Una posible prórroga en el funcionamiento de las plantas nucleares no perjudicaría a los productores de electricidad de origen renovable, dicen, sino que, en todo caso, quienes podrían salir peor paradas son las térmicas de gas, pues las nucleares y plantas renovables continuarían entregando a la red eléctrica la totalidad de la energía que producen, recuerda José María González Vélez, presidente de la Asociación de Productores de Energías Renovables-APPA. En cambio, un tiempo más prolongado de funcionamiento de las nucleares haría que dejaran de trabajar las plantas de gas, cuyo parque de producción eléctrica ya "está sobredimensionado" y no pueden funcionar a pleno rendimiento. De hecho, ahora, cuando hay mucho viento y los molinos funcionan a tope, las térmicas de gas deben parar.
En este sentido, los productores de APPA están en contra de las compensaciones económicas que perciben las térmicas de gas en concepto de "garantía de suministro" cuando tienen que estar paradas para dar paso a los aerogeneradores. En el año 2010, la tarifa eléctrica les compensó con 1.008 millones de euros por este concepto; y en el 2011 ingresarán 726 millones más, según APPA. "No tiene sentido que se les dé esa compensación económica a las plantas de gas por estar paradas cuando el Gobierno no obligó a instalarlas", dice González Vélez. "Se ha castigado a la fotovoltaica (al reducirse las primas) y, en cambio, se beneficia al gas; y es así como sube el recibo de la luz".
De todas maneras, la principal queja de los empresarios de las fuentes renovables se refiere a cómo se configura la tarifa eléctrica que paga el usuario. "De nada sirve que diga que la energía nuclear es la más barata si luego se vende al precio de la más cara", dice Vélez.
APPA culpa del encarecimiento de la tarifa al peculiar sistema de fijación de precios del mercado eléctrico, en el que las empresas compran la luz como en una lonja. El sistema va ofertando la electricidad según la demanda (primero entra la nuclear y las renovables, luego la hidráulica y, finalmente, el gas) y al final todas las eléctricas perciben el precio más alto, que normalmente es el del gas, independientemente de los costes de generación. La consecuencia es que se favorece a la hidráulica, cuyo recurso tiene un coste cero (el agua de lluvia) o la nuclear, con inversiones ya amortizadas. Los estudios que maneja APPA dicen que las nucleares e hidroeléctricas han obtenido unos beneficios extraordinarios de casi 10.400 millones de euros en los tres últimos años (6.700 millones las nucleares y unos 3.700 las hidroeléctricas).
Estos beneficios extra son negados por el Foro de la Industria Nuclear, cuya presidenta, María Teresa Domínguez, ve indispensable mantener en operación los ocho reactores que hay en España porque ofrecen estabilidad al sistema eléctrico español, "de forma eficiente, económica y sin dañar la atmósfera".
Otros países de nuestro entorno "están implementando estrategias energéticas contando con la energía nuclear. España debe establecer una planificación energética a largo plazo donde la nuclear alcance un peso mayor", opina. EE UU ha renovado el funcionamiento a 59 reactores hasta 60 años y otros países (Bélgica, Canadá, Francia o Rusia) han prolongado la vida de sus centrales. En Alemania, también; pero se prevé un retorno, de forma que los ingresos extra servirán para fomentar las fuentes renovables. En España se planteó esta fórmula, pero el Congreso la rechazó.
Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.
Por Antonio Cerrillo, www.lavanguardia.es