En concreto, plantea alargar la vida útil de la centrales nucleares todo lo que sea técnicamente posible, "rectificar" con el cierre de Garoña en 2013 y abrir el debate sobre la construcción de nuevas centrales nucleares en el futuro. Lo de siempre.
Así lo ha señala el diputado del PP y secretario general de FAES, Jaime García-Legaz con motivo de la presentación en marzo del documento ‘Propuestas para una estrategia energética nacional’, en el que también se propone revisar la política de subvenciones a las energías renovables y al carbón nacional, fomentar la competencia en el mercado eléctrico español y mejorar la política de competencia en la distribución de hidrocarburos.
Precisamente estos días el debate sobre la energía ha vuelto a primer plano después de que el Congreso haya dado luz verde ayer a una enmienda del Senado en el marco de ley de Economía Sostenible que permitiría alargar la vida útil de las centrales nucleares más allá de los 40 años.
García-Legaz ha explicado que FAES apuesta por el alargamiento de la vida de las centrales nucleares "todo lo que sea técnicamente posible, de acuerdo con los informes del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN)". "La tecnología ahora permite extender la vida de las centrales nucleares mucho más allá", ha insistido, para añadir que no tiene "ningún sentido" que esa opción no sirva para la central de Garoña.
Por eso, ha emplazado al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero a "rectificar" porque "se ha equivocado" al fijar para 2013 el cierre de la central burgalesa. "Es fundamental porque Garoña aporta muchísima electricidad al sistema. No es una central pequeñita", ha recalcado.
Además, FAES apuesta por abrir el debate sobre la construcción de nuevas centrales en el futuro. "Ahora mismo no se necesitan, pero España en el futuro lo necesitará porque va a seguir incrementando su consumo energético", ha dicho García-Legaz, que ha recordado que en unos años se empezará a acabar la vida útil de muchas centrales y, dado que la construcción de una central lleva alrededor de ocho a diez años, hay que "empezar ya con este debate".
El informe de FAES aboga también por revisar las políticas de primas o subvenciones a las energías renovables. Asimismo plantea que se limite la incorporación al sistema de más fuente renovable cara, como fotovoltaica y termosolar; revisar la política de subvenciones al carbón nacional; hacer reformas para incorporar competencia en el mercado eléctrico español; y una mejora de la política de competencia en la distribución de hidrocarburos.
Algunos sectores como la Fundación FAES y ciertos medios de comunicación sólo hablan de las energías renovables para criticar las primas, olvidando sus enormes ventajas para España. Están sin duda preocupados al constatar que España, al igual que Europa, se dirige inexorablemente a un escenario en el que las energías renovables, como la termosolar o la eólica, tendrán una participación cada vez mayor en la generación eléctrica. De hecho en 2010 representaron el 35% de la electricidad en nuestro país, por delante, como conjunto, de todas las demás tecnologías (la nuclear, carbón o ciclos combinados).
Resulta lógico que, un país tan privilegiado como éste en recursos solares, eólicos y de biomasa, apueste por formas de generación con menores emisiones de CO2, que disminuyan nuestra vulnerabilidad energética y protejan de los impactos negativos de las subidas incontrolables del petróleo.
Dichos agentes mediáticos tendrán seguramente que pedir disculpas cuando caigan en el error de haber estado frenando el cambio de modelo energético, que evitaría el impacto diferencial tan negativo que tendrá nuestra economía, dependiente en un 85% de las importaciones comparado con el resto de Europa que apenas pasa del 50%, si, como parece, los costes de las importaciones de combustibles fósiles no dejan de crecer, además de la seguridad del abastecimiento.
Hay que reconocer que esos sectores energéticos fósiles han sabido gestionar la comunicación para instalar en la opinión pública la imagen de que las energías renovables son muy caras y están subvencionadas. Y, efectivamente su impulso está soportado por las primas del Régimen Especial que reportaron a las centrales de energías renovables 4.600 millones en 2009.
Por cierto, el gas natural también recibió primas de unos 1.000 millones a las plantas de cogeneración y las ayudas al carbón nacional vienen suponiendo 2.500 millones en los Presupuestos. Las primas acumuladas por las energías renovables son incomparablemente menores que, por ejemplo, los incrementos en el recibo de la luz por la moratoria nuclear, los CTC que recibieron las compañías eléctricas, o los apoyos públicos dirigidos a la exploración y distribución de productos petrolíferos.
Pero lo que se evita decir, cuando se mencionan las primas a las energías renovables, es que éstas devuelven a la sociedad, en términos económicos, mucho más de lo que reciben. Un reciente y riguroso estudio realizado por Deloitte, encargado por APPA, muestra que frente a esos 4.600 millones de primas a las energías renovables en 2009, el hecho de que éstas oferten a "coste cero" (independientemente de la retribución que finalmente reciban) al mercado en el que se casa oferta y demanda cada hora, produce una importante disminución del precio. Dado que es a ese precio al que se remuneran todas las energías, el ahorro inducido por las renovables fue de 4.800 millones en 2009.
Pero aún hay más. El sector renovable presentó en 2009 una balanza fiscal neta y una balanza comercial exportadora positivas. Además evitaron unas importaciones de combustibles de 2.138 millones y unas emisiones de CO2 por valor de otros 374 millones. Estos beneficios macroeconómicos tienen un impacto de reducción del déficit público y de mejora del PIB, al que contribuyeron en 2009 con 6.170 millones, que acaban repercutiendo en toda la sociedad. El impacto en el empleo es también muy significativo. En 2009 los empleos directos en el sector fueron 60.000 y el total 100.000, varias veces superior al sector del carbón que recibe un apoyo económico equivalente.
Pocos sectores de nuestro país pueden presentar tasas de crecimiento del 25% en estos momentos y en pocos ¿o ninguno? podemos decir que seamos líderes tecnológicos a nivel internacional, como ocurre en el sector termosolar y, en cierta medida, en el eólico, en unos momentos en los que en el resto del mundo se están planteando ambiciosos planes de uso de estas tecnologías.
En particular, las posibilidades de importación estadística de electricidad abiertas con la reciente Directiva Europea de Renovables sitúan a España ante la oportunidad histórica de instalar centrales gestionables cuyas primas serían pagadas por países deficitarios respecto a los objetivos 2020, como previsiblemente serán Irlanda, Países Bajos o Alemania, entre otros, contribuyendo al desarrollo económico en las regiones donde se construyan; por ejemplo Extremadura o Andalucía.
Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.