Las ciudades son cada vez mayores. Algunas, como Tokio o México D.F., superan los diez millones de personas. Y lo serán cada vez más. En 2050 se estima que el planeta podría llegar a los nueve mil millones de habitantes.
La expansión urbana sustituye los entornos naturales por nuevas áreas metropolitanas. Frente a ello, la "arcología" propugna enormes rascacielos que ocupen el menor territorio posible y minimicen su impacto en el medio ambiente. El término, un acrónimo de "arquitectura para la ecología", lo acuñó en 1970 Paolo Soleri en su libro "Arcology: City in the Image of Man".
Este arquitecto italiano sostiene que el actual desarrollo urbano, basado en la ocupación del territorio o las casas unifamiliares, es insostenible para un planeta cuyos habitantes crecen pero sus recursos no. Los edificios "arcológicos" no serían colmenas humanas, según Soleri, sino urbes autosuficientes capaces de generar su propia energía, controlar la calidad del aire y del agua, gestionar sus residuos, producir alimentos y ofrecer diversas áreas de actividad de la manera más eficiente posible.
En este modelo, los coches y su efecto contaminante desaparecen, ya que sus habitantes se desplazan por el propio edificio gracias a ascensores y otros elementos internos de desplazamiento. Los espacios públicos, mucho más eficientes y menos contaminantes, se priorizan frente a los privados. Sus habitantes disfrutan de espacios naturales a su alrededor, en vez de barriadas de cemento.
En 1970, Soleri puso en marcha el proyecto Arcosanti. Su objetivo es la construcción, en el desierto de Arizona (EE.UU.), de un prototipo basado en los principios de la arcología para albergar a 5.000 personas. Arcosanti ocupa unas diez hectáreas, rodeadas de una zona natural de unas 1.640 hectáreas, e incluye espacios productivos, educativos y culturales.
Junto con su última esposa, Soleri creó la Fundación Cosanti para la ejecución del proyecto y la "Arcosanti Arcology Network", un programa de afiliación internacional para difundir sus valores y crear nuevos diseños.
La idea atrajo a miles de voluntarios, que para 1976 habían construido la mayoría de las estructuras que se contemplan en la actualidad. Sin embargo, el proyecto se ha ralentizado y continúa inacabado. Ahora trabajan y viven en él unas 80 personas, que reciben las visitas de unos 50.000 turistas cada año.
Diseños de arcología futuristas y de ciencia ficción
El trabajo de Soleri ha calado en algunos arquitectos de la actualidad. El proyecto NOAH (New Orleans Arcology Habitat) pretende la construcción de un edificio en forma piramidal con capacidad para unas 40.000 personas en esa ciudad estadounidense. La arcología estaría presente en su concepción: tendría sitio para viviendas y lugares públicos, como hoteles, casinos, centros comerciales o colegios, generaría su propia energía y reciclaría el agua corriente. La empresa Tangram3ds, en la que participa uno de sus diseñadores, Kevin Schopfer, ofrece un espectacular portafolio de imágenes y videos.
Schopfer es también autor de otras concepciones de arquitectura arcológica. Para su ciudad natal ha diseñado el BoA (Boston Arcology), una megaestructura sostenible en forma rectangular para la zona del puerto. Con una capacidad de 15.000 personas, tendría todo tipo de servicios, jardines y espacios públicos y contaría con energía solar y eólica. Para la isla de Haití, Schopfer ha ideado la Harvest City, una ciudad flotante de tres kilómetros de diámetro para albergar a 30.000 personas. En las dos terceras partes de su espacio se ubicaría una zona agrícola y en el resto, equipamiento de industria ligera. Contaría con todo tipo de servicios para sus residentes y sería capaz de resistir terremotos y huracanes.
Francis Frick, del Departamento de Agricultura de la Universidad de Hong Kong, propone la utilización de los principios de la arcología para el desarrollo urbano del sur de China, uno de los países más necesitados de soluciones ecológicas para responder a su gran crecimiento económico.
Pero donde más han calado la arcología es en la ciencia ficción. El escritor H.G. Wells ya menciona este tipo de estructuras arquitectónicas en su obra de 1899 "Cuando el dormido despierte". Otros autores del género han incluido en sus obras este tipo de ciudades-edificio, como Metrópolis, La fuga de Logan, Blade Runner, Matrix, Yo Robot, etc. También se ha prodigado en cómics y dibujos animados anime y manga, en videojuegos como SimCity, o en juegos de rol como Warhammer.
Ciudades que podrían ser "arcológicas"
La arcología no ha salido de la nada, sino que se fundamenta en elementos arquitectónicos que defienden el diseño integrado de manera armónica con la naturaleza. De hecho, Soleri estudió en el taller de uno de los pioneros de esta idea, el estadounidense Frank Lloyd Wright, que propuso en 1932 la "ciudad Broadacre", un proyecto de urbe ideal centrada en principios de calidad ambiental.
Por ello, en la actualidad se pueden encontrar proyectos que encajan con alguno de sus postulados, como las ecociudades de Dongtan, en China, y Masdar, en Emiratos Árabes Unidos.
El proyecto Dongtan propone una urbe ecológica en Chongming, la tercera isla más grande del país, en la boca del río Yangtse. La idea es que sus habitantes tengan todo lo necesario para no recurrir a la cercana Shanghai. Las energías renovables harán autosuficiente a esta ciudad, que reciclará hasta el 80% de sus residuos y promoverá el transporte público ecológico. La "Ciudad Masdar" ("fuente" en árabe) pretende ser un complejo urbano sostenible de unos 6,5 kilómetros cuadrados capaz de albergar a 50.000 personas y 1.500 empresas, en su mayor parte relacionadas con las energías renovables.
En Calgary (Canadá), Plus 15 es el sistema "skywalk" más grande del mundo. Sus pasarelas peatonales elevadas a cuatro metros y medio sobre el nivel de la calle forman una intrincada red de 16 kilómetros de longitud y 59 puentes. En ella se ponen en contacto diferentes edificios de la ciudad y centros comerciales. La ciudad estadounidense de Minneapolis tiene un sistema similar, de 13 kilómetros de longitud.
Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.
Por ALEX FERNÁNDEZ MUERZA, www.consumer.es