con 6.170 millones, que acaban repercutiendo en toda la sociedad. El impacto en el empleo es también muy significativo. En 2009 los empleos directos en el sector fueron 60.000 y el total 100.000, varias veces superior al sector del carbón que recibe un apoyo económico equivalente.
Pocos sectores de nuestro país pueden presentar tasas de crecimiento del 25% en estos momentos y en pocos ¿o ninguno? podemos decir que seamos líderes tecnológicos a nivel internacional, como ocurre en el sector termosolar y, en cierta medida, en el eólico, en unos momentos en los que en el resto del mundo se están planteando ambiciosos planes de uso de estas tecnologías.
En particular, las posibilidades de importación estadística de electricidad abiertas con la reciente Directiva Europea de Renovables sitúan a España ante la oportunidad histórica de instalar centrales gestionables cuyas primas serían pagadas por países deficitarios respecto a los objetivos 2020, como previsiblemente serán Irlanda, Países Bajos o Alemania, entre otros, contribuyendo al desarrollo económico en las regiones donde se construyan; por ejemplo Extremadura o Andalucía.
Y ese es otro efecto a destacar de las energías renovables y, muy en particular, de las centrales termosolares: su contribución al desarrollo de regiones españolas que ven llegado el momento en el que el cambio progresivo de modelo energético les permitirá converger con regiones que fueron favorecidas en el pasado por otras circunstancias.
En resumen las primas a las renovables, que irán disminuyendo hasta desaparecer en pocos años, son una magnífica inversión para el Gobierno y para la sociedad en general.
Luis Crespo. Secretario General de PROTERMOSOLAR
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